“En bound4blue fabricamos mucho más que velas rígidas para barcos mercantes; llevamos la tecnología aeronáutica al sector marítimo, adaptándola a sus necesidades específicas”, dice Cristina Aleixendri, cofundadora de bound4blue, una startup en fase de madurez con 50 empleados que prevé alcanzar el centenar y cuadruplicar su producción de velas en lo que queda de año. bound4blue se constituyó oficialmente en 2014, aunque comenzó a operar un año después. Fue entonces cuando los ingenieros aeronáuticos José Miguel Bermúdez y David Ferrer, junto con Aleixendri, lograron diseñar sus primeros prototipos y obtener la financiación necesaria para producirlos. “La idea surgió cuando el padre de José Miguel vio un documental sobre las alas de los aviones y se preguntó, junto a su hijo, por qué no aplicarlas a los barcos mercantes. Sin embargo, el proyecto quedó en pausa durante un año, ya que el sector marítimo no mostraba interés en la descarbonización y el combustible tenía un precio asequible para las navieras”, recuerda Aleixendri. “Siempre digo que sostenibilidad y rentabilidad deben ir de la mano, pues no sirve de nada desarrollar soluciones innovadoras si la sociedad no puede permitírselas. Pero ahora tenemos previsto instalar 44 velas rígidas. Si mantenemos este ritmo, vamos a crecer muy rápido”.
Innovar en el sector marítimo. ¡Todo un reto!
Sí, porque es un sector muy tradicional. Es cierto que no se han implantado muchas innovaciones durante los últimos años, pero a la hora de la verdad no resulta difícil adoptarlas. Y esto es lo que hacemos: si en los aviones, las alas se usan para generar sustentación, nosotros, en lugar de volar, propulsamos el barco hacia adelante, utilizando el viento para navegar como se ha hecho toda la vida desde los fenicios. Lo que aportamos es un sistema muy competitivo en cuanto coste, con materiales asequibles como el acero, y sobre todo hay que tener en cuenta los beneficios que aporta: menos consumo, reducción de emisiones y cumplimento de la normativa medioambiental.
El punto de partida, entonces, es el compromiso medioambiental. ¿Cómo funciona la vela rígida?
Cubrimos una necesidad básica como es la reducción del consumo de combustible. Nuestra vela funciona como la de un avión, un sistema de succión que genera una diferencia de presión entre uno y otro lado, es decir, una fuerza de sustentación y otra de resistencia. En nuestro caso, lo que hacemos es succionar el aire a través de un sistema de agujeros y eso nos permite incrementar la fuerza de avance. La vela se posiciona de forma autónoma para producir el máximo empuje y por tanto el máximo ahorro. En realidad, con la instalación de las velas estamos digitalizando el barco en sí mismo, generando datos que se envían a través de satélite y otros que se almacenen hasta llegar a puerto, y esto nos va dando información crítica en cuanto al funcionamiento, si es preciso hacer algún tipo de reparación, etc.

En cualquier proyecto, la sostenibilidad y la rentabilidad deben ir de la mano, pues no sirve de nada desarrollar soluciones innovadoras si la sociedad no puede permitírselas.
¿Hasta qué punto la financiación ha sido clave para garantizar el proyecto?
Cuando empezamos, nos vimos obligados a poner dinero de nuestros bolsillos, pues necesitábamos capital para desarrollar los prototipos y registrar las patentes. Además de ese capital inicial, hemos necesitado mucho personal y talento para hacerlo viable. Y hemos de tener en cuenta que en 2015 el contexto no era nada propicio para dar apoyo a proyectos industriales como el nuestro. Pero, en definitiva, nos han financiado el área de préstamos para el emprendimiento de ENISA, el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación) y el EIC Accelerator European Innovation Council. Y hace cinco años, el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) lanzó una línea de financiación para convertirse en accionista de bound4blue. Respecto al sector privado, contamos con el apoyo de empresas como Aciturri Aeronáutica, GTT (Gestión y Tránsito SLU), LDC (Louis Dreyfus Company) y varios inversores privados más. En conjunto, hemos obtenido 22,4 millones de euros. Esta financiación se ha complementado con una subvención de 4,1 millones de euros del Innovation Fund Program, otorgada por CINEA (European Climate, Infrastructure, and Environment Executive Agency) y una subvención adicional de 2,4 millones de euros facilitada por el EIC Accelerator Program.
¿Cómo resumiría la evolución de la empresa a lo largo de estos años?
La evolución ha sido muy rápida. Cada semana recibimos como mínimo una incorporación a la empresa, hasta el punto de que esperamos ampliar la plantilla hasta alcanzar el centenar de personas en los próximos meses. Recuerdo que al principio nos veíamos obligados a desempeñar varias funciones a la vez. En mi caso, compaginaba el diseño de prototipos en el taller con los cálculos aerodinámicos e incluso visitaba a posibles inversores. A medida que avanzábamos, seguíamos profesionalizando aún más cada una de las tareas. Al mismo tiempo, seguíamos captando talento. Hoy día, contamos con profesionales como ingenieros, analistas de datos y doctores que desempeñan trabajos de valor añadido. Poco a poco, cada uno de ellos descubre el área donde encaja mejor y aporta mucho más. En estos momentos, el trabajo es más preciso: nuestro equipo está muy preparado y enfocado en esta etapa de crecimiento y consolidación.
¿Qué evolución prevé para este sector emergente en el que ustedes operan?
Hoy día, se contabilizan un total de 40 barcos con esta tecnología en todo el mundo. Parecen pocas unidades, pero hay que tener en cuenta que el crecimiento de este sector es exponencial. Algo similar sucedió, en su momento, con los coches eléctricos. Al principio, veías pocos por la calle y ahora cada vez hay más. Como todo proyecto industrial, la propulsión a velas requiere tiempo de diseño, fabricación e instalación. En mi opinión, el mercado evoluciona a buen ritmo: estamos triplicando el número de instalaciones y se prevén 100 instalaciones a mediados del año que viene en todo el mundo. De hecho, se espera que la propulsión a velas se convierta en un estándar en navegación marítima. Nosotros somos los más importante en pedidosy el segundo fabricante en número de instalaciones completadas y ya encargadas. Actualmente, vamos a proveer velas rígidas a 14 barcos, que se sumarán a los 4 que ya tenemos. Hablamos de casi 45 unidades de velas. Por lo tanto, vamos a cuadruplicar nuestro ritmo de crecimiento.
Actualmente, exportan a varios países europeos y empiezan a tener presencia también en el continente asiático. Aun así, ¿les pueden afectar las medidas arancelarias aprobadas por Estados Unidos?
En estos momentos, estamos trabajando en países europeos como Noruega, Dinamarca, Holanda, Francia, además de España, pero también en Japón y Singapur. Nos estamos abriendo paso en el continente asiático. Debemos tener en cuenta que el sector marítimo es internacional y los armadores operan en todas partes. Y si bien nuestro mercado no se halla en Estados Unidos, sí es cierto que algunos de nuestros contratos se firman en dólares, por lo que dependemos de las fluctuaciones de la moneda. Yo creo que Trump pretende cambiar la geopolítica global y las consecuencias se van a notar en todos los negocios. El hecho de que aumenten las tensiones con China o Asia y se agudicen los conflictos tendrá sus repercusiones económicas. Si hay una guerra, se cambiarán rutas marítimas e, incluso, puede haber falta de suministro de materiales necesarios para nosotros. Vivimos en un entorno muy volátil y, como empresarios, deberíamos aprender a vivir en esa incertidumbre. Y, sobre todo, saber gestionar y dar respuesta a determinadas situaciones con la mayor agilidad posible.
¿Qué planes de futuros tiene?
Hemos desarrollado una tecnología que funciona y ahora queremos escalar la empresa. Tenemos el talento necesario para conseguirlo, aunque debemos captar más. Estamos ampliando plantilla en las oficinas de Sant Cugat y Cantabria y, a finales de año, incorporaremos personal en la de Singapur. Cuando hablamos de escalar la empresa nos enfocamos en áreas como operaciones, costes y desarrollo de nuevos productos. Sabemos muy bien a qué mercados nos queremos dirigir. A la vez, comenzaremos a operar en nuevos mercados y segmentos que, por ahora, desconocen nuestra tecnología. En general estamos muy satisfechos porque clientes como Maersk siguen encargándonos más instalaciones.
“Queremos ayudar a descarbonizar el sector marítimo”
El sistema eSAIL® está clasificado como vela de succión y su implantación contribuye a un ahorro de combustible fósil a partir de un 30%. Hay que tener en cuenta que el transporte marítimo mueve un 90% de la carga mundial. Sin embargo, la producción de energía limpia representa menos del 14% de la energía total generada a nivel global. A pesar de que se habla mucho sobre la descarbonización, no se están impulsando lo suficiente las energías renovables, al menos no a un ritmo que cubra la demanda que los consumidores exigirán en el futuro cercano. Esto, advierte la jefa de operaciones y cofundadora de Bound4blue, afectará a los costes. Para Aleixendri, es fundamental seguir invirtiendo e innovando en combustibles limpios y tecnologías eficientes, especialmente en un sector cada vez más regulado por normativas más estrictas en cuanto al impacto medioambiental. “Estamos en el camino correcto y nuestra intención es seguir ayudando a descarbonizar el sector”.