En tiempos de conflictos bélicos, una mirada a las principales empresas que conforman la industria militar en España y al peso económico de un sector en auge.
Las industrias militares, en la mayoría de los países, pero especialmente en España, tienen una dependencia directa del Estado debido a que su principal cliente es el Ministerio de Defensa, y, en ocasiones, el único. Así, la industria militar y el Ministerio de Defensa son enormemente interdependientes. La existencia de las fuerzas armadas justifica la industria militar y viceversa, la industria de defensa bajo el pretexto de que crea riqueza y puestos de trabajo es utilizada como excusa para el mantenimiento de los ejércitos, pues éstos mantienen una fuerte demanda de armas sobre las industrias. No olvidemos, que las industrias de defensa no serían rentables si no fuera por los substanciosos contratos que Defensa tiene subscritos con ellas. Así como por las ayudas y subvenciones que reciben de diversos organismos públicos entre los que se encuentran en España las inyecciones de I+D militar de los Ministerios de Industria y Defensa. Y quizás estas industrias no subsistirían o habrían dirigido su producción a bienes de equipo del ámbito civil si no recibieran ese trato de favor por parte del Estado que, a la postre, las convierte en un enorme parásito de la economía real.
Principales empresas
Las empresas que suministran productos y servicios al Ministerio de Defensa son unas 400. Aunque, las que producen solamente armamentos, componentes o aportan ingeniería son muchas menos, una veintena, entre las que hay tres que actúan en forma de oligopolio: Airbus, Navantia e Indra. Tres empresas que tienen repartidos los más grandes sectores de producción: Airbus, aeronáutica; Navantia, buques de guerra; e Indra, la electrónica de la mayoría de los armamentos de toda la defensa.
– El Grupo Airbus, del sector aeronáutico, fabrica todos los aviones de combate, de transporte militar y helicópteros para el ejército del aire español. Airbus es un consorcio europeo del que son accionistas: BAE Systems de Reino Unido, Daimler-Chrysler Aerospace de Alemania, Lagardere de Francia, el Estado francés y la SEPI de quien el Estado español posee el 4% de sus acciones a través de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI). Este gigante de la aeronáutica da empleo a 148.893 personas en todo el mundo, y, en España, a unas 13.000 personas con una facturación militar de 4.838 millones en 2022.
Airbus tiene una red de empresas subsidiarias que le suministran accesorios, complementos y tecnologías: ITP Aero, fabricante de motores de todos sus aviones, Indra, Aernnova, Sener, Amper y Tecnobit como más destacadas.
– Navantia, del sector naval, produce toda clase de embarcaciones y buques militares (submarinos, fragatas, corbetas), motores y turbinas, sistemas de control y combate para la armada española. Es una empresa pública propiedad en su totalidad de la SEPI y mantiene tiene una plantilla de 4.939 personas. Navantia a lo largo de toda su historia siempre ha obtenido unos resultados negativos, en 2023 tuvo pérdidas por valor de 121,85 millones, siempre asumidas por el Estado.
– La tercera en importancia es Indra. Una transnacional del sector de la electrónica, ingeniería, tecnología, vigilancia y sistemas de seguridad e información, infraestructuras críticas, ciberguerra, guerra electrónica o los sistemas de control de accesos en puertos, aeropuertos y fronteras.
Desde su nacimiento, Indra ha sido una de las empresas más protegidas del Estado. La SEPI posee el 28% de sus acciones, donde otras dos importantes industrias militares participan, Escribano con un 8%, y la vasca Sapa con un 7,94%. Así mismo, Indra participa con un 7% del accionariado de Hisdesat, de producción de satélites civiles y militares.
Indra ha tenido una tasa de crecimiento en ventas del 148% en diez años (2014-2023) alcanzado los 4.343 millones de facturación en 2023, de los cuales un 17% corresponde al ámbito de la defensa, es decir, 738 millones, y da empleo a 57.000 personas en sus múltiples delegaciones en todo el mundo. Esta protección del Estado se traduce en el hecho de que Indra tiene su mayor concentración de negocio en el sector público, además de disfrutar de una presencia muy significativa en todas las ramificaciones de la industria militar.
Así, se puede observar que tanto Navantia, Airbus, como Indra son empresas muy protegidas por el Estado español, pues es accionista de las tres: de Navantia, su único propietario; mayoritario en Indra; y aunque minoritario en Airbus, esta transnacional es el principal consorcio europeo de la aeronáutica civil y militar, hecho por el cual el Estado español presta su máximo apoyo para extraer influencia y prestigio a nivel europeo. De ahí la afirmación de que conforman un fuerte oligopolio, Airbus y Navantia, sin ninguna competencia.
Con unas veinte empresas en el ámbito exclusivamente militar, Catalunya no se distingue por tener una producción armamentista importante.
Una afirmación que se sostiene en el hecho de que estas tres empresas copan los contratos más sustanciosos, llegando a representar el 74% del total de la producción militar de España que, en el año 2022, fue de 8.959 millones y dio trabajo a unas 23.225 personas, según los datos que reúne el Centro Delàs sobre las 126 empresas analizadas. Tres grandes industrias que están acompañadas por una red de pequeñas y medianas empresas auxiliares, especializadas en el diseño, desarrollo y producción de los subsistemas, componentes y accesorios que requieren los tres grandes gigantes del sector.
Cierto es que el Ministerio de Defensa da otras cifras. Así, en su anuario Estrategia Industrial de Defensa 2023, señala que son 400 las empresas que suministran productos y servicios a Defensa y que éstas dan ocupación a 36.000 trabajadores. Pero hay que precisar que, en su mayoría no suministran equipos militares, sino que prestan servicios para el funcionamiento de las fuerzas armadas, avituallamientos de todo tipo: catering, ropas, energía, mobiliario, etc.
Las industrias militares españolas que suministran los armamentos para el Ejército de Tierra no son más de una docena, las más significativas: General Dynamics/Santa Bárbara, Escribano, URO y Sapa. Además, están las cuatro que fabrican municiones de diferentes calibres para los tres ejércitos, la más importante Rheinmetall/Expal, a la que siguen: Nammo, Fabrica de Municiones de Granada e Instalaza. En el sector espacial fabricantes de satélites civiles y militares hay dos: Hispasat e Hisdesat. Y del sector de la ingeniería electrónica, además de Indra, hay bastantes más, y producen software y nuevas tecnologías en seguridad militar, guerra electrónica, simuladores de vuelo, dirección de misiles, etc. Las más significativas Sener, GMV, Tecnobit, Amper, Isdefe, Raytheon (USA) y Thales (Francia).
La industria militar en Catalunya
Con respecto al territorio catalán, hay alrededor de 1.500 personas trabajando en proyectos orientados a la industria de la seguridad y la defensa. Pero, a pesar de ello, Catalunya continúa sin distinguirse por tener una producción armamentista importante. En el ámbito exclusivamente militar son una veintena de empresas, en su mayoría dedicadas a la electrónica y servicios de ingeniería. Según el informe La industria de defensa en España. Informe 2020, las ventas totales de material de defensa en Catalunya supusieron 23 millones de euros en 2020 (no hay datos posteriores), un volumen ciertamente escaso pues solo alcanza el 0,35% de las ventas totales de defensa de la Estado español de ese año y que da empleo a tan solo 99 personas. Aparte está Indra, de quién se desconoce el número de trabajadores en el ámbito de la defensa.
Como se puede suponer, Indra es la empresa que destaca muy por encima del resto con un total de unos 3.500 trabajadores en el territorio. Y sus cuatro grandes sedes están en Barcelona. Dos en el denominado 22@) de Poblenou, donde elabora electrónica, nuevas tecnologías e ingeniería aeronáutica. Y las otras dos, una en la Gran Vía de las Corts Catalanes y otra en Sant Joan Despí en el parque Inneo, donde se sitúan los equipos de consultoría, transformación digital, transporte, tráfico, administraciones públicas, por un lado, y los equipos de administraciones públicas, telecomunicaciones, redes y tecnologías de servicios financieros, por el otro. Pero se desconoce con exactitud qué proporción de la producción militar realiza en Catalunya.
Conclusión
Una de las grandes falacias de los defensores de la industria militar es el argumento de que sirve como motor de trasvase de I+D al sector civil, una invención de los componentes del complejo militar-industrial que nunca se ha demostrado en la práctica. Sino que es, más bien al contrario, que las tecnologías surgidas del ámbito civil son aprovechadas por la industria militar. Otro argumento son los costes de oportunidad: las inversiones en la industria militar entorpecen el desarrollo de la industria civil debido a que requieren de una mayor aportación económica. En el mismo sentido hay estudios que avalan que por cada puesto de trabajo que se crea en el sector militar se podrían crear entre 3 y 5 en el sector civil.