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Plásticos, ¿tienen futuro?

A pesar de su mala fama, el plástico ya no es lo que era. Aparecen nuevos materiales más sostenibles y se investiga también en nuevos plásticos “inteligentes”.

El pasado 1 de enero entraba en vigor el impuesto al plástico ya recogido en la Ley 7/2022, de 8 de abril, de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular. Un tributo de naturaleza indirecta que recae sobre la utilización en territorio español de envases que, conteniendo plástico, no son reutilizables. Dentro del concepto plástico, conforme a la definición del Ministerio de Hacienda, se consideran, entre otros, botellas, bidones, garrafas, poliestirenos, aplicadores, bandejas separadoras, films que envuelven los productos, anillas, cintas de embalaje y demás elementos. El nuevo tributo grava con 45 céntimos por kilo de plástico a esos envases de un solo uso, pero no afecta a los plásticos que forman parte de un producto y son imprescindibles para conservarlo durante su vida útil.

Desde Acció, Maria Dolors Núñez, líder del equipo de Análisis y Detección de Oportunidades Tecnológicas, y Maite Ardèvol, del equipo de Economía Circular, creen que el nuevo impuesto puede incentivar la búsqueda de soluciones innovadoras en busca de unos plásticos más reciclables. “A escala europea necesitamos reducir el consumo de hidrocarburos y otros materiales de los que tenemos una fuerte dependencia, y este impuesto puede ser una palanca más para que las empresas apuesten por la I+D. De hecho, la búsqueda de alternativas y la mejora de la reciclabilidad y circularidad del plástico puede convertirse en una oportunidad de negocio para las empresas”, afirman.

También desde el Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat confirman que la “voluntad” del Govern es limitar, mediante la legislación catalana, la presencia de plástico de un solo uso en comercios y grandes superficies. Actualmente, trabajan en el anteproyecto de Ley de Prevención y Gestión de los Residuos y de Uso Eficiente de los Recursos de Catalunya, que se prevé entrará en vigor a principios del año que viene. La futura Ley actuará en el ámbito de la prevención, ya que prohibirá los envases no reutilizables y las bolsas de plástico excepto las compostables. Ello afectará, por ejemplo, a las bandejas de frutas y hortalizas denominadas de cuarta gama, de un mínimo proceso previo al envasado, cubiertas de plásticos de un solo uso. “Actualmente, el anteproyecto se halla en fase de borrador. Se están recogiendo las sugerencias recibidas en el marco del proceso de socialización previo. A partir de aquí, se redactará una propuesta de texto que se someterá al trámite de información pública, y habrá que ver cómo queda el texto final”, aclaran.

La industria en números

Catalunya encabeza el sector del plástico en España, tanto en número de empresas como en facturación. Actualmente se contabilizan 870 empresas dedicadas al plástico, que emplean a más de 24.000 trabajadores directos y generan un volumen de negocio conjunto de 5.400 millones de euros. Estos datos representan el 24,8% del sector a nivel estatal, según Acció. Y se calcula que el impacto del sector del plástico sobre la economía catalana es un 4,4%, algo por encima de la media del conjunto español y de la Unión Europea. En cuanto al comercio exterior, el sector del plástico catalán representa un 27,6% del total de las exportaciones españolas.

Al hablar de plástico hacemos referencia a una gama amplia de materiales poliméricos que se pueden obtener a partir de fuentes fósiles (petróleo, gas, etc.) y renovables como almidón o restos vegetales, por ejemplo. En el año 2021 se produjeron cerca de 400 millones de toneladas de productos plásticos en el mundo, según datos de Acció. De los cuales, un 90,2% son de origen fósil, mientras que el plástico restante procede de procesos de reciclaje (8,3%) y de bioplásticos.

En Catalunya, numerosas empresas trabajan en la búsqueda de nuevos materiales para crear embalajes a partir de subproductos de la industria.

El embalaje es una de las principales aplicaciones de materiales plásticos (39,1% del total). Y tras el packaging, el plástico se destina a la construcción (21,3%), seguido por la automoción (8,6%), la electrónica (6,5%) y elementos del hogar, juguetes y deportes (4,4%). En mayor o menor medida, el plástico está presente en todos los sectores económicos, principalmente en el alimentario, con unas necesidades muy concretas para el almacenamiento y transporte de sus productos. Otras industrias como la farmacéutica, la de la salud y la cosmética también son grandes consumidoras. El caso del textil también es muy peculiar, ya que existe una gran problemática en torno a los microplásticos, muy contaminantes en el ecosistema marino.

Novedades en el sector

El sector del plástico trata de mejorar su impacto medioambiental y, en este sentido, se aprecian varias corrientes: elaboración de bioplásticos, materiales alternativos que reemplazan a los poliméricos sobre todo en materia de packaging, y plásticos inteligentes.

Bioplásticos. Bajo el término de bioplásticos se designa a una serie de materiales que pueden ser biodegradables o no, basados en productos de origen biológico (soja, maíz, fécula de patata, caña de azúcar, hoja de pino, restos de cosechas, etcétera). El embalaje ocupa casi la mitad (48%) del total de la producción de bioplásticos europeos: 2,41 millones de toneladas en el año 2021. Una tendencia que también se aprecia en nuestro país.

En Catalunya, numerosas empresas y startups como Oimo, Bio2Coat y Venvirotech Biotecnology trabajan en la búsqueda de nuevos materiales para crear embalajes a partir de subproductos de la industria. Envases diseñados para poner barreras al oxígeno o generar propiedades hidrófobas y antibacterianas en la industria alimentaria. Por ejemplo, Albert Marfà, CEO y cofundador de Oimo, ha creado un bioplástico –con algas marinas, fibras naturales con restos de cultivos, harinas de trigo y almidón– biodegradable al 100% y muy parecido al polietileno de baja densidad (PEBD) cuya característica es la flexibilidad. Y Patricia Aymà, CEO y cofundadora de Venvirotech Biotecnology, ha transformado residuos orgánicos en bioplásticos PHA (Polyhydroxyalcanoato), producidos por bacterias biodegradables en el medio ambiente y compatibles con el cuerpo humano.

Por último, el subsector de los envases comestibles sustitutos del plástico sigue avanzando. Bio2Coat, derivada de la UPC (Universitat Politécnica de Catalunya), ha desarrollado unas coberturas comestibles, 100% naturales, que se aplican directamente sobre los alimentos. Estos recubrimientos, a base de vegetales, hortalizas y otros excedentes de la industria alimentaria, preservan el valor nutricional y prolongan la vida útil de cualquier producto perecedero.

Otro proyecto interesante es Foodwaste For Foodpack, impulsado por el Packaging Clúster, en el que ha participado un consorcio formado por Ametller Origen, Delafruit, Cobeveragelab, Samtack y Salaet, el Consorcio de la Zona franca y Mercabarna. El proyecto da una segunda vida a subproductos alimentarios del procesamiento de frutas y hortalizas, convirtiéndolos en materia prima para la industria del embalaje.

Materiales alternativos. En el año 2020, coincidiendo con la pandemia, Joan Ramón y Xavier Pinosa fundaron Karibou. Padre e hijo, amplios conocedores del mundo del plástico, querían fabricar embalaje sostenible para alimentos, capaz de aportar un impacto ecológico positivo en el entorno. Actualmente, disponen de dos líneas de negocio –de cartón y celulosa– preparadas para contener todo tipo de alimentos y bebidas frías o calientes sin película de plástico. “La celulosa es un material vivo y poroso que no aguanta líquidos ni aceites, a menos que lo trates con una película de plástico. Nuestros vasos de cartón han suprimido cualquier material polimérico. Únicamente han sido tratados con aditivos de origen vegetal”, explica Xavier Pinosa, cofundador de Karibou. “Puede verterse café caliente en cualquiera de nuestros vasos de cartón, y pueden durar hasta dos días con líquidos a cualquier temperatura”.

Gracias a la tecnología HyperCell, el equipo de Karibou ha elaborado una celulosa de nueva generación: cinco veces más resistente, sin flúor, resistente a la grasa e hidrofóbica al 100%. Con esta celulosa producen platos y bandejas más rígidas para guardar frutas, verduras y comida para llevar.

Plásticos inteligentes. Se les llama plásticos inteligentes porque son capaces de integrar circuitos, superficies reflectantes del calor, propiedades electromagnéticas o autocurativas que abren nuevas áreas de aplicación. El centro tecnológico Eurecat, en Cerdanyola, diseña piezas de plásticos inteligentes mediante plastrónica y es la primera planta de estas características en Europa. La plastrónica –fusión de plástico y electrónica– da forma a productos de alto valor añadido, más sostenibles, ligeros, con sensores integrados y funciones avanzadas. Esta planta piloto dispone de dos salas blancas que combinan distintos procesos de fabricación. Una se dedica a la impresión y la electrónica y la otra a los procesos plásticos.

“La plastrónica mezcla la impresión funcional y la hibridación de componentes electrónicos con procesos de transformación más tradicionales como la inyección. En consecuencia, se pueden obtener dispositivos ligeros, con nuevas funcionalidades integradas en piezas de geometrías complejas”, detalla Iker Arroyo, jefe de la línea In Mold Electronics de la Unidad de Functional Printing and Embedded Devices de Eurecat. “Conseguimos dispositivos que incorporan servicios más complejos, preparados para conectar entre ellos y compartir información en tiempo real”, prosigue. Dispositivos con diseños atractivos y funcionales que se pueden fabricar a gran escala a unos costes competitivos. Sus principales aplicaciones se hallan en sectores como la automoción, la aeronáutica, el packaging y la electrónica de consumo, médica o deportiva.

El proyecto PLASTFUN, de la Comunidad Industrias del Futuro (IdF) de RIS3CAT, coordinado por Eurecat y con la participación del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), el Centro Nacional de Microelectrónica y el Instituto Químico de Sarrià, entre otros, aspira a revolucionar la industria de la automoción. El proyecto plantea el desarrollo de una línea piloto de fabricación de piezas inyectadas de plásticos que integran electrónica flexible –sensórica e iluminación embebidas mediante tecnología IME (In Mold Electronics)– y superficies más resistentes y funcionales. PLASTFUN plantea una mayor interacción entre usuario y vehículo a partir de un prototipo que se podría escalar a nivel industrial.

Economía circular e I+D

Desde la Fundación Ellen MacArthur, principal referente mundial en economía circular, aseguran que el futuro del plástico pasa por la reducción, la circularidad y la innovación. En definitiva, se trata de introducir mecanismos de economía circular que mejoren la reciclabilidad del plástico y apostar por la I+D mediante nuevas tecnologías que permitan aumentar su eficiencia. Básicamente, todos los proyectos deberían pasar por:

– Eliminar el plástico no necesario y optar por otras opciones existentes.

– Recircular el plástico que sí es indispensable, dotándolo de una nueva vida. Aquí sería imprescindible implantar mejoras en el sistema de recogida, para clasificarlo y tratarlo de forma más efectiva. De esta manera, se facilitaría su reciclaje.

– Innovar para seguir desarrollando nuevos modelos de negocio, productos y materiales alternativos, si fuera necesario a través de tecnologías de última generación. En un futuro no muy lejano, el plástico tradicional y los nuevos materiales convivirán en un contexto que debería ser lo más sostenible posible.

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