Es imprescindible dar más valor social a la iniciativa emprendedora: no olvidemos que, a más emprendedores, más empresas y más empleo.
Ya va siendo hora de desterrar el mito del empresario visto como el malo de la película. Parece mentira que a estas alturas tengamos que recordar que los empresarios no somos los malos de nada, que el tejido empresarial es necesario y nuestras empresas aún más. Es momento de cambiar el discurso. Es momento de apostar por generar emprendedores, jóvenes empresarios y empresarias que, más allá de autoocuparse, también acaban generando puestos de trabajo de calidad.
España es, con un 27,4%, el país de la OCDE con un mayor paro juvenil. ¿Qué estamos haciendo para revertir estos datos? Alguien debería empezar a darse cuenta de que los empresarios jóvenes podemos ser parte de la solución de este gran problema.
Llevamos años trabajando para generar un ecosistema idóneo para emprender y hemos conseguido, con esfuerzo, estar entre el top 20 de países con un entorno más idóneo para crear una empresa. Aprovechemos este hecho para revertir las tasas de paro juvenil. El talento joven es el principal motor de cambio de la economía, de la sociedad actual y de la del mañana. Utilicemos este talento, porque si no fomentamos la creación de nuevas empresas que puedan ocupar a muchos de estos jóvenes, es imposible que el tejido empresarial actual pueda absorber el volumen de gente joven sin trabajo. Empecemos a ver la autoocupación como una salida, que, además, si se consolida, acabará generando nuevos puestos de trabajo.
Necesitamos que muchos asuman que, sin empresas, el país se para. Que parar equivale a no avanzar. Equivale a seguir en la cola de un sinfín de listas y ránquines. Equivale a menos oportunidades para que emprendedores con ideas brillantes las puedan hacer realidad. Parar equivale, sin duda alguna, a un futuro peor.
Necesitamos que las administraciones actúen, pero necesitamos que lo hagan escuchando a los que tenemos que tomar decisiones jugando con sus reglas. Ser empresario no es fácil, nadie dijo que lo fuera, dudo que nadie en esta ocasión se queje por vicio, pero seguramente tendríamos menos de qué quejarnos si los de arriba vieran el mundo con nuestros ojos y entendiesen la realidad de alguna de las miles de empresas de este país.
El tejido empresarial en Catalunya está formado por más de medio millón de empresarios y empresarias, autónomos y autónomos societarios. Y todos necesitamos seguridad jurídica. Necesitamos más facilidades a la actividad económica. Mejorar los trámites y procedimientos administrativos y dejar atrás, de una vez por todas, burocracias inútiles, y que nada tienen que ver con el mundo profesional actual.
El reto de la administración tributaria tendría que ser apoyar a las empresas con el reembolso de impuestos, y no al contrario. El sentido común nos dice que la mejor manera de incrementar los ingresos fiscales es apoyar, y fomentar, un crecimiento sólido y sostenido a las empresas. Necesitamos políticas activas de fomento de la creación y desarrollo de nuevos proyectos empresariales, y necesitamos también ayudas que permitan a estos proyectos crecer. Y lo necesitamos porque crear ocupación tendría que ser la mejor política social y la mejor receta de progreso para poder crecer como país y como sociedad.
Sin iniciativa privada no hay desarrollo. Fomentemos la colaboración público-privada. Los empresarios no somos el problema sino la solución. Nuestras empresas generan riqueza para el territorio, son las que crean ocupación, y merecemos unas administraciones que crean en nosotros y que hagan políticas basadas en esta confianza. Impulsando la digitalización, con ayudas que pongan en valor a la pyme y a los autónomos, y que potencien un entorno favorable para la creación y el crecimiento de empresas, donde prevalezca la seguridad jurídica y la estabilidad.
Hay que devolver a Catalunya el liderazgo perdido y mejorar la competitividad del país. Y para ello es imprescindible trabajar juntos, sociedad, empresa y administraciones. Es imprescindible dar más valor social a la iniciativa emprendedora. No olvidemos que, detrás de cada gran empresario, un día hubo un emprendedor valiente, y que, a más emprendedores, más empresas y más empleo.