La financiación alternativa ya era una tendencia creciente, aunque tímida, pero se espera que acelere su desarrollo en los próximos meses.
No hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague. Frente a la disminución de la actividad y, por consiguiente, de ingresos, las pymes españolas han tenido que enfrentarse a un vacío que ha sido llenado por los préstamos bancarios avalados por el ICO, el auténtico salvavidas para surfear la oleada de impagos que se hubiera producido sin este endeudamiento. Ahora, con el horizonte puesto en la recuperación de la actividad económica, se debe empezar a pensar cómo se va a pagar esta elevada factura.
El endeudamiento ha sido necesario. A pesar de que financiar pérdidas con deuda no es lo más ortodoxo, ha sido la única fórmula a la que han tenido acceso las empresas para mantenerse a flote. Ha sido decisiva en este sentido la participación del sector bancario, que se ha volcado en conceder importantes recursos en forma de préstamos.
Las empresas españolas encaran la recuperación, por lo tanto, en un contexto de elevado endeudamiento y con una generación de caja que todavía no llega a los niveles prepandemia y que está muy lejos de permitir la devolución de dichos préstamos a corto y medio plazo. La banca, por su lado, pasará los próximos meses observando con cautela, ya que a partir de ahora los préstamos para financiar deuda suponen un elevado volumen de riesgo, sin el aval del ICO.
Esto coloca en una problemática a las empresas que todavía requieran de una mayor financiación o tengan dificultades para atender el plan de pagos comprometido, quienes deberán explorar vías que hasta ahora no habían contemplado para afrontar los pagos de deuda. Una de las opciones que van a ser ineludibles será la renegociación de los plazos de amortización de los préstamos bancarios, algo que tanto la banca como el ICO van a aceptar como han ido haciendo hasta ahora.
El elevado endeudamiento de las pymes no es consecuencia de la pandemia sino que se ha visto agravado por ella.
La otra opción que las empresas van a tener que explorar es la obtención de financiación fuera del circuito bancario. Antes de la pandemia, la financiación alternativa ya era una tendencia creciente, aunque tímida, pero se espera que acelere su desarrollo en los próximos meses y habrá que estar atentos a nuevos operadores que van a aparecer.
Por otro lado, todas las empresas que tengan oportunidad de ello deben tratar de obtener financiación de los fondos europeos del programa Next Generation EU, puesto que se trata de financiación a fondo perdido que no generará ningún tipo de deuda. Ello no servirá para obtener liquidez directamente, ni para afrontar la deuda, pero puede ayudar a impulsar algunos proyectos que se conviertan en nuevas fuentes de generación de cash-flow o de reducción de costes, lo que, al final, también contribuye a la viabilidad empresarial.
Superar el préstamo
Es importante destacar que el elevado endeudamiento de las pymes no es consecuencia de la pandemia, sino que se ha visto agravado por ella. La verdadera problemática del sistema de financiación español es la excesiva dependencia de los préstamos bancarios y del endeudamiento como vía de financiación. Esto ha contribuido a que algunas empresas crecieran mucho, pero que lo hicieran con una débil estructura financiera, con dependencia de la banca y sin la solidez que les permitiera afrontar cambios importantes o contextos complicados.
El cambio es, en este sentido, necesario y ya está ocurriendo, y ante el contexto de deuda cada vez se torna más necesaria la apertura de las empresas a la incorporación de nuevos socios inversores, que aporten financiación a través de ampliaciones de capital, algo común en otras economías europeas y mundiales.
Definamos el escenario. Pocos operadores van a seguir ofreciendo ayuda en forma de deuda a empresas ya muy endeudadas, y la falta de liquidez y de recursos propios las llevarán a la única opción de acceder a financiación mediante la incorporación de nuevos socios inversores. Mediante esta fórmula, la retribución del accionista se produce mediante el cobro de dividendos futuros cuando se pueda o mediante la plusvalía obtenida en una futura venta de participaciones, pero el cash-flow que se genera no está “hipotecado” a favor del prestador.
El reto del cambio
Este cambio llegará, pero no sin resistencias. Uno de los factores que más dificultan este tipo de operaciones es el hecho de que en las pymes se tiende a mezclar la actividad empresarial con el patrimonio personal del empresario y la entrada de un socio ajeno a la familia es incompatible con este tipo de prácticas. Sin embargo, si se consigue incorporar socios externos se conseguirá una profesionalización de la gestión de la empresa, la implantación de un management basado en criterios objetivos y transparentes y todo, ello, contribuirá sin duda a una mayor eficiencia y rentabilidad.
Esta puede ser una de las grandes enseñanzas de la pandemia para las pymes. Aunque antes de la pandemia ya era reconocido que tenemos un tejido empresarial sustentado por deuda en lugar de estarlo por recursos propios, pocos habían hecho algo para cambiarlo. Es ahora, a partir de una necesidad acuciante, cuando se van a empezar a capitalizar empresas mediante la inversión directa, refuerzo de los fondos propios y tendiendo a revertir los porcentajes del pasivo que se reparten entre deuda y fondos propios, propiciando empresas más fuertes financieramente y gestionadas con un mayor grado de profesionalización.