Nuria Oliver es cofundadora y directora de la Fundación Ellis Alicante, conocida como el Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en la Humanidad, una destacada científica y doctora en Inteligencia Artificial por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Con más de 25 años de experiencia en esta disciplina, ha trabajado en Microsoft Research, fue la primera directora científica en Telefónica R&D y ha sido la primera directora de investigación en ciencia de datos en Vodafone a nivel global. También ha colaborado con múltiples gobiernos y la Comisión Europea, ha sido comisionada para la Estrategia de IA y Ciencia de Datos en la Generalitat Valenciana y ha ejercido como vocal del consejo rector de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial.
Reconocida por su contribución a la tecnología y la sociedad con numerosos premios y distinciones (como ser la primera investigadora española en recibir el MIT TR35 Young Innovator Award), en esta entrevista habla de las ventajas y los peligros que supone el crecimiento exponencial que ha experimentado la industria de la inteligencia artificial en los últimos años.
¿Qué es la inteligencia artificial y cuál es su peso en la economía mundial en la actualidad?
La inteligencia artificial es una disciplina que se remonta a los años 50, pero que ha experimentado una notable revolución en los últimos quince años, colocándose en el núcleo de la Cuarta Revolución Industrial que transforma todos los ámbitos de la sociedad. Esta revolución ha sido impulsada por la masiva disponibilidad de datos o big data, procedentes de múltiples fuentes como dispositivos móviles, sensores en ciudades inteligentes y campos científicos variados. Otro factor es el aumento de la capacidad de computación a bajo costo, apoyado por la ley de Moore, que predice la duplicación de esta capacidad cada año y medio. El tercer elemento crucial es el avance en los modelos de aprendizaje automático, particularmente en técnicas de aprendizaje profundo o redes neuronales, que son versiones avanzadas y mucho más complejas.
Estos avances han colocado esta disciplina en una posición central para impactar en todas las industrias, desde la banca hasta la manufactura, con un crecimiento económico exponencial esperado para el mercado de la inteligencia artificial, alcanzando estimaciones de hasta un trillón de dólares para 2028. El tamaño y el impacto en la sociedad son, por lo tanto, enormes, y seguirán creciendo de forma notable a lo largo de los próximos años y décadas.
Algunas empresas han expresado un cierto recelo al no ver convertidas sus inversiones en IA en un modelo de negocio rentable. ¿Cree que se está creando una especie de burbuja?
Al observar la valoración de mercado en la bolsa estadounidense y el valor de las empresas, vemos que las empresas tecnológicas, que en esencia son empresas de inteligencia artificial, poseen una valoración de mercado excepcionalmente alta. Esto indica claramente que no hay un estancamiento. Sin embargo, es cierto que existe una concentración de poder y riqueza en un oligopolio de empresas estadounidenses y sus equivalentes chinos, lo que resulta en una distribución desigual de la riqueza tanto social como geográficamente, con Europa quedando rezagada. Aquí no contamos con gigantes tecnológicos que lideren en inteligencia artificial, y esta es una de las razones principales por las que se creó el European Laboratory for Learning and Intelligence Systems (ELLIS), para fomentar una Europa más competitiva en la investigación de inteligencia artificial, que es fundamental para el desarrollo tecnológico.
¿En este contexto, en qué situación quedan Catalunya y España?
En nuestro país, predominan las pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales ni siquiera están digitalizadas, lo que dificulta la incorporación de inteligencia artificial. Sin infraestructura digital básica, es imposible aprovechar los algoritmos, sin importar cuán avanzados sean. Históricamente, la inteligencia artificial no impactó significativamente en la sociedad porque faltaban las capacidades de computación extensas y los volúmenes de datos necesarios, haciendo que los algoritmos simples no funcionaran eficazmente en aplicaciones reales.
Cuénteme las principales revoluciones que han supuesto los avances más recientes de inteligencia artificial en el desarrollo de la vida del ciudadano.
Realmente, la pregunta relevante sería ¿dónde no está la inteligencia artificial en nuestras vidas? Desde los sistemas de recomendación que nos sugieren amigos, películas, libros y música, hasta la capacidad de hablar con nuestros móviles, altavoces inteligentes, coches o incluso frigoríficos. Si usamos nuestro móvil para tomar una foto y aparece un recuadro en las caras, eso es inteligencia artificial. Lo mismo ocurre con los filtros que aplicamos en las caras antes de subir una foto a una red social.
Además, no podemos olvidar la inteligencia artificial generativa, que nos permite crear contenidos variados como textos, códigos, moléculas, imágenes y vídeos. Incluso los sistemas de navegación que utilizamos para ir de un punto ‘A’ a un punto ‘B’, que tienen en cuenta el tráfico y las condiciones meteorológicas, funcionan gracias a estas tecnologías. Si reflexionamos sobre nuestras actividades diarias, tanto en el mundo físico como digital, y te preguntas cómo se realizan ciertas acciones, lo más probable es que detrás haya un algoritmo de inteligencia artificial. Los móviles, que son los dispositivos tecnológicos con mayor adopción en nuestra historia, están repletos de ellos.
Es esencial asegurarnos de que los algoritmos y sistemas de inteligencia artificial con los que interactuamos, y que tienen un gran poder potencial en nuestras vidas, prioricen nuestro bienestar e intereses.
Desde el año 2016, la inteligencia artificial dejó de ser una disciplina estrictamente tecnológica y pasó a ser un tema político. Es por eso por lo que más de cincuenta países han trazado sus propias estrategias nacionales y están aprobando todo tipo regulaciones, entendiendo que, si la inteligencia artificial como disciplina transversal se va a aplicar a todos estos ámbitos, debemos tener unas garantías de que no entra en conflicto y no viola los derechos fundamentales de las personas.
Tras más de 25 años trabajando con estas tecnologías, ¿está por primera vez preocupada porque el uso que le están dando algunas empresas, cuyos productos, pueden tener un impacto negativo para el colectivo?
Mi área de investigación siempre ha estado en la intersección entre los seres humanos y la inteligencia artificial. He desarrollado muchos sistemas inteligentes para ayudar a las personas en distintos ámbitos y he sido consciente de las consideraciones éticas necesarias cuando la tecnología interviene en la vida de las personas. Conforme la inteligencia artificial se ha vuelto más ubicua en nuestra sociedad, la necesidad de abordar estas implicaciones éticas y estudiar la relación entre los humanos y estas tecnologías ha ganado importancia.
Este enfoque me motivó a impulsar la creación de la unidad de ELLIS en Alicante, conocida como el Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en la Humanidad, la única fundación de investigación en nuestro país centrada en estos temas, donde el enfoque es humanista. En los últimos diez años esta preocupación ha crecido considerablemente, anticipando el papel cada vez más importante que la inteligencia artificial jugaría en el mundo. Es esencial asegurarnos de que los algoritmos y sistemas de inteligencia artificial con los que interactuamos, y que tienen un gran poder potencial en nuestras vidas, prioricen nuestro bienestar e intereses.
¿Es posible tener un desarrollo moralmente consensuado de estas tecnologías? ¿O su desarrollo, a veces descontrolado, puede escaparse del control legislativo y de los acuerdos comunes?
Si hemos logrado consenso en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, creo que hay cierto acuerdo sobre lo que significa ser humano y los derechos que debería tener cualquier persona, sin importar su origen. En este sentido, el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial, que se aplica a cualquier sistema de IA utilizado en Europa, independientemente de su origen, busca asegurar que estos sistemas respeten los valores fundamentales del proyecto europeo. Estos valores están alineados con normas internacionales, y otras regiones del mundo están comenzando a considerar regulaciones similares inspiradas en lo que se ha desarrollado en nuestro continente. Lo crucial, creo, es que el enfoque no debería estar en regular la tecnología per se, ya que esta evoluciona constantemente, sino en regular el impacto de esta tecnología. Por ejemplo, si un sistema decide sobre admisiones universitarias, debería ser irrelevante si usa IA o no. Lo importante es asegurar que no discrimine, como un sistema simple que rechace a alguien solo por llamarse Marc, como en tu caso, lo cual sería extremadamente discriminatorio, aunque no utilizara ninguna tecnología de inteligencia artificial. Debemos, pues, regular las consecuencias del uso de cualquier tecnología y los impactos negativos que pueda tener.
El mercado laboral ha experimentado grandes sacudidas a lo largo del último siglo, especialmente con el desarrollo de nuevas tecnologías disruptivas. ¿Considera que la inteligencia artificial marcará un punto de inflexión definitivo?
Cada revolución industrial ha transformado el mercado laboral. Según diferentes estudios, incluyendo uno reciente publicado por el Foro Económico Mundial sobre el futuro del trabajo, aproximadamente un cuarto de las profesiones recibirá un impacto por las nuevas tecnologías de inteligencia artificial. Esto no implica necesariamente que estas profesiones desaparezcan, sino más bien que algunas de sus tareas se automatizarán, lo que podría dar paso a que las personas tengan más tiempo para otras actividades o sean más productivas. También es probable que surjan nuevos empleos debido a los avances tecnológicos de la cuarta revolución industrial.
Es esencial invertir en programas de formación, upskilling y reskilling, para asegurar que los profesionales actuales y futuras generaciones no se queden obsoletos y tengan las habilidades necesarias para contribuir en retos del futuro. Sin embargo, históricamente siempre ha habido una sobreexcitación con la inteligencia artificial, posiblemente porque la idea de una inteligencia no humana nos fascina desde hace milenios. Desde su nacimiento en los años 50, ha generado grandes expectativas que a menudo no se cumplen, llevando a períodos conocidos como los inviernos de la inteligencia artificial, cuando el entusiasmo disminuye ante la falta de resultados tangibles.
¿Qué les diría a todos aquellos que todavía se muestran escépticos ante los peligros que pueden suponer las últimas innovaciones en IA?
Que el potencial de la inteligencia artificial para impactar positivamente en la sociedad es enorme. No podremos enfrentar los grandes desafíos del siglo XXI sin ella. Por ejemplo, necesitamos modelos precisos del clima para combatir el cambio climático y energías renovables eficientes, ambas optimizadas por inteligencia artificial para predecir patrones meteorológicos y de energía. También en el transporte, la IA es crucial para optimizar rutas y dimensionar sistemas. En el ámbito de la salud, ayuda a manejar el envejecimiento poblacional con tratamientos para enfermedades crónicas y diagnósticos precoces, facilitando la medicina personalizada, predictiva y preventiva. En educación, la personalización de aprendizaje depende enteramente de la capacidad de esta tecnología para adaptarse a cada individuo. Sin embargo, y a pesar de todos estos beneficios, la inteligencia artificial no está exenta de desafíos y no es perfecta. Es por ello por lo que debemos trabajar conjuntamente para afrontar los retos, que son muchos y seguirán apareciendo.
¿Qué es lo que nunca podrá hacer una IA y que es ineludiblemente humano?
Evidentemente, la inteligencia artificial no es un ser biológico, y la experiencia de ser humano es única. No tiene mucho sentido compararla directamente con una persona de carne y huesos, ya que son conceptos radicalmente diferentes. La inteligencia artificial es fundamentalmente una herramienta que nos permite potenciar nuestras capacidades y mejorar nuestra calidad de vida, contribuyendo al progreso humano y a un futuro mejor. Lo esencial es entender esta tecnología como una disciplina que crea herramientas para ayudarnos a nosotros, los humanos, a vivir mejor.