Para los grandes del comercio electrónico el refinamiento perpetuo de la cadena logística se ha convertido en el mismísimo modelo empresarial.
La cadena de suministros de hoy (y mañana) tiene menos humanos, más robots, y más software que conecta esos robots a esos humanos, a través de cada vez más datos. Ideas que hace solo una década parecían caricaturas del futurismo (¿nanobiónica vegetal?, ¿comida impresa?) se ven el objeto de progresivamente más inversión, convirtiéndose rápidamente en los motores de cambio en la manera en que concebimos el comercio y la distribución.
En un contexto en que cada año más comercio se realiza online, las limitaciones de la tienda física no existen y millones de artículos están en venta, la exclusividad del producto ya no es lo que atrae clientes y las ventajas competitivas hay que buscarlas en otro lado. De esta manera, el enfoque cambia desde el producto en sí a la velocidad y eficiencia con la que aquel producto se puede entregar al cliente.
A la vanguardia de estos desarrollos están los gigantes del e-commerce, concretamente Amazon y Alibaba, dos multinacionales (de los EEUU y China, respectivamente) que venden a través de sus páginas web casi cualquier tipo de producto que se puede vender. Ya sea que busques paelleras (hay miles) o cortacéspedes (¿manual o robótica?), o hasta libros para colorear de Juego de Tronos (9,40 euros, con envío grátis), lo tienen, y te lo quieren entregar en menos de 24 horas.
“La logística ya no es un engorro necesario,” declaró Lin wan, presidente de Cainiao (brazo logístico del imperio Alibaba). “Hoy en día se ha convertido en el factor decisivo que permite a una empresa distinguirse de las demás”.
El sector de logística, que opera entre bastidores en gran medida, constituye un 8% del PIB español y casi un 14% del PIB catalán. Y es que, en este mundo aparentemente sobrio y mecánico, están sucediendo cambios revolucionarios que afectan a toda la economía, a medida que el e-commerce responde y condiciona simultáneamente una demanda explosiva para la compra online barata y la entrega a domicilio.
Robots y software
Para Amazon, el proceso de proveer el producto empieza antes siquiera de pedirlo. Desde 2014, el minorista americano ha utilizado una tecnología de diseño propio de “envío anticipado”, que utiliza su inmensa cantidad de datos (pedidos anteriores, búsquedas, wish lists, contenidos de la cesta, e incluso el tiempo en que el ratón planea sobre un producto) para enviar productos que ve probable que sus clientes compren a su centro de distribución más cercano. Así pues, para cuando el cliente realiza la compra, el producto ya está a unos kilómetros y listo para el paso final.
“Amazon hizo exactamente lo contrario de lo que los departamentos de logística tradicionales consideraban prácticas óptimas: construir decenas de ejes de distribución,” dice Dan Brown, director superior de logística en Pet Retail Brands. “Eran muchos los profesionales que tomaban a Amazon por loco por gastar tanto dinero en edificios nuevos, pero ya vemos que eso ha devenido en una ventaja competitiva para la empresa 10 años después”.
Tanto Amazon como Alibaba están invirtiendo furiosamente para tener las redes más avanzadas y optimizadas que puedan, y a medida que su influencia crece, muchos minoristas independientes se ven obligados a vender a través de las plataformas o quedarse atrás.
La base de sus operaciones son sus numerosos almacenes. Amazon tiene más de 175 en todo el mundo y siete en Catalunya (con un octavo planificado en Montcada i Reixac). Cada uno dispone de una verdadera armada de robots y softwares con diversos niveles de inteligencia artificial. “Cuando hablamos de la IA, no se trata de un robot con una personalidad en plan Terminator,” explica Brown. “Un ejemplo puede ser un programa que lee datos de una línea de producción en tiempo real y envía alertas automáticas al personal de mantenimiento si calcula que el sistema podría averiarse.” De esta manera los fallos se pueden abordar de manera proactiva, manteniendo un alto nivel de eficacia en todo momento.
Tradicionalmente, la amplia mayoría de las tareas manuales logísticas se realizaban por humanos. Al despachar un producto, un empleado caminaba de un lado para otro por el almacén eligiendo y despachando los pedidos de los clientes, en un sistema que se llama “persona a bienes”, es decir, una persona va a los bienes y los recoge. Este rasgo aparentemente inmutable de la logística está experimentando actualmente una revolución de proporciones copernicanas, hacia un modelo de “bienes a persona”, en lo que pasa lo opuesto.
Para ello, Amazon y Alibaba han dotado a sus almacenes con sistemas elaborados pero altamente organizados, en los que los productos esperan en una de las miles de estanterías verticales a que un cliente les quiera. Una vez pedido, un robot poco más grande que el cojín de un sofá se dirige a la estantería y se lo lleva entero a un humano, que mete el producto deseado en un sobre o caja (a los robots les falta todavía la dexteridad manual para este paso). Con miles de tales robots operando concertadamente, el ahorro de tiempo es significativo.
Los robots saben cuándo se les están agotando las pilas y se recargan automáticamente. También están equipados con sensores que previenen que se choquen, y los humanos que se desplazan por el almacén llevan chalecos tech que alertan a los robots de su presencia.
Los humanos funcionan como las reinas de esta colmena en zumba constante, con cada vez menos labor manual. Sus tareas se basan en la supervisión de la actividad realizada por las máquinas, interviniendo en caso de una avería o atasco.
“A medida que los consumidores continúan exigiendo productos más personalizados en plazos más restringidos, la combinación de hardware y software necesitará seguir evolucionando para responder a esta demanda”, concluye Brown.
Vehículos autónomos
Entregar al día siguiente –antes un lujo costoso– se está convirtiendo en la norma a medida que Amazon y Alibaba condicionan a sus clientes a contar con ello. (Alibaba ha declarado que, dentro de cuatro años, quieren poder entregar cualquier paquete a cualquier parte de China en menos de 24 horas, y a cualquier parte del mundo en 72). Por eso, las empresas de e-commerce buscan maneras de mejorar su rendimiento también en las carreteras.
“En primer lugar, los camiones eléctricos autoconducidos,” dice Esteve Almirall, profesor asociado en ESADE y director del Center for Innovation in Cities. Hay numerosas empresas desarrollando esta misma tecnología y 2021 será el año que llegue a las carreteras con mayor envergadura. Al principio operan con “autonomía supervisada”, en la que un humano está presente por si acaso. Más tarde, se prescindirá de los humanos por completo y operarán por sí solos.
Su implementación supone un ahorro de combustible considerable y una reducción en accidentes de tráfico provocados por error humano, pero quizás más importante todavía desde la perspectiva logística sería su capacidad de operar casi constantemente (un estudio de Price Waterhouse calcula que estos camiones podrían estar en operación casi 19 de cada 24 horas, en comparación con las siete actualmente). Además, puesto que a estos les da igual a que hora están en la carretera, sus rutas se pueden modificar de tal manera que evitan los núcleos urbanos en horas punta, ayudando de esta manera a descongestionar el tráfico.
“Los camiones autónomos suponen una innovación que puede hacer obsoletos a los trenes de mercancías a medio plazo,” concluye Almirall.
¿Límites a la innovación?
La imagen de un mundo en el que todo tipo de objetos se pueden pedir online y llegan a casa dentro de 24 horas mediante camiones autoguiados es como la famosa foto en la que algunos ven una mujer joven y guapa y otros una fea bruja vieja. Y es que la pujante industria no carece de críticas.
El Black Friday pasado, un grupo de activistas pertenecientes a la “Red por la Justicia Climática” ocuparon la sede de Amazon en Barcelona como protesta contra sus prácticas empresariales. Alegaron que el modelo no es sostenible y que los trabajos que Amazon genera en realidad se producen a costa de los negocios pequeños y particulares.
Y el presidente de Cimalsa, Enric Tico, en una reciente entrevista en esta revista, opinó sobre el aumento de la venta online: “El sector saldrá beneficiado. Para mí la pregunta es si saldrán beneficiados la sociedad y los clientes… Dudo que el colapso de nuestras ciudades, el frágil equilibrio climático, puedan tolerar un servicio puerta a puerta al minuto”.
Hasta la Comisión Europea ha reconocido la necesidad de “poner al obrero en el centro del proceso productivo y usar las nuevas tecnologías para proveer prosperidad más allá de trabajos y crecimiento, respetando los límites productivos del planeta”. Así pues, una pregunta clave mirando hacia adelante será si un modelo como este puede crecer en el largo plazo sin ganar el desprecio de reguladores y consumidores con conciencia medioambiental.
Para los grandes del e-commerce el refinamiento perpetuo de la cadena logística ya se ha convertido en el mismísimo modelo empresarial. Pase lo que pase, la innovación rápida en el sector será la norma, no la excepción, en los años que vienen. Inversores en el sector pueden descansar tranquilos sabiendo que sus innovaciones logísticas están no sólo siguiendo el ritmo de estas tendencias sino impulsándolas.