Ainhoa Grandes, consejera de Renta Corporación, Senior Advisor en Alantra y presidenta de la Fundación Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), es una figura multifacética en el mundo empresarial y cultural. Su compromiso se extiende a diversas organizaciones, incluyendo la asociación internacional de consejeras Woman Corporate Directors (WCD) y fundaciones como ARCO y Grupo Sifu para la integración laboral. Su visión optimista sobre Barcelona y su profundo compromiso con la comunidad se destacan en esta entrevista, revelando una figura significativa en el panorama económico y social de la ciudad.
Según la Encuesta de Población Activa, Catalunya cerró 2023 con más ocupados que nunca. También encontramos titulares que dicen que el año pasado se consiguió el récord histórico de compañías extranjeras instaladas aquí, y que las empresas emergentes en nuestro territorio se incrementan alrededor de un 6% al año. ¿Nos permiten estos datos ser optimistas en lo económico para este 2024?
Es muy difícil hacer previsiones, pero yo me muestro optimista. En Europa se está viendo una ralentización de la economía, pero los datos indican que en Catalunya seguiremos con un crecimiento moderado. Se detecta un cierto freno en el consumo de las familias y en la compra de vivienda, también las exportaciones moderan su crecimiento en una coyuntura internacional muy complicada, sin embargo, el aumento de la inversión, ayudada principalmente por los fondos europeos y el turismo, podrían mantener las tasas de empleo y crecimiento.
A pesar de estas cifras, hay quienes dicen que Catalunya no puede considerarse un país rico porque tiene déficits de servicios y problemas de cohesión social. ¿Cree que es así?
Creo que Catalunya es un país rico porque tiene un alto nivel de desarrollo económico, que podemos comparar con muchos países europeos y, en líneas generales, el nivel de bienestar de sus ciudadanos es también muy alto. Catalunya tiene una economía diversificada con empresas potentes en sectores clave como el turismo, la industria o los servicios. Pienso que a veces esa riqueza no es muy visible, porque siempre tienen más visibilidad las grandes empresas, el IBEX-35… pero en Catalunya existe un entramado de empresas medianas y algunas muy grandes, muchas de ellas familiares y asentadas en todo el territorio catalán, muy importantes, a veces mucho más grandes en facturación y beneficios que muchas otras más conocidas. Este carácter un poco discreto que tenemos los catalanes hace que tengan menos visibilidad, pero generan empleo y riqueza para el país.
Respecto a los déficits de servicios y problemas de cohesión social, en mi opinión tenemos mucho margen de mejora y es la administración quien tiene más responsabilidad en estos ámbitos, al menos es quien debería liderar las mejoras. Estos últimos años han sido muy complicados, con mucho ruido político que no ha ayudado a implementar políticas sociales más ambiciosas. Además, la colaboración público-privada es esencial para el desarrollo económico y social de un país y estos años no se han llevado muchas iniciativas a cabo.
¿Y esto cómo se traslada a una ciudad como Barcelona? ¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles de la ciudad?
Barcelona es una ciudad imbatible para vivir y trabajar y tiene un potencial de desarrollo enorme, en lo económico y en lo social. Creo que a Barcelona le ha faltado planificación estratégica, definir las líneas de trabajo esenciales a largo plazo para generar una riqueza económica que se traslade a los ciudadanos. Es una de las ciudades europeas con mejor calidad de vida, pero es poco competitiva. Como puntos fuertes, tiene una economía relativamente diversificada, pero con buena base para el crecimiento, es un nuevo polo de atracción para el sector tecnológico, tiene un patrimonio cultural extraordinario, centros de investigación y escuelas de negocios y una cultura de colaboración público-privada que puede fomentar su desarrollo. Por otro lado, en el ámbito social, el acceso a la vivienda es un problema, las oportunidades de empleo para los jóvenes, la movilidad o el impacto del turismo son temas que se han de solucionar.
Para que esta ciudad avance, también son importantes las infraestructuras…
Absolutamente, Barcelona tiene muchas posibilidades de mejora. Para empezar, debemos trabajar como ámbito metropolitano: ¿hablamos de una ciudad de 1,6 millones de habitantes o de una de 5 millones? Si es así, una ciudad de este tamaño tiene otras dinámicas y necesita otras infraestructuras. Comenzando con el aeropuerto, las mejoras en el puerto y el tema de los cruceros, el transporte público, el tren. Se habla poco del colapso de Sants y del retraso de La Sagrera (se nota que voy mucho en tren)… Seríamos una ciudad mucho más fuerte con infraestructuras más sólidas.
No obstante, en todas esas ciudades que se posicionan como referentes están surgiendo los mismos problemas: turismo, movilidad, medio ambiente, desequilibrios sociales y de barrios… ¿Cómo debe afrontar Barcelona estos retos?
Creo que los retos se deben afrontar definiendo bien los problemas que tenemos y pensando en soluciones a largo plazo. Mi impresión es que el Ayuntamiento tiene el diagnóstico bastante claro. Pero, una vez analizados los problemas, hay que aplicar soluciones que sean equilibradas para todo el mundo. Sobre los temas que comentas, el turismo es esencial para la economía de la ciudad, pero tiene un impacto negativo en algunos barrios y ciudadanos, y hay que buscar un equilibrio, hay que hablar con los sectores implicados, con los que conocen bien la problemática. Otro ejemplo, en el ámbito de la movilidad: entran a Barcelona 300.000 coches cada día. Esto es una presión para la ciudad enorme y, en una ciudad tan contaminada como Barcelona, se deben buscar soluciones, se tiene que hablar con expertos en movilidad y diseñar sistemas cómodos para los ciudadanos, pero que reduzcan el impacto medioambiental.
Hay que buscar soluciones de manera transversal, dialogar mucho con los sectores afectados e intentar buscar remedios conjuntos. Muchas veces las políticas públicas suenan bien en teoría, pero son imposibles de poner en práctica. También es esencial que nuestros políticos piensen en la ciudad a largo plazo y fuera de las legislaturas, ya que problemas como, por ejemplo, el que estamos sufriendo ahora del agua, irán mucho más allá de esta legislatura y de la siguiente. Si nos quedamos con la teoría y con el corto plazo, al final no cambiamos nada.
Otro de los grandes problemas que tiene Barcelona en los últimos años es el de la vivienda.
El acceso a la vivienda es uno de los problemas de las grandes ciudades y, efectivamente, en Barcelona es uno de los temas clave. No conozco ninguna gran ciudad que no esté abordando este problema. En el centro de las ciudades existe mucha más demanda que oferta, por lo que los precios suben, además de la escasez de vivienda nueva en el centro por la falta de espacio… Yo creo que no es siempre gentrificación, sino un problema de oferta y demanda. Pienso que hay que construir mucha más vivienda social, vivienda mixta (social y mercado), e impulsar políticas de vivienda a través de subsidios para personas con bajos ingresos, ruptura de algunas barreras para colectivos en exclusión y, de nuevo, cooperación entre el sector público y privado, que en el ámbito inmobiliario puede aportar mucho si se le invita a cooperar.
Barcelona vivió un momento en que todo el mundo la encontraba única y eso es lo que debemos recuperar.
Por otro lado, volvemos a la importancia del área metropolitana: con buenas comunicaciones por carretera y un sistema de transporte público muy eficiente, donde tardases 25-30 minutos en llegar de tu casa al centro de la ciudad, podrías vivir en zonas donde la calidad de vida es muy superior a la del centro. Al final, tenemos que cambiar la mentalidad y darnos cuenta de que vivir en el centro no será tan privilegiado como vivir delante del mar o en la montaña. Y Barcelona es una ciudad pequeña.
Esto se acerca mucho a un concepto del que se está hablando bastante últimamente, las “ciudades de 15 minutos”, donde prima la proximidad para ofrecer comodidad y conciliación al ciudadano, reducir las emisiones, etc. Las infraestructuras son muy importantes, en este sentido, tal como usted decía. Pero ¿y las empresas?, ¿cómo pueden contribuir?
Esto ha cambiado completamente con el trabajo online y la digitalización. Muchas empresas actualmente tienen horarios flexibles, lo que permite adaptarse y conciliar mejor. Todavía es uno de los grandes retos, pero la digitalización lo cambia todo y seguiremos avanzando en esta línea de la flexibilidad laboral.
En una conversación con el periodista Miquel Molina sobre “Repensar Barcelona en positiu”, comentaban que “esta ciudad afronta un cambio de relato importante y hace falta gestionarlo adecuadamente”. ¿Cuál es ese cambio de relato? ¿Se está consiguiendo y se está gestionando adecuadamente?
Yo veo la ciudad en positivo, se empieza a ver el cambio. No siempre la he visto así, y eso que soy optimista por naturaleza y me encanta Barcelona. Creo que hemos pasado unos años difíciles, en los que la ciudad tocó fondo, ya sea por las circunstancias políticas, el contexto económico, la covid… También hemos tenido opciones políticas que no han creído mucho en el ámbito empresarial y económico, lo que ha creado desánimo y un estado de opinión muy negativo en el momento de realizar inversiones.
Pero poco a poco esto ha ido cambiando, la coyuntura económica es mejor, el Mobile World Congress se mantiene en Barcelona y llega el ISE y la Copa América. Según datos del Ayuntamiento, Barcelona crece al 1,6% interanual, la tasa de desempleo en el municipio es prácticamente estructural, recibimos 50 millones de pasajeros en el aeropuerto del Prat, lo que demuestra una buena marcha del sector turístico, se han constituido más empresas este año que en los últimos 8 juntos y emergen sectores potentes como el audiovisual o el de la biotecnología.
También en el ámbito de la cultura hace unos años que empiezan a surgir nuevos festivales de cine, nuevos proyectos literarios, el Macba en crecimiento, el MNAC con un nuevo proyecto, el año Tàpies que estamos viviendo ahora, la Fundación Miró con el año Picasso-Miró, el Liceo con sus 100 años… Todo esto empezamos a disfrutarlo ahora, pero es algo que ya se estaba gestando.
Un ejemplo de lo que comenta es que el MWC hubo un momento en que se planteaba cambiar de ciudad, pero al final no lo hizo.
Correcto. Pero sí, se queda y yo creo que se quedará durante muchos años. Además, no descarto que lleguen otras ferias importantes nuevas a Barcelona. También que se implanten, como decíamos al principio, nuevas empresas en la ciudad de Barcelona, como por ejemplo ahora el hub de AstraZeneca. Todo esto nos muestra que está cambiando el contexto y que Barcelona se vuelve a percibir en positivo.
Joan E. Ricart y Pascual Berrone, junto con Niccolo Pisani (IMD) y Mahsa Memarian (INCAE), han analizado si la calidad de una ciudad puede influir en el rendimiento de las empresas en un estudio pionero que ha recibido el premio al mejor artículo de dirección estratégica en la conferencia EURAM 2023. La correlación de los datos del Índice IESE Cities in Motion con casi 10.000 empresas de ciudades alrededor de Estados Unidos, Europa y Asia revela que, a medida que una ciudad aumenta un 10% su valor de índice, sus empresas obtienen un 1,6% más de rentabilidad. ¿Ofrece Barcelona esa calidad para el crecimiento de las empresas?
Sí, completamente, desde lo que es más obvio, que es la calidad de vida, el clima de Barcelona o el tamaño de la ciudad, hasta las fortalezas de las que hemos hablado antes. Esto hace que las empresas internacionales se quieran establecer en Barcelona y que, además, lo tengan fácil para atraer a sus equipos. Además, Barcelona está en un lugar muy privilegiado en Europa, desde donde puedes viajar con un margen de dos horas de avión a muchísimas ciudades de Europa. También tiene capacidad de atraer talento, con importantes escuelas de negocios, centros de investigación, ecosistema de startups… Todo esto hace que Barcelona ofrezca un contexto atractivo para muchos sectores.
Antes hablábamos de problemáticas de grandes ciudades. A veces tendemos a compararnos mucho y a pensar que hay modelos que deberíamos seguir.
Barcelona debe compararse consigo misma. Encuentro que Barcelona es una ciudad que tiene una identidad muy relevante. Barcelona no se puede comparar con París o Londres, como sí lo ha hecho Madrid. Obviamente, son ciudades de otro tamaño y cada vez son más homogéneas. Barcelona tiene mucha personalidad, yo la comparo con ciudades como Copenhague, y no solo por el tamaño, sino por ser lugares en los que pasan cosas diferentes: cultura, innovación, tecnología, sostenibilidad… Me parece que, como ciudadanos, nos lo creemos y queremos una ciudad moderna, digital, limpia, equitativa, inclusiva. Creo que somos diferentes y atraemos a ciudadanos diferentes. Barcelona vivió un momento en que todo el mundo la encontraba única y eso es lo que debemos recuperar.
Y esa Barcelona con personalidad propia y atractiva para las empresas, ¿incorpora el impacto social, medioambiental y económico en su modelo de gestión?
Yo creo que sí. Barcelona debe incorporar el impacto social en su desarrollo, la triple rentabilidad, económica, social y medioambiental. Creo que las ciudades del futuro no serán ciudades si no incorporan el impacto de manera natural. Pero, además, Barcelona se lo cree y sus ciudadanos son muy contundentes en defender este modelo de ciudad: que cree riqueza económica y que se preocupe de sus ciudadanos en un marco medioambientalmente sostenible.
En ese camino para ser un referente económico, ¿cómo influye la colaboración entre las entidades públicas y la empresa privada?
Pienso que la interacción entre empresas y administración es fundamental. Yo creo en la importancia de la gestión pública, pero hay proyectos en la ciudad que sería mejor que los liderara el sector privado y otros el sector público. No obstante, si consiguieran trabajar juntos, se ganaría siempre. Hay empresas que saben más de una problemática ciudadana concreta, sería lógico que la administración preguntara y confiara en ellas. Pero muchas veces no se hace porque hay barreras absurdas que son más políticas que pragmáticas. En otros casos la administración seguro que puede ofrecer soluciones al sector privado, por ejemplo, a los autónomos, o al pequeño comercio. Deberíamos tener fluidez de comunicación y de actuación conjunta para trabajar en muchas iniciativas de la ciudad. En el sector cultural, entidades como el MACBA o el Liceo son ejemplos de éxito donde las administraciones y el sector privado trabajan juntos para un fin común.
¿Y la colaboración de ambas con la ciudadanía? ¿Qué papel juega el ciudadano en esta evolución de la ciudad?
Cuando hablamos de empresas, hablamos de personas. Una empresa no es un ente abstracto, es una entidad donde trabajan personas. Tanto las empresas como el sector público están al servicio de las personas. Los ciudadanos son el centro de todo, y su papel es la clave en el desarrollo de la ciudad. Me parece que Barcelona es una ciudad comprometida y sus ciudadanos expresan sus preocupaciones, que movilizan tanto al sector privado como a la administración.
Para acabar, dos preguntas que se escapan un poco de la temática que hemos estado tratando hasta ahora. Primero, hemos visto al principio de la entrevista que nuestro territorio atrae muchas empresas internacionales y mucho talento emprendedor, pero… ¿atrae e impulsa también el talento femenino?
Es cierto que las cifras en Barcelona muestran que hay más incorporaciones de mujeres al mundo laboral, pero creo que todavía tenemos muchas, muchas barreras. No sé si Barcelona, como ciudad, atrae específicamente talento femenino, pero creo que muchas empresas todavía tienen prejuicios respecto a potenciar a mujeres en puestos relevantes y todavía se deben romper más barreras de las que pensamos. Los consejos de administración, por ejemplo, son ámbitos todavía muy masculinos. No sé si las cuotas son la solución, pero probablemente ayudan, porque hay un techo de cristal muy difícil de romper todavía.
Y finalmente: ¿cómo ayuda la cultura a esta evolución de la ciudad?
Creo que una ciudad sin cultura es una ciudad muerta. La cultura, además de ser un motor económico para la ciudad, en el que trabajan muchas personas, es una de las claves de su identidad. Pero, además, defiendo que una ciudadanía culta, una ciudadanía que va al teatro, a los auditorios, a los museos, es una ciudadanía más articulada y libre. Para mí la cultura debería estar en el centro de la dirección de toda ciudad.