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Barcelona: urbanismo, economía e innovación

La ambición colectiva, la colaboración interinstitucional y la complicidad público-privada han permitido posicionarnos como capital digital y tecnológica global.

El mundo se transforma a una velocidad de vértigo y las ciudades son el lugar donde se producen y visibilizan los grandes cambios sistémicos. Las ciudades son, a la vez, la creación más compleja de la humanidad, y también el espacio donde se genera el progreso y la creatividad humana. Las grandes urbes se erigen en protagonistas del desarrollo global y motor de los principales cambios sociales, culturales, económicos, tecnológicos, políticos, sanitarios y medioambientales. El territorio, y particularmente el ámbito local, más allá de sus competencias, sufre la tensión permanente de la necesidad de ofrecer respuestas a los grandes –y viejos– retos de la humanidad y del planeta, generando un círculo virtuoso de innovación y talento distribuido e interconectado entre sí.

Las ciudades se comportan como organismos vivos que evolucionan y se transforman para adaptarse al entorno y a los retos de cada momento. Barcelona es una ciudad global inmersa en procesos de transformación urbana para diseñar la ciudad del futuro, para dar respuesta tanto a los retos inmediatos de la ciudad y sus ciudadanos como a los grandes desafíos globales como la lucha contra el cambio climático. Lo hacemos con una nueva agenda económica con visión social y medioambiental, el BCN Green Deal. Una estrategia de ciudad vinculada a la competitividad económica y el talento, la sostenibilidad y la equidad social como vectores de transformación que hay que redefinir y actualizar constantemente en el contexto de las transiciones digital y ecológica que nos interpela a repensar nuestro proyecto económico, social y territorial. Solo a través de la innovación política, económica y social, podremos redefinir e insertarnos en las grandes cadenas de valor global –mercancías, servicios, talento y capital–, seguir siendo motores del crecimiento y dar respuesta a las transformaciones globales que nos interpelan a construir nuevas coherencias y alianzas mucho más allá de las instituciones.

Los diferentes choques sistémicos a los que nos enfrentamos, como la crisis sanitaria de la Covid-19 o la emergencia climática, o el impacto de la guerra de Ucrania, aceleran las tendencias a largo plazo que ya se estaban produciendo, y generan cambios disruptivos en las nuevas formas de vivir y trabajar. El reto es cómo hacer de las ciudades territorios competitivos, sostenibles y equitativos en el que la innovación y el talento se constituyen en el factor crítico para atracción de la generación de valor nuevo, esto es, inversiones, empleo de calidad y desarrollo sostenible y sostenido. Asistimos a un cambio de paradigma en la conformación de las cadenas de valor global, sobre todo con la eclosión de la economía digital en el que las empresas hoy invierten allí donde se instala el talento y se generan los polos de la innovación. Porque si bien el talento está distribuido en el mundo, las oportunidades y la innovación no lo están por igual. Estas se concentran en ciertos territorios, y concretamente en algunas ciudades y regiones del planeta. El talento, y en particular el talento tecnológico y digital, busca los mejores lugares para vivir y trabajar. Estos perfiles profesionales valoran especialmente más aspectos como la calidad de vida, la conectividad, la conciliación –y el teletrabajo–, que van ganando terreno frente a incentivos materiales como el sueldo entre las motivaciones para cambiar de trabajo.

El ecosistema local cuenta con más de 1.700 startups que han decidido establecerse en Barcelona, y el 60% de los fundadores son extranjeros.

Y es que, en un mundo en que la innovación depende de un talento cada vez más escaso y selectivo, hay que ser muy eficientes a la hora de atraerlo y retenerlo. Barcelona ha conseguido ser un polo de innovación, en parte gracias a su capacidad de atraer talento internacional que ejerce de efecto llamada de las compañías y startups más innovadoras del mundo. Entre todos, hemos conseguido generar una dinámica que nos posiciona como el primer hub tecnológico del sur de Europa y somos una de las ciudades preferidas por los emprendedores tecnológicos para fundar una startup. De hecho, el ecosistema local cuenta ya con más de 1.700 startups que han decidido emprender o establecerse en Barcelona, y el 60% de los fundadores son extranjeros. Los datos nos dicen, además, que la mitad del nuevo talento generado o captado en la ciudad en el año 2021 procede de otras economías. Concretamente, 4.700 profesionales de alta cualificación, 2,3 veces más que los incorporados en el año 2020. De ellos, el 31,4% se concentra en el talento digital, ciberseguridad (40,55%) y desarrolladores de aplicaciones (40,31%), y vienen desde grandes ciudades globales como Londres (11,44%) o Madrid (10,15%), que paradójicamente son las que más talento exportan hacia Barcelona.

Una de las palancas para el éxito de Barcelona como ciudad vinculada a la innovación lo constituye la organización de grandes eventos tecnológicos y en particular el Mobile World Congress, o ser sede del Barcelona Super Computing Center. Ejemplos de la ambición colectiva, colaboración interinstitucional y complicidad público-privada que ha permitido posicionarnos como capital digital y tecnológica global. El hecho que el Mobile World Congress haya renovado su compromiso con Barcelona hasta 2030 fortalece la economía digital y el ecosistema de innovación. Un evento de éxito que ha ejercido de catalizador y atracción de otros eventos tecnológicos como el ISE (Integrated System Europe), la gran feria audiovisual que trasladó su sede de Ámsterdam a Barcelona y que hace que la ciudad haya posicionado su primavera tecnológica de eventos como un lugar de referencia en innovación a nivel global.

Pero somos conscientes que ningún éxito del pasado garantiza el éxito del futuro. Hay que seguir trabajando con audacia y humildad para seguir tejiendo las complicidades necesarias, seguir creciendo de forma coherente y holística como hub de innovación global. Para ello, estamos trabajando en aumentar significativamente la capacitación y la formación de profesionales y en particular en fomentar las vocaciones STEAM, fomentar conocimientos, competencias y vocaciones tecnológicas, especialmente con perspectiva de género. Una tarea conjunta entre universidades, centros de I+D+i así como empresas e instituciones, entre los que destacan la ampliación de la IT Academy para formar nuevos profesionales en tecnologías punteras a través del reskilling, o la Escuela 42 de la Fundación Telefónica, modelo de pedagogía gratuita e innovadora para formar a jóvenes como desarrolladores de software.

Igualmente, las políticas urbanísticas son una herramienta fundamental para poder generar nuevos polos innovadores de actividad económica, adaptando espacios de la ciudad para el desarrollo de polos de innovación y generando tejido económico y tecnológico desde la proximidad. Con esta finalidad, estamos apostando por la creación de nuevos clústeres en los ámbitos de la digitalización, la innovación o la industria 4.0. Se trata de conjugar de forma inteligente urbanismo y economía para seguir creando las condiciones para el desarrollo de sectores tractores como las industrias creativas (diseño, videojuegos, edición digital, publicidad, etc.), que constituyen el 14% del PIB de la ciudad y cuentan ya con 145.000 puestos de trabajo, 43.000 creados en los últimos 6 años. Otros sectores emergentes empiezan a ser igualmente estratégicos en la ciudad, como la economía verde y circular, la salud y la biotecnología, o la economía azul. En definitiva, todo está por hacer y todo es posible, y en Barcelona tenemos la ambición colectiva para convertirnos en un hub de innovación global.

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