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GABRIEL COLOMÉ: “La hiperregulación no ayuda al sentimiento europeo”

Hablamos con Gabriel Colomé en los acelerados días del mes de febrero tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Buen conocedor de la sociedad norteamericana, Colomé es politólogo y profesor titular Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Con una destacada carrera académica, ha sido fundador del Centre de Estudios de Opinión de la Generalitat de Catalunya y ha centrado sus investigaciones en el comportamiento electoral, la opinión pública, el liderazgo y las estrategias de comunicación. Su profundo conocimiento de la política internacional y su experiencia en el estudio de los fenómenos populistas nos han llevado a entrevistarle. Colomé analiza aquí las implicaciones políticas y geopolíticas del nuevo escenario.

Ha llegado Trump y el giro político hacia la extrema derecha nos recuerda a otros tiempos.

Trump ha llegado para convertirse en un líder a nivel global, el referente que le faltaba a los distintos partidos de la extrema derecha europea. Y esto en un momento histórico de división y fragilidad en Europa. Los dos motores europeos que unificaban y dinamizaban la economía del resto están en crisis y con problemas de política interna. Alemania, en recesión, y Francia con uno de los déficits más importantes de la Unión. El ascenso de la ultraderecha europea recuerda al de los años 30 del siglo pasado. Partidos extremistas que se autodenominan liberales con creciente presencia en Alemania y gobernando ya en países como Hungría, Italia, Austria, Países Bajos, y con gran presencia en Suecia y Finlandia.

Se habla de la crisis del capitalismo democrático. ¿Está realmente la democracia en crisis?

No es una crisis de la democracia sino una crisis del capitalismo. ¿Nos tenemos que preocupar? Vamos a ver que no, en base al ejemplo que explicaré a continuación. El siglo XX empezó con una guerra mundial a la que llamaron la Primera, aunque en el fondo fue la misma guerra que acabó en el 45, ya que en 1918 Versalles abrió las puertas de la siguiente. Después del 18 vino una pandemia, la gripe española que duró 3 años y que se llevó 50 millones de muertos. Posteriormente, las políticas reaccionarias y la gran crisis del 29, y ello dio a lugar al fascismo y a los dos totalitarismos: el totalitarismo soviético y el totalitarismo nazi. Si damos un salto al siglo XXI, empezamos con la crisis económica de 2008 que dio lugar a los populismos y el renacimiento de la extrema derecha que empezó a construir la ola reaccionaria. Luego, en 2020 tuvimos la pandemia y ahora solo nos faltaría rematar, para igualarnos al siglo XX, una guerra mundial. Este paralelismo repite exactamente lo que se dio en el siglo pasado, pero entonces países como Polonia, Hungría, Italia, Rumania, Alemania y Austria tenían dictaduras. Francia estaba dividida, España con una guerra civil, Gran Bretaña resistía, pero con partidos de extrema derecha. Es verdad que ahora casi todos esos países viven coyunturas complejas. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia es que en los años 30 no existía la Unión Europea como protección. De manera que, por mi parte, solo espero que se revierta la situación con el condicionante de que Alemania y Francia se pongan las pilas.

¿Es la falta de una mayor integración el principal problema de Europa?

Después de más de dos mil años en perpetua guerra hemos gozado las últimas décadas de paz gracias a la Unión Europea. Durante este tiempo hemos dejado de matarnos para convertir las armas en diálogo. El problema de la UE es que no es una federación sino una confederación de estados. El covid demostró que, cuando Europa funciona como una federación en la que todos son solidarios, la máquina funciona perfectamente. Pero con el enfoque de confederación, cada estado mira por sus intereses. Nadie dice “yo soy europeo”. No existe un nacionalismo europeo. Falta pedagogía, pues la gente no valora la gran cantidad de cosas que la UE ha hecho en favor de la ciudadanía y de las que muchas veces no somos conscientes, como la tarjeta sanitaria o el hecho de que podamos viajar sin fronteras. Pero parece como si después del euro, nuestra moneda común, todo se hubiera parado. Por otro lado, la hiperregulación de la Comisión en Bruselas hace que todo lo que debería ser de impacto se convierte en un infierno donde se tienen que rellenar muchos papeles bajo el control del típico administrador que mira hasta las comas para ver si están bien puestas, y eso afecta especialmente a las empresas y al movimiento de mercancías. La hiperregulación no ayuda al sentimiento europeo.

¿Es en Europa la economía el principal factor del giro social en favor del autoritarismo?

Si nos remontamos a la crisis de 2008, la principal preocupación de los estados fue salvar la macroeconomía. Obama salvó al sistema bancario metiendo dinero hasta 125.000 millones de las Reserva Federal. En Estados Unidos los bancos lo devolvieron, pero en otros países, no. Y en eso estamos todavía, la macroeconomía funciona pero no así la microeconomía, la cesta de la compra, la vivienda, los salarios. Y los partidos de extrema derecha aprovechan esta situación para decir que ellos los solucionan. Se basan en el concepto “rebelión de los excluidos”. Estamos en el mundo de las emociones y no de la realidad. No se vota para solucionar problemas, sino que se vota en contra de algo o de alguien, con lo que los excluidos votan a partidos que hacen promesas que después no funcionan. Un ejemplo paradigmático es el del Brexit, que ha llevado al Reino Unido a una gran crisis económica.

Cuando un político insiste en que solo él encarna la voluntad del pueblo, los derechos de la ciudadanía están en peligro. ¿Cómo contrarrestar esta batalla que van ganando poco a poco los populismos?

El primer problema es la información. La digitalización ha convertido las redes sociales en fuente de información sin contraste. Los medios de información clásicos, prensa, radio y televisión ya son de otra época. Las nuevas generaciones no leen, no escuchan, se informan a través de TikTok, Instagram o Twitter y se creen lo que ven. El resultado es que cualquier influencer tiene más impacto que una declaración del presidente del Gobierno o de un político. Ya en los años 90, en Estado Unidos descubrieron que para tener más ventas había que añadir entretenimiento a la información: el infotainment. Cuando analizas cualquier telediario o noticiero de hoy día en cualquier medio, descubres que una parte es noticia pero que después viene la parte más divertida, el chismorreo, cosas que no son noticia pero provocan atracción.

Con el lanzamiento de su nueva inteligencia artificial DeepSeek, China le dice a Trump: “Cada vez que quieras atacarme, tengo otras medidas que pueden hundir tu economía”.

Hay una cosa muy fácil de decir pero muy difícil de hacer para contrarrestar el populismo: la educación. Los ciudadanos educados son mucho más difíciles de engañar. Los ciudadanos deben tener consciencia de que tienen unos derechos pero también unos deberes, y eso se tiene que aprender y practicar comenzando por enseñarlo en los colegios. La base de toda democracia es la formación de los ciudadanos, la educación de la ciudadanía necesaria para ser solidarios. Hay unos que educan en sus creencias y en cambio otros educan en las creencias públicas: laicismo, razón, dialogo, tolerancia, librepensamiento, reconocer al otro, respetar opiniones diferentes…

¿Más o menos poder para el Estado? ¿A dónde cree que nos llevará el experimento de Trump?

El Estado ya tiene poder, lo que tiene que hacer es defender el poder que tiene. Si se le quita poder, se están quitando políticas públicas de tipo social. Trump quiere hacer un Estado mínimo basándose en la tradición de los libertarios que dice que cuanto menos Estado mejor para mi libertad. El Estado no es la solución sino el problema, decía Friedamn. Pero olvidan que el Estado es quien regula, distribuye e invierte en sanidad y educación pública, en transporte e infraestructuras, y sirve para que los que tienen más se igualen con los que tienen menos, porque ambos tienen los mismos derechos. En Estados Unidos es mucho más barato morirse que estar enfermo porque en el segundo caso se está toda la vida pagando.

La inmigración es la principal protagonista de la agenda de muchos partidos, sobre todo en la extrema derecha. No es un tema nuevo, ¿verdad?

Somos una sociedad mestiza, siempre lo hemos sido. No hay una sociedad pura, nuestros países son de paso. En España, los iberos, los cartagineses, los romanos, los visigodos, carolingios, musulmanes. Luego vino la repoblación. En el siglo XIV, en Catalunya solo quedaban 400.000 personas, y se repobló con provenzales, gascones, genoveses… Pero la inmigración se ha convertido en una forma de bronca política de la extrema derecha para conseguir más votos. Ya en la Francia de los años 80, Jean-Marie Le Pen decía que había dos millones de parados y dos millones de inmigrantes, con lo que la solución era muy fácil: echar a los inmigrantes para conseguir el pleno empleo. No es cierto que os inmigrantes quiten trabajo. Un ejemplo: en Georgia, en Estados Unidos, conocido como el estado del melocotón por la cantidad de melocotones que produce, el gobernador expulsó a los inmigrantes presionado por los republicanos más duros, pero pronto se vio que se había creado un problema pues no quedó gente para recoger la fruta, con lo que los inmigrantes tuvieron que volver. Parte de la economía americana puede quedar bloqueada si no hay inmigrantes para determinados trabajos. La baja natalidad va en contra de Estado Unidos y de Europa, ese es el verdadero problema. En España para que mantengan el nivel de las pensiones en el futuro se necesitan 20 millones de inmigrantes más. Esto es lo que no entiende la extrema derecha.

¿Qué papel puede jugar China, que hasta ahora se ha pronunciado poco, sobre el tablero mundial?

China sabe que puede perder la guerra comercial y con la IA DeepSeek dio un golpe impresionante a las amenazas de Trump, provocando la pérdida en un solo día de más de 500.000 millones a Nvidia. Su mensaje es: “Cada vez que quieras atacarme tengo otras medidas pueden hundir tu economía y tu bolsa”. Recientemente Newsweek publicó parte de la última entrevista entre Jimmy Carter con Donald Trump 15 días antes su muerte, y resumo lo que le dijo Carter. China no ha tenido ninguna guerra en los últimos 50 años, mientras que Estados Unidos ha estado en todas. El importe total de lo que se ha gastado Estados Unidos en este tiempo es de 300 billones de dólares, mientras que China con todo ese dinero que no ha gastado se ha dedicado a mejorar su económica, a hacer energías renovables, a realizar infraestructuras, a abrir la ruta de la seda con una red de ciudades en todos los continentes, a ayudar a los países africanos permitiendo hacer una línea de tren que vaya de un océano a otro. Si Estados Unidos no se hubiese gastado todo ese dinero en guerras, señaló Carter, podría tener hasta un tren trasatlántico entre Nueva York y Londres, etc. Y es que los chinos han hecho los deberes, es un gigante que se ha propuesto, en 2049, año del centenario de la revolución, superar en PIB y potencia económica a Estados Unidos.

Si la OTAN pierde entidad, ¿podrán los países europeos aumentar los presupuestos de Defensa en un momento de poco crecimiento económico?

Trump ha sido un aislacionista siempre. En su primer mandato, ya tenía serias dudas sobre la OTAN, ya que cuesta mucho dinero. Trump, con su lógica de empresario, se pregunta “cuanto me cuesta todo ello” y no ve justificable el mantenimiento de la OTAN y de las bases norteamericanas en Europa. En todo caso, Torrejón de Ardoz se va a quedar y se pueden plantear dudas sobre Rota, pero si se mantiene la VI Flota se tendrá que quedar. Cuando empezó la guerra de Ucrania se pidió a los miembros de la OTAN que aumentasen sus presupuestos al 2% y ahora se pide el 5%, lo cual es imposible de cumplir, incluso para Estados Unidos. En España estamos en el 1,8%, muchos millones que algunas voces dicen que se podrían dedicar a otras cosas de tipo social, como la sanidad o la educación. ¿Qué van a hacer los aliados ante las medidas de Trump? Europa sin ejercito frente a acuerdos bilaterales en el ámbito militar seguirá siendo únicamente una potencia económica sin capacidad de respuesta. ¿Qué alternativa le queda a Europa? ¿Ser un puente entre Estados Unidos y China? Si Estados Unidos se aleja de la OTAN, el incremento de aportaciones que tendrán que hacer el resto de los países será enorme.

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