El actual sistema logístico se encuentra en un periodo de profunda transformación, pero vamos a seguir consumiendo naranjas de la China y utilizando tecnología coreana.
Los conflictos armados que sufre nuestra sociedad son la guinda envenenada del pastel de la logística, que pone en peligro el abastecimiento general de bienes y materias primas. Hasta bien entrado el siglo actual, cuando alguna persona iba al supermercado a comprar yogures o a la farmacia a buscar su medicación, podía pensar que todos estos bienes de consumo se recogían en los árboles del parque de su barrio y que no requerían un proceso complejo de transporte desde sus lugares de producción, lo que llamamos logística.
La pandemia situó a la logística en el centro de nuestras vidas: la mayor parte de la sociedad ha entendido que lo más parecido a la magia del Mago Pop es la cadena logística, que casi milagrosamente (pueden creerlo) se ocupa de abastecer a mercados, industrias, hospitales… Pero el actual sistema logístico se encuentra en un periodo de profunda transformación. De hecho, podemos afirmar que el actual sistema de cadenas de suministro es ya historia. The end.
Constatemos, sin embargo, que las necesidades de los ciudadanos y de las empresas de disponer siempre y en cualquier circunstancia de los bienes que desean no van a cambiar. Aunque seamos un país con una gran producción de calçots o microchips, seguiremos consumiendo naranjas de la China y utilizando tecnología coreana. Ya nada es permanente ni seguro y todo puede cambiar en minutos, y el cliente manda. Ante las disrupciones, ¿qué sucede con las mercancías que están en tránsito y más aún si son perecederas?
Por suerte el ser humano ha sabido dar un definitivo salto adelante en los aspectos tecnológicos, que garantizan que las cadenas de aprovisionamiento puedan mantenerse. Al final, al consumidor no le importa el viajecito que ha hecho esa muñeca que regalará a su hijo el día de su cumpleaños, sino que lo quiere “ya”, al mejor precio posible y con la información suficiente para poder adquirir otra muñeca en caso de que su encargo no llegue a tiempo. Es gracias a la tecnología y a la inteligencia llamada artificial que los transitarios (agentes de carga) pueden estructurar un sistema que garantice la entrega del producto y tomar las decisiones clave en base a las tendencias de consumo. Estos tienen una visión poliédrica de los distintos recursos materiales y de gestión que configuran cada una de las diversas cadenas logísticas mundiales. A través de corredores digitales la documentación física desaparece, evitando los errores humanos y la pérdida de tiempo y dinero. La IA es la clave que permite la toma de decisiones automatizada y proactiva, la predicción de las tendencias de consumo, la desintermediación, la seguridad documental, la información online al cliente (del mismo modo que se producirá una revolución en el campo de la justicia, en la primera línea de la atención sanitaria pública o en el desarrollo de nuevos medicamentos). En el caso de la logística, quien se quede al margen del sistema no podrá seguir compitiendo y en un país de pymes esto puede ser un drama, si es que no actuamos (aquí las organizaciones empresariales tenemos un papel fundamental).
Pero no todo es tecnología. Hoy más que nunca el talento es la base para mantener a flote nuestras empresas. La formación está dejando de ser lineal y memorística y la empatía y la inteligencia emocional se han convertido en imprescindibles. Somos ya un clúster formativo de primer nivel. Esta competencia profesional es básica para afrontar otro reto muy preocupante: la sobreabundancia informativa, su irrelevancia, incierta si no directamente errónea, su duplicación que ya están provocando una pérdida clave de la atención y de la productividad. La gestión del conocimiento.
El ferrocarril va a jugar un papel clave en el impulso de la multimodalidad teniendo en cuenta que no compiten los medios sino las cadenas logísticas… Sin ferrocarril, sin aduanascolaborativas y modernas, seguiremos siendo periféricos, cuando por nuestra posición geográfica, somos una de las rótulas de las grandes rutas de transporte Norte-Sur y Este-Oeste.
En el caso de Catalunya, el Govern aprobó el día 8 de febrero del 2021 un ambicioso plan previamente consensuado con todo el sector logístico y de transporte, la “Estrategia Logística de Catalunya”, que propone 60 medidas a desarrollar en colaboración con el sector privado, un plan que ahora está en ejecución. La logística debe ser un punto estratégico de encuentro, no el caos que suponen la decena de planes logísticos y de transporte aprobados en España en los últimos 20 años, todos ellos con una visión de reforzar el centralismo de las infraestructuras, y sin ninguna visión económica ni social (véase el desarrollo desaforado y provinciano de la red de Alta Velocidad). Mientras tanto, en Aragón disponemos ya de tres grandes terminales multimodales. El politiqueo y la economía están reñidos, cosa que no ha sucedido ni en Catalunya ni en Aragón, por poner dos ejemplos de éxito compartido.
Por último, deberemos estar muy atentos a la actuación de los poderes públicos, que tienen poco poder real pero que acostumbran a poner palos en las ruedas (urbanísticos, ambientales o de interés localista) que bloquean el crecimiento con servicios aduaneros descoordinados, sin dotación presupuestaria y que siguen modelos más cercanos al del recaudador que al del empresario.