“Somos la única entidad bancaria del país que ha sabido crecer orgánicamente, socio a socio, durante los últimos 55 años. No hemos participado en ninguna fusión, ni nos hemos visto envueltos en ningún escándalo financiero (preferentes, hipotecas con cláusulas terra, etc.)”. Joan Cavallé, licenciado en económicas y director de Caixa d’Enginyers, valora, orgulloso, la evolución de la entidad que ha cumplido más de medio siglo de historia. Esta cooperativa de crédito y servicios financieros y aseguradores ha alcanzado los 212.000 socios, abarcando todo tipo de profesionales, autónomos, familias y empresas, y ha superado en el último ejercicio los 8.200 millones de euros en volumen de negocio.
Caixa d’Enginyers funciona como una cooperativa. Exactamente, ¿en qué se diferencia de otros modelos bancarios?
Los orígenes de la Caixa d’Enginyers se remontan al año 1967, cuando un grupo de ingenieros la fundó para financiar proyectos profesionales de este colectivo. Desde el principio, optaron por constituir una cooperativa con la que resolver sus necesidades financieras, tanto de ahorro como de inversión. Es un modelo que forma parte de lo que se conoce como economía circular. Los socios, reunidos en asamblea, son el máximo órgano de gestión y de administración. De alguna manera, el único propósito de la entidad es dar cobertura a las necesidades de todos esos socios. Además, hablamos de un modelo absolutamente integrado, en el que no hay figuras externas ajenas a la actividad de la entidad. Eso marca una manera de trabajar y de ver las cosas muy diferente, ya que potencia valores como la empatía, la proximidad y el arraigo al territorio.
Y como todo negocio tienen su propia cuenta de resultados…
Nuestra cuenta de resultados tiene como objetivo retribuir al socio y su capital. En general, es una retribución positiva equiparable a un dividendo, con un tipo de interés libre de riesgo, y muy estable en el tiempo. Entre un 75 y un 80% de la cuenta de resultados se dedica a generar reservas con las que fortalecer la cooperativa. Así se le otorga la solvencia necesaria para que sea segura e invierta en su proyección de futuro. Por último, hay una dotación al fondo de educación y promoción. Se trata de una especie de dividendo social con el que se financian acciones de ayuda al cooperativismo y de mejora de las condiciones de las personas, pero sin una perspectiva de hacer negocio. Por ejemplo, la entrega de becas y premios a los mejores expedientes. Representa un 10% de la cuenta de resultados. A pesar de nuestra raíz social, debemos ser tan eficientes y competitivos como cualquier otro modelo económico. El socio no contratará su hipoteca con nosotros si somos más caros que otra entidad, o la remuneración de un depósito no está en línea con las condiciones del mercado. La cuestión es que este modelo de negocio funciona: cooperativas de crédito europeas como Crédit Agricole y Raiffeisen Bank cuentan con más de 150 años de historia.
¿Hasta qué punto forma parte su entidad de lo que se conoce como banca ética?
Yo me pregunto qué se entiende por ética. En Caixa d’Enginyers estamos centrados en la economía social y ética, con unos valores que son los nuestros. Aunque no estoy seguro de si estos valores los comparte todo el mundo: cada uno tiene sus criterios y conceptos. Lo que tenemos claro es que somos una cooperativa centrada en la economía social. También que la proximidad es un elemento clave para nosotros. Además, hacemos banca relacional por lo que ofrecemos servicios a nuestros usuarios durante toda su vida.
Ustedes aseguran que buscan generar el máximo impacto social posible con ese dividendo que supone un 10% de su cuenta de resultados. ¿Hay alguna manera de cuantificarlo?
Imagínemos que destinamos 100.000 euros a iniciativas de sostenibilidad o de mantenimiento de comedores sociales. El impacto que buscamos debe ser cinco veces superior al importe que hemos invertido. No hemos inventado nada nuevo. Es una fórmula estándar que proviene del profesor y premio Nobel de Economía Amartya Sen, quien ha desarrollado una metodología para calcular el impacto social.
Con la práctica desaparición de las cajas de ahorro y la absorción de algunas por grandes entidades bancarias, ¿está en juego la continuidad del modelo de banca de proximidad?
Nosotros estamos dentro de la Unión Bancaria (ECB Banking Supervision) que define el sistema bancario europeo. Creo que el mercado deriva hacia marcas cuyo propósito es el de ejercer una actividad transnacional que no es, únicamente, geográfica. Cada vez es menos relevante cuál es y dónde está la sede. En Europa existen cooperativas muy importantes, sobre todo en el territorio que ocupan. El grupo Raiffeisen Bank cuenta con más de 100 oficinas en diferentes pueblos. Es una marca única, pero cada oficina interáctua con el territorio. Esa es una gran ventaja del modelo cooperativo. ¿Resulta complejo de gestionar? Sí ¿Su funcionamiento es completamente distinto del de una sociedad anónima? Totalmente, pero funciona. Nosotros somos una de las pocas entidades que conserva su sede en Catalunya, y la única en Barcelona, aunque tenemos presencia en siete comunidades autónomas. En cada una de estas plazas, nuestros equipos tienen objetivos y métricas diferentes. El modelo local y de proximidad es el que nos gusta, aunque nuestros productos sean más globales. Yo observo dos tendencias. Una a operar de forma global y otra de apostar por la proximidad, aprovechando las ventajas de la globalización.
En el sector se tiende a cerrar oficinas y a la digitalización. ¿En qué punto se sitúa Caixa d’Enginyers?
Aquí hace falta preguntarse cuál es la lógica de cada entidad bancaria. Si se le da prioridad a la cuenta de resultados y al beneficio o a la satisfacción del usuario. Creo que se pueden buscar formas sostenibles, que garanticen la viabilidad desde el punto de vista financiero. La solvencia no está reñida con la atención a las personas. Hace más de 20 años que estamos inmersos en el mundo de la digitalización. En aquel momento, empezamos a desarrollar el concepto de banca electrónica. Toda esta inmmersión permitió que la entidad pudiera crecer de forma notable, sin necesidad de abrir oficinas por todas partes. Nuestro ratio de oficinas era la décima parte de lo que nos tocaba por el volumen de activos que generábamos.
¿Qué opina sobre las fintech y semejantes? ¿Pueden ser, o no, una amenaza real para entidades finacieras como la suya?
Para mí, las fintech aportan ideas frescas, tremendamente necesarias para las entidades bancarias. Esas ideas, una vez lanzadas, se pueden incorporar a negocios más complejos, súper regulados, como los bancos. Nosotros hemos trabajado con varias fintech que nos han permitido crear aplicaciones, como la de Mis Finanzas. Cuando abres una cuenta con nosotros, además del extracto clásico tienes un análisis de tus gastos e ingresos y consejos sobre dónde puedes ahorrar según tu comportamiento, etcétera. Con otra fintech hemos evitado el lío de pasar las domiciliaciones de un banco a otro. No las veo tanto como competidoras, aunque eso no quiere decir que alguna de ellas pueda sobrevivir por sí sola. Para mí, las fintech han contribuido a externalizar la innovación para llevarla después a las entidades.
¿Cómo encajan desde Caixa d’Enginyers la propuesta del Ejecutivo central de gravar con un impuesto los beneficios por comisiones e intereses de las entidades bancarias?
Este es un problema serio. Las entidades necesitamos que haya una estabilidad y una previsibilidad, porque eso también condiciona los comportamientos. Reconozco que este es un momento difícil, dado que hay necesidades presupuestarias. Sin embargo, creo que se podrían buscar fórmulas diferentes para conseguir recursos. Fórmulas que no generasen distorsiones indeseadas. Como agentes sociales, las empresas debemos colaborar con todo, sobre todo con el Estado. Pero opino que se necesitan fórmulas que se puedan consensuar. Para hacernos una idea, nosotros destinamos la mitad del impuesto de sociedades anual a iniciativas de acción social. Seguro que existen maneras de cubrir esas necesidades sin generar confrontación. Estas cosas pasan cuando no hay diálogo alguno.
Hay dos tendencias en banca: operar de forma global o apostar por la proximidad, aprovechando las ventajas de la globalización.
¿Cuáles son sus retos de negocio de cara al año 2023? ¿Qué tienen en mente dadas las previsiones económicas poco halagüeñas?
A lo largo del último medio siglo, hemos pasado de ocupar un despacho de 5 metros cuadrados a una cooperativa en la que trabajan más de 500 profesionales. Está claro que vivimos una época de transformación, económica y social, de cambio global. Nuestros retos para el año 2023 son: perseverar en la capacidad de entender qué necesitan nuestros socios y despejar todas sus dudas e inquietudes. Debemos estar al lado de la gente, apostar por la escucha activa y la proximidad. A este reto, nos planteamos preservar una entidad perfectamente sólida, en términos de solvencia. Que tenga un nivel de liquidez máximo para poder absorber cualquier impacto que se produzca. Asimismo, seguimos con la estrategia de avanzar y darnos a conocer al conjunto de la sociedad. Cualquier futuro socio de Caixa d’Enginyers debe tener la tranquilidad de que le llevaremos a buen puerto.