Licenciado en Medicina, doctor en Organización de Empresas, diplomado en Administración y Dirección de Empresas, Gestión Hospitalaria y Economía de la Salud, Josep Santacreu posee una destacada carrera en la dirección empresarial, con amplia experiencia en los sectores de la salud, seguros y organizaciones no gubernamentales (ONG). Además, tiene una sólida vinculación con la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y el emprendimiento social. Desde 1997 hasta 2023, Santacreu desempeñó el cargo de Consejero Delegado de DKV Seguros y fue impulsor de la Fundación DKV Integralia.
En 2016, recibió la Cruz de Sant Jordi, otorgada por la Generalitat de Catalunya, y ha sido incluido en la lista de las empresas y CEO’s con mejor reputación del Estado. Desde octubre de 2023, ocupa la presidencia de la Cambra de Comerç de Barcelona, y en diciembre del mismo año asumió la presidencia del Consell General de Cambres de Catalunya, entidad que agrupa a las 13 cámaras catalanas. Durante su mandato, la Cambra ha experimentado una serie de transformaciones, destacando una mayor fluidez en las relaciones con las distintas administraciones, tal como nos relata en esta entrevista.
¿Qué balance hace de su primer año en la presidencia de la Cambra?
Primero había que hacer un esfuerzo de gestión para, cuanto antes, pasar de la dinámica de los últimos años a una situación de normalidad, de equilibrio económico, y que pudiésemos recuperar parte de las reservas que se habían vaciado en los últimos años. Y así, desde que nos hicimos cargo de la Cambra, en noviembre de 2023, podemos anunciar que hemos acabado el año pasado con resultados positivos. Al final, la Cambra no es una empresa que tenga que ganar dinero, es una organización que tiene que equilibrar su presupuesto, pero lo más importante son los servicios que damos.
Por otra parte, somos una organización que tiene influencia, y tenemos derecho a opinar y a colaborar con las administraciones públicas, en sus políticas y en la ejecución de sus planes. Esta dinámica, se había deteriorado bastante en los últimos años, se había dejado de colaborar con algunas de las organizaciones públicas, y ahora hemos establecido colaboraciones estables y con más profundidad con todas las administraciones, tanto a nivel local, con ayuntamientos y diputaciones, como con la Generalitat, los ministerios y la Cámara de España, que para nosotros es un interlocutor importante, porque es a través de donde nos llega parte de la financiación que permite dar servicios a empresas catalanas como los fondos europeos.
¿Cómo es, en concreto, la relación con la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, ambas con idéntico signo político?
Mantenemos reuniones periódicas de seguimiento y trabajo conjunto. Por ejemplo, tenemos una reunión de los presidentes de las 13 cámaras catalanas con el President Illa y cuatro consellers. Queremos que sea una reunión anual, de rendición de cuentas de los proyectos conjuntos. En concreto, hay un tema importante para nosotros: la elaboración de una propuesta de Ley de Cámaras, que ya hemos consensuado entre todas las cámaras y los principales actores del mundo empresarial. Que tengamos una situación monocolor en el Ayuntamiento, en la Generalitat y en Madrid, tiene aspectos positivos, obviamente, porque hay un mayor alineamiento y menos tensión institucional y permite que las cosas sean más sencillas.
¿Qué importancia tiene la Ley de Cámaras?
Tenemos una ley del año 2002, cuando hubo el gran cambio en el mundo cameral español. En 2012 se perdió el recurso cameral que financiaba a las cámaras por un decreto del gobierno de aquel momento. Después se elaboró una ley básica de cámaras en 2014, y desde entonces en cada comunidad autónoma se debía establecer una ley autonómica, adaptándose a esta nueva realidad de financiación y esta nueva realidad legal. Sin embargo, en Catalunya no se ha hecho, todavía tenemos la ley de 2002, que ha quedado absolutamente superada. Nosotros tenemos una propuesta que empezamos ahora a compartir con todos los partidos políticos, para intentar que sea una ley con amplio consenso.
Hablemos de las empresas. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan en este 2025?
Siempre se dice que son momentos convulsos y de grandes cambios, pero sí que es cierto que estamos viviendo una aceleración fortísima de los cambios en el entorno, especialmente con los cambios políticos en Estados Unidos, y esto puede acabar afectando a todas las empresas europeas y también a las catalanas. Como país, debemos volver a los básicos, es lo que toca, y en momentos así lo más importante es centrarse en tener los mejores productos y servicios posibles para nuestra sociedad. Esto se consigue con innovación y con productividad, los dos grandes retos que tiene la economía catalana. Cómo ser innovadores de verdad, y esto sirve tanto para el mundo de los servicios como para la industria y la manufactura. Y después, la productividad, porque sin productividad lo tenemos muy difícil para poder competir. Es cierto que los indicadores económicos tienen una tendencia positiva, porque estamos creciendo más que Europa, y un poco más que el resto de España, pero también sabemos que el crecimiento no se traslada al bienestar de la ciudadanía. Por esos tenemos que hacer el esfuerzo de aumentar la inversión en innovación y en productividad para ser más competitivos.
Tenemos un patrón de crecimiento en los últimos años muy basado en la mano de obra, que es positivo porque crea puestos de trabajo, pero probablemente tenemos que hacer más énfasis en crecer en los sectores que aportan más valor y pueden acabar aportando más bienestar. En industria avanzada, en biosalud, en servicios avanzados… Parte de lo que está haciendo la Cambra ahora es identificar estos sectores e intentar reforzarlos.
La Cambra defiende un nuevo modelo de financiación para Catalunya. ¿En qué sentido?
La Cambra siempre ha tenido un posicionamiento bastante crítico en cómo ha ido en los últimos años la deriva de la financiación de Catalunya y la relación con el Estado. Hemos hecho documentos propios y hemos participado en documentos compartidos con otras organizaciones empresariales, como el documento que presentamos en febrero del año pasado, antes de la convocatoria electoral. Nos felicitamos, porque parte de nuestra aportación ha sido recogida en el acuerdo entre el Gobierno y Esquerra, bajo el paraguas del concepto de financiación singular. Creemos que en estos momentos tenemos una oportunidad que aprovechar por los equilibrios actuales, tanto en Catalunya como en Madrid, y estaremos atentos para ver cómo evoluciona el modelo de financiación. Seremos exigentes para que esto tenga un impacto, porque sin una buena financiación de la administración autonómica es muy difícil que Catalunya sea tan competitiva como necesitamos. Si queremos mejorar en innovación y en productividad, en infraestructuras, en un buen sistema sanitario… Todo está ligado.
¿Cómo ayuda la Cambra a que las empresas catalanas se expandan a nivel internacional?
La internacionalización ha sido históricamente uno de los ámbitos de actuación de las Cámaras en todo el mundo. Es cierto que tenemos también, en el caso de Barcelona y Catalunya, otros organismos que colaboran, desde el ámbito público y desde alguna iniciativa también de organizaciones empresariales privadas, pero la Cambra, en esta posición central de representación de todo el tejido empresarial, estamos en un lugar privilegiado para poder ayudar.
La dinámica empresarial está ralentizada por un marco regulatorio que va en contra, la reforma administrativa es imprescindible.
De manera más específica, la Cambra de Barcelona ostenta la vicepresidencia de la Asociación de Cámaras del Mediterráneo. Creemos que el entorno mediterráneo es prioritario en estos momentos para el país y para la ciudad, y queremos profundizar en este ámbito para reforzar la idea de la capitalidad del Mediterráneo. Catalunya, como región más dinámica, y Barcelona como capital de la región. También tenemos un interés muy especial en reforzar el papel de la Fira de Barcelona, una organización que está haciendo un gran trabajo, en la que la Cambra tiene una presencia muy significativa. En especial tenemos un especial interés en conectar a las empresas que vienen aquí con la realidad del territorio, y al revés, aprovechar al máximo las oportunidades que genera la Fira para las empresas catalanas. Finalmente, estamos interesados como Cambra en colaborar con los diferentes organismos públicos y privados en ser atractores de las mejores inversiones posibles para el país.
¿No es excesiva la dependencia del turismo?
Sí, es cierto, cuando se habla de balanza comercial, se habla mucho de turismo. Y es cierto que sigue siendo uno de los grandes temas. El número de turistas no está aumentando, estamos en una situación estable en estos momentos, y en cambio sí que hay un aumento de los ingresos por turismo, que es parte de la noticia buena. En este tema, muchas veces digo que somos la envidia del mundo. Muchísimas ciudades querrían tener esta capacidad atractiva. El turismo es una suerte para un país, pero esta suerte se tiene que gestionar, porque los aspectos negativos del turismo pueden acabar afectando a la ciudadanía e indirectamente también pueden acabar afectando a otros sectores económicos. En nuestro caso, como participantes del Consorcio de Turismo de Barcelona, lo que planteamos no es tanto un incremento del número de turistas en la ciudad como una mejora de la calidad del turismo que recibimos.
¿Cómo puede regularse el turismo?
Hay muchas maneras de hacerlo. El turismo es un concepto muy amplio, pero si nos centrarnos en los visitantes profesionales que vienen para ferias o congresos, Barcelona, comparada con otras ciudades, sale muy bien. Tenemos una gran feria, y el visitante que llega por esta vía es mucho más cualificado, gasta más y genera menos complicaciones a la ciudad. Por lo tanto, debemos ver ámbito a ámbito cómo afecta el turismo a la vida ciudadana y ver qué medidas podemos adoptar para reducir ese impacto. Hay mucho que hacer y es en lo que el Consorcio de Turismo de Barcelona está trabajando.
¿Y qué hay que hacer con el sector primario?
Es preciso ayudar a transformar la agricultura catalana en muchos sentidos,pero, sobre todo, uno de los temas urgentes es el de la transformación hídrica del sector primario, porque es donde hay más consumo de agua. Aquí la cuestión es consumir inteligentemente. Habrá cambios que hacer, inversiones que hacer, pero hemos de pensar desde el agua hasta la comercialización.
Cataluña ha sido tradicionalmente industrial. ¿Qué hay que reforzar?
Ahora hemos bajado del 20%, creo que estamos en el 19% del PIB catalán ligado a la industria. Está bien que los otros sectores crezcan, pero la voluntad de todos –el Pacte Nacional per a la Indústria–, tanto de los gobiernos como las organizaciones empresariales, es que no podemos olvidar la industria. Hay que tener en cuenta que la industria de hoy en día ya no es la de las chimeneas contaminantes de hace unos años. Incluso desde el punto de vista de la convivencia con el entorno urbano, no es un tema que tenga que preocupar demasiado, y en cambio aporta empleos de mucho valor y también una tecnología y un conocimiento que son muy positivos.
En Catalunya, las comarcas del interior son más de sector primario, pero hay clústers industriales muy interesantes en comarcas, como en el entorno de Vic o en el Bages, en Manresa, o el entorno de Girona, por supuesto. Creo que esto es una riqueza para el país, seguir ayudando a crear estas empresas en el territorio. Es importante velar por mantener la capacidad emprendedora de los catalanes, la capacidad de asumir riesgo, de llevar adelante las empresas, y a veces se tiende a infravalorarlo o incluso a criticar o menospreciar el esfuerzo de tanta gente que arriesga para llevar adelante un proyecto empresarial.
Se suele decir que somos un país emprendedor.
Esto es un poco tarea de todos, porque sin empresas un país no va bien. Buena parte del dinamismo social es gracias a la iniciativa privada. Tenemos que intentar que las nuevas generaciones sigan siendo emprendedoras, creando un marco cultural exigente pero positivo, y por supuesto un marco regulatorio que lo favorezca. Lo que está pasando ahora es que la dinámica empresarial está ralentizada por un marco regulatorio que va en contra. Muchos empresarios tienen inversiones paradas porque están pendientes de un permiso. Gente que está apostando su capital, y podría vivir perfectamente sin hacer este esfuerzo, se encuentran con la sorpresa de que la administración pública les frena. Es por eso por lo que la reforma administrativa es imprescindible. Estamos esperanzados, ilusionados y muy preocupados porque este es un tema capital. Un país no puede ser competitivo si su administración pública no hace los deberes y no es mínimamente competitiva. Tenemos que hacer un cambio radical.
Por último, hay aspectos fiscales y leyes que no favorecen. Catalunya es un país de mucha empresa familiar, y ahí está también el tema de la herencia de la empresa familiar, la transmisión patrimonial… Estos temas deberían estar especialmente bien cuidados.