Es momento ahora de aprovechar las lecciones derivadas de la pandemia para promover de forma eficaz un nuevo impulso en la política científica y de innovación.
Hemos aprendido a convivir con una pandemia pasando por diversas fases. Desde la necesidad de minimizar cualquier tipo de contacto a relajar las medidas de aislamiento. Al compás que los mecanismos de transmisión se comprendían mejor y los tratamientos se mejoraban, al momento decisivo de tener vacunas para una buena parte de la población mundial y a la concienciación de que no es suficiente crear burbujas de población inmunizada si no se ataca la pandemia a nivel global.
La comunidad científica ha sido decisiva en proporcionar a los sanitarios de primera línea los medios para combatir su lucha y a los responsables políticos la información para ayudarles a tomar decisiones difíciles y con efectos devastadores en la sociedad a nivel económico y de convivencia. Nunca antes como ahora el pertenecer a esta comunidad ha sido un privilegio y un orgullo.
Europa ha reaccionado y, a través de los fondos de recuperación, pone en mano de los gobiernos nacionales los instrumentos para superar la prueba con positividad y constructivamente. Es una oportunidad que hay que explotar con inteligencia y, sobre todo, con visión de futuro.
La pandemia del coronavirus ha sido una demonstración evidente de la globalización de nuestro planeta y de cómo el comportamiento de cada uno de nosotros puede afectar al resto de la humanidad. Es de hoy, y no de mañana, el reto del cambio climático como evidencia el último informe del IPCC (https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/), la urgencia de cambiar nuestro modelo de crecimiento y de proponer soluciones sostenibles, ante todo en la producción y distribución de energía y de alimentos y en la conservación del patrimonio ecológico mundial. Y quiero añadir también la importancia de asegurar el bienestar de la sociedad, incluyendo a los países en vías de desarrollo y con graves crisis humanitarias.
En España tenemos la oportunidad, que no podemos desaprovechar, de utilizar los fondos de recuperación para un cambio de paradigma, y construir a partir de las realidades ya existentes una fuerte estructura de investigación e innovación, que sea protagonista del esfuerzo europeo y mundial para dar respuesta a los retos del futuro.
El Sincrotrón ALBA
Es una apuesta hecha en 2003 por los gobiernos autonómico y central para crear una gran infraestructura de investigación, un ejemplo de excelencia del sistema español de ciencia, y a la vez de resiliencia, ya que ha demostrado su capacidad de desarrollarse y de ser internacionalmente reconocido a lo largo de los últimos años que, como todos sabemos, han significado un periodo de austeridad para el sistema científico en España. Los dos análisis socioeconómicos realizados por García Montalvo en 2004 y en 2010, antes y después de la construcción respectivamente, demuestran el impacto puramente económico de la instalación, que es positivo aun antes de comenzar la actividad científica. Hoy, con más de 6.000 usuarios, más de 2.500 experimentos llevados a cabo en la última década, con una producción científica de gran impacto, con decenas de patentes propias y centenares de patentes de la comunidad usuaria, damos respuesta a una infinidad de temas en ámbitos diversos, que no pueden resumirse en pocas líneas.
Menciono solamente que la luz de nuestro sincrotrón está siendo utilizada para estudiar la interacción del coronavirus con las células, para participar en el desarrollo de fármacos que lo bloqueen y vacunas que lo combatan. Cuando estalló la pandemia, nuestros métodos experimentales estaban ya preparados para proporcionar respuestas sobre este enemigo desconocido, gracias a sus capacidades para ayudar a resolver tantas otras enfermedades. Y a título de ejemplo somos claramente un instrumento esencial en el desarrollo de materiales para las nuevas tecnologías y la economía verde, como las baterías del futuro.
El Sincrotrón es un instrumento esencial en el desarrollo de materiales para las nuevas tecnologías y la economía verde, como las baterías del futuro.
Hoy ALBA sigue abriendo nuevas líneas experimentales y construye su futuro, ALBA II. Su objetivo principal es proporcionar soluciones aún más avanzadas para progresar en el conocimiento y en las soluciones de los retos mundiales. El momento es el adecuado por diferentes motivos.
La tecnología de las fuentes de luz de sincrotrón ha evolucionado hacia la cuarta generación, que implica un incremento de sus capacidades de resolución y detección a través de un aumento significativo de la brillantez del haz de fotones y de su grado de coherencia. Hoy en el mundo funcionan ya tres sincrotrones de cuarta generación y una decena están evolucionando hacia esta nueva tecnología. La transformación de estas infraestructuras es un proceso altamente efectivo en términos de coste y de tiempo, como ha demostrado el sincrotrón europeo ESRF, recientemente inaugurado como ESRF-EBS (Extreme Brilliant Source). Utilizando sistemas magnéticos compactos, nuevas tecnologías de cámaras de vacío, avanzados métodos de construcción e instalación con precisión nanométrica, sistemas de simulación y posteriormente de control basados en inteligencia artificial, se acelera un haz de electrones en el sincrotrón con dimensiones y divergencias con órdenes de magnitud menores de las presentes, y de ahí el haz de fotones más brillante y efectivo. El proceso de cambio de ALBA a ALBA II mantiene las instalaciones principales, y sustituye parcialmente algunos sistemas de los aceleradores. La actualización de las líneas experimentales para adaptarlas a la nueva fuente completa el proceso. El paso a ALBA II es ya una realidad: se acaba de conceder la primera financiación oficial, una contribución de 7.5 millones de euros, provenientes de los fondos de NextGenerationEurope (NGE), para llevar a cabo el prototipaje de las nuevas tecnologías del acelerador y el laboratorio de posicionamiento nanométrico.
Nuestro sincrotrón está situado en el término municipal de Cerdanyola del Vallès, en el Parc de l’ALBA, un terreno de 400 hectáreas, cercano al Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona, con gran capacidad de crecimiento y de explotación por parte de instituciones públicas y privadas. El plan urbanístico del Parc de l’ALBA se ha desbloqueado recientemente con la posibilidad de utilizar los terrenos aledaños a la parcela actual para ampliar ALBA II. Se planea construir hasta tres líneas experimentales extralargas cuyo poder de resolución se potencia con sistemas ópticos de gran longitud. Las características se están ahora diseñando con la contribución de la comunidad científica.
Por una economía competitiva
Estas nuevas líneas largas son el corazón de ASTIP (ALBA Science, Technology and Innovation Park), una de las propuestas elaboradas con otras instituciones para optar a los fondos NGE y que ya ha asumido la Generalitat de Catalunya como proyecto de renovación y desarrollo.
ASTIP se propone como un centro interdisciplinar donde la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación industrial se fusionan para crear una economía competitiva, eficiente en el uso de recursos y resiliente, centrada en la energía verde, la transición digital y la salud. ASTIP, apoyado por el Parc de l’Alba y el ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès, engloba a los actores clave de la cadena de valor de la innovación de diversos actores como la Universitat Autònoma de Barcelona, a instituciones de investigación líderes en sus campos, como el Institut Català de Nanociència i Nanotecnologia (ICN2), el Institut de Ciència de Materials de Barcelona (ICMAB), el Institut de Física d’Altes Energies (IFAE), el Institut de Biologia Molecular de Barcelona (IBMB), bajo el paraguas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y el Barcelona Institute of Science and Technology (BIST) y la participación del centro tecnológico EURECAT y sus empresas colaboradoras.
ASTIP se desarrolla alrededor de tres pilares, todos ellos potenciados por ALBA II y utilizadores a su vez del nuevo sincrotrón: COMTEC (Complex Material and Technology Center), centrado en el desarrollo de materiales complejos para las energías verdes y la transición digital, dos prioridades dentro del Pacto Verde Europeo; AMBIC (Advanced Multiscale Bio Imaging Center) plataforma de investigación y servicios para proporcionar respuestas efectivas a temas de salud, al desarrollo de fármacos y vacunas, a la biología del desarrollo; y finalmente SYNDUSTRY (Synchrotron light-based R&D towards new industrial applications), un hub de innovación que reforzará la conexión de la I+D basada en la luz de sincrotrón con el sector industrial.
ALBA II y ASTIP son motores cruciales de la economía local, regional y nacional, con la creación de centenares de puestos de trabajo, que incluyen científicos, ingenieros, administrativos y técnicos. Son iniciativas que revertirán el camino de los científicos desde las universidades y centros de investigación nacionales hacia otros países, haciendo volver aquellos que han buscado oportunidades donde estas están al alcance, y que pueden ahora utilizar su experiencia en el extranjero para hacer crecer en España la ciencia y sus aplicaciones. El área de Barcelona tiene un gran poder de atracción, una calidad de vida envidiable, un excelente sistema sanitario y la marca de Cerdanyola del Vallès es la Ciudad del Conocimiento. Con proyectos nuevos tendremos el poder de revertir la diáspora científica y de atraer talento.
En una reciente entrevista (El País, 21 agosto) Fabiola Gianotti, directora del CERN, y el escritor Nuccio Ordine defienden la necesidad de avanzar en el camino del conocimiento para asegurar el progreso de la humanidad, y cómo gracias a este avance se pueden desarrollar infraestructuras científicas de gran utilidad para la sociedad. Nosotros, con ALBA II y ASTIP, cubrimos el camino entre el conocimiento puro y la aplicación más práctica de este conocimiento.
Es momento ahora de aprovechar la experiencia adquirida y las lecciones aprendidas en este año y medio para promover de forma eficaz y realista un nuevo impulso en la política científica y de innovación en España, situándola en el centro del modelo productivo y dotándola de los recursos necesarios. ALBA II y ASTIP son actores de este impulso.