La clave para el éxito del colectivo autónomo exige un cambio de mentalidad: pasar de un enfoque centrado en la fuerza de trabajo a otro basado en la gestión y la estrategia.
Si hacemos retrospectiva desde la pandemia, en aquel momento se hablaba de una “nueva normalidad”. Sin embargo, desde 2020 hasta la actualidad, no puede afirmarse que se haya restablecido una normalidad en términos de continuidad de los patrones de vida. Por el contrario, el contexto actual se caracteriza por un fenómeno de policrisis, entendido como la convergencia de múltiples desafíos –sociales, económicos, políticos y medioambientales– que emergen, se interrelacionan y se superponen, generando un estado de incertidumbre constante.
Para mantener su viabilidad, los negocios deben adaptarse a esta situación, que, según el sector y la empresa, puede incidir de forma distinta.
Pero ¿qué oportunidades podemos identificar en este 2025?
En primera instancia, las condiciones macroeconómicas sugieren un crecimiento moderado, acompañado de una inflación contenida y una tendencia descendente en las tasas de interés.
En segundo lugar, a pesar de que la tensiones geopolíticas y comerciales pueden generar incertidumbre, así como ciertas tensiones sobre los costes, también pueden favorecer la regionalización de cadenas de suministro y, con ello, sectores y negocios de proximidad.
La inversión vinculada a los fondos NGEU se mantendrá, centrada en la transición energética, infraestructuras verdes y digitalización.
La evolución de los cambios sociales, tecnológicos y de valores conllevarán nuevas oportunidades de productos y servicios, así como nuevos planteamientos para producirlos.
Podemos concluir que la demanda es, en general, una oportunidad.
Por el contrario ¿qué elementos se pueden identificar en 2025 que supongan desafíos para los autónomos?
En este ámbito, resulta relevante considerar el acceso a la financiación, tanto en términos de cantidad como de las condiciones para su obtención.
El incremento del proteccionismo y la imposición de aranceles puede conllevar presión sobre los costes de algunos productos y servicios. En este sentido, la dificultad para trasladar dicho incremento al precio final puede disminuir los márgenes.
El mercado laboral también presenta tensiones, con un desajuste entre oferta y demanda, incrementos de costes y dificultades para ocupar puestos vacantes.
La burocracia, el cumplimiento normativo y los cambios regulatorios también son elementos que dificultan la gestión de estos negocios de reducida dimensión.
A la vista de esta relación, se evidencia que los principales desafíos se ubican en la oferta, con tensiones en los recursos y los precios.
Según un estudio realizado por Pimec Autónomos, el 77% del colectivo trabaja más de 40 horas a la semana y un 41% más de 50 horas a la semana. En este contexto, la gestión del tiempo se configura como un aspecto clave, especialmente en un entorno dinámico donde las exigencias se diversifican y requieren un conocimiento amplio y multidisciplinar.
Los cambios tecnológicos facilitan a este segmento empresarial el acceso a herramientas digitales, con costos y niveles de usabilidad cada vez más asequibles. Estas tecnologías representan una oportunidad para automatizar procesos y mejorar la eficiencia operativa de los negocios y actividades del colectivo autónomo. En otras palabras, permiten mejorar su productividad.
En consecuencia, el cambio clave para el colectivo autónomo no radica solo en la implementación de herramientas, sino en un cambio de enfoque. Históricamente, siguiendo los datos del estudio, el foco se ha centrado en la fuerza de trabajo: horas dedicadas y una implicación constante en la operativa diaria. Sin embargo, en el contexto actual, la clave no está en trabajar más sino en gestionar mejor.
Para ello es fundamental formular las preguntas adecuadas en términos de gestión: ¿cómo mejorar la experiencia de cliente?, ¿qué procesos automatizar?, ¿de qué manera?, ¿con qué herramientas?, y ¿quién puede proporcionar el apoyo necesario?
Para responder a estos interrogantes, es esencial que los autónomos dispongan de un conocimiento claro sobre las distintas opciones disponibles –a través de formación y asesoramiento especializado– y cuenten con los recursos necesarios para realizar las inversiones necesarias, ya sea mediante la generación de ingresos del negocio, el acceso a financiación y la obtención de subvenciones.
No obstante, para que cualquier estrategia de gestión sea realmente efectiva, es imprescindible reconocer un factor fundamental: el bienestar de la persona autónoma. Afrontar nuevos desafíos, responder a imprevistos y ajustar la estrategia a un contexto volátil exige claridad mental, energía y resiliencia. La persona autónoma es la pieza clave de la actividad. Por ello, cuidar su bienestar personal no es un aspecto secundario, sino un pilar estratégico. Un autónomo agotado difícilmente podrá gestionar con eficacia y sostener su negocio a largo plazo. Se desprende, pues, que la gestión empresarial debe incorporar también la gestión del propio equilibrio, estableciendo límites, optimizando el tiempo de trabajo y adoptando hábitos que permitan mantener la estabilidad personal en medio de la complejidad del entorno actual.
El 77% del colectivo trabaja más de 40 horas a la semana y un 41% más de 50 horas a la semana, según un estudio de Pimec.
Un entorno tan cambiante puede suponer también la oportunidad para emprender nuevos proyectos empresariales. Sin embargo, para que estos proyectos sean viables y sostenibles, es fundamental que nazcan con una mentalidad basada en la gestión estratégica, la orientación al cliente y la productividad, en lugar de depender exclusivamente del esfuerzo constante y las horas de trabajo. Esto implica planificar desde el inicio cómo estructurar dicha actividad y definir prioridades y recursos. De ahí la importancia de la formación y el asesoramiento para el emprendimiento. Además, integrar el cuidado personal como un factor clave en la estrategia empresarial permitirá también a los nuevos autónomos mantenerse en condiciones óptimas para gestionar con claridad, adaptarse a los cambios del mercado y asegurar un equilibrio entre el esfuerzo dedicado y los resultados obtenidos, favoreciendo la viabilidad del negocio.
En un 2025 lleno de desafíos y oportunidades, la clave para el éxito del colectivo autónomo exige un cambio de mentalidad: pasar de un enfoque centrado en la fuerza de trabajo a otro basado en la gestión y la estrategia. Es decir, un pensamiento dirigido a superar los desafíos, aprovechar las oportunidades y optimizar la forma de trabajar. Al mismo tiempo, la gestión eficaz no puede desvincularse del bienestar personal, ya que la sostenibilidad del negocio está estrechamente ligada a la sostenibilidad de quien lo lidera. En este escenario, apostar por la formación, el asesoramiento y la implementación de herramientas que mejoren la productividad y la eficiencia es una inversión imprescindible.