Todavía en su adolescencia, el New Space catalán gana peso en Europa gracias a un modelo ágil y competitivo que impulsa startups, investigación y empresas tecnológicas.
Hace veinte años, la industria espacial en Catalunya aún se encontraba en una fase incipiente. Daniel Sors, jefe de la Oficina de Servicios y Promoción Industrial del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), recuerda cómo tuvo que buscar oportunidades fuera: “Fui a Madrid porque aquí no existían estudios de ingeniería aeronáutica. No fue hasta 2004-2005 cuando comenzaron en Terrassa. Pasé prácticamente 20 años fuera, ya que el 95 % de la economía del sector espacial se concentraba en la capital, con parte también en el País Vasco y Andalucía”.
La situación comenzó a cambiar de manera significativa en 2019, cuando el Govern de Catalunya identificó el auge del NewSpace. Este impulso se materializó a través de programas públicos y privados, la creación de nuevas empresas, programas de aceleración y una estrategia que concebía al espacio como un motor transversal para la economía y la sociedad. Desde entonces, la administración catalana ha promovido un proyecto propio de industria espacial, consolidando un ecosistema capaz de generar conocimiento, transferirlo a la empresa y convertirlo en innovación con impacto tangible en distintos sectores.
Impulsada por el Govern a través de la Secretaría de Políticas Digitales y con la colaboración del IEEC, el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC) y la Fundación i2CAT, la Estrategia NewSpace de Catalunya busca aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece este emergente sector. Entre 2019 y 2023, se invirtieron alrededor de 23 a 24 millones de euros, de los cuales el IEEC gestionó aproximadamente el 75 %, distribuyéndolos en programas, proyectos e iniciativas de diversa índole. Gracias a este impulso, hoy varias startups catalanas gozan de reconocimiento internacional y forman parte de consorcios y conglomerados europeos de primer nivel.
A la espera de los datos definitivos de cierre de año, en 2020 el sector espacial catalán registraba una facturación de 807 millones de euros y daba empleo a 7.571 trabajadores distribuidos en unas 100 entidades, de las cuales 143 millones de euros y 379 trabajadores correspondían exclusivamente al NewSpace. “Fue complicado separar actividades; algunas empresas grandes combinan aeronáutica, aviación y también algo de espacio”, señala Sors. Desde entonces, el ecosistema ha seguido creciendo: hoy ya superan las 120 entidades, y aunque la facturación del mercado de tecnologías espaciales muestra cifras muy diversas, la tendencia es claramente alcista.
Para Sors, el sector espacial catalán ha comenzado a mostrar madurez, con empresas, proyectos e iniciativas que ya se reconocen no solo a nivel local o nacional, sino también en el panorama europeo e internacional. “Hemos pasado de ser un sector muy verde a estar en la adolescencia”, subraya. Hoy, Catalunya se posiciona como una potencia europea, consolidando su papel en la carrera espacial global.
Europa toma impulso
A escala mundial, el crecimiento del sector es espectacular: en 2024 generó 476.000 millones de dólares, en 2025 se estima en 512.000 millones, y para 2026 se prevén 551.000 millones, con casi 600.000 millones en 2027. Hacia 2030, algunos pronósticos apuntan a que podría superar el billón de dólares, con un crecimiento anual sostenido de entre el 5 y el 10 %, según Sors. Tanto en Estados Unidos como en Europa, la tendencia es clara: el sector espacial se encuentra en plena expansión, consolidando su relevancia económica y tecnológica a nivel global.
Catalunya cuenta con más de 120 entidades dedicadas al New Space, con crecimiento sostenido y participación internacional.
El sector espacial agrupa empresas dedicadas a dos grandes áreas: el upstream, centrado en el hardware y en la fabricación de componentes para la industria espacial, como satélites o cohetes; y el downstream, que comprende aplicaciones derivadas del desarrollo espacial con uso en la Tierra, como los datos satelitales para servicios diversos, ámbito en el que Europa, España y, por extensión, Catalunya muestran mayor fortaleza.
En el upstream, Estados Unidos domina con ejemplos emblemáticos como SpaceX y Starlink, acaparando el 59 % del mercado, mientras que Asia concentra entre el 20 y el 22 % y Europa apenas alcanza el 10-11 %. En el downstream, la distribución es más equilibrada: Estados Unidos desciende a un 30 %, Asia se mantiene alrededor del 20 % y Europa asciende también al 20 %, consolidando su relevancia en aplicaciones espaciales que impactan directamente en la vida cotidiana y en la economía.
Jaume Sanpera, CEO y cofundador de Sateliot, una de las empresas más destacadas del sector, considera que Europa se encuentra en un momento clave, atravesando una transformación estratégica marcada por la necesidad de autonomía tecnológica y resiliencia geopolítica. En este contexto, los satélites se han convertido en una infraestructura crítica: “Ya no son opcionales, sino un pilar esencial para garantizar servicios básicos, seguridad, comunicaciones de emergencia y soberanía digital”.
Aunque Europa todavía tiene margen de mejora en el upstream, está construyendo las bases de un ecosistema espacial sólido. En el terreno de la observación de la Tierra, programas como Copernicus, con su constelación de satélites Sentinel, proporcionan imágenes y datos de gran calidad que han impulsado el desarrollo de numerosas empresas europeas. “El acceso abierto y gratuito a estos datos ha sido clave para muchas compañías; algo que casi nadie ofrece en el mundo. La NASA también dispone de satélites, pero no con las mismas resoluciones”, explica Sors. Por su parte, el sistema Galileo, la red paneuropea de navegación por satélite desarrollada por la Agencia Espacial Europea (ESA), ofrece una precisión cuatro veces superior al GPS y funciona de manera civil, sin fines militares, reforzando así la posición estratégica de Europa en el espacio.
Aplicaciones en Catalunya
Pocas veces reparamos en que la industria espacial forma parte de nuestra vida cotidiana: está presente al pagar con tarjeta mediante NFC, consultar la previsión meteorológica o recibir alertas de emergencia. Sus aplicaciones son prácticamente infinitas. En este contexto, el ecosistema NewSpace catalán se distingue por su amplitud y por abarcar toda la cadena de valor del sector. Según Cristina Protasio, manager de ESA BIC Barcelona, el centro de incubación de empresas de la Agencia Espacial Europea en Catalunya, las actividades van desde el procesamiento de imágenes satelitales hasta la gestión de infraestructuras, incluyendo ámbitos como la movilidad inteligente y la monitorización medioambiental, ya sea terrestre, marítima o atmosférica.
En Barcelona, aplicaciones y portales digitales permiten monitorizar la contaminación y diseñar rutas en bicicleta que evitan las zonas más afectadas. En el ámbito agrícola, los satélites facilitan un uso más eficiente del agua, optimizando el riego y mejorando cultivos como la uva. Un ejemplo destacado es la comunidad de regantes Segarra-Garrigues, donde el ICGC ha desarrollado Menut, una herramienta interactiva que procesa imágenes del satélite homónimo y eleva la resolución a cinco metros por píxel. Gracias a ello es posible analizar parcelas cada vez más pequeñas y detectar fugas o desequilibrios en el riego, identificando zonas con exceso o déficit de agua. En un contexto de sequía, se convierte en un recurso clave para avanzar hacia una agricultura más eficiente y precisa.
A estos usos se suman otros de gran relevancia. Sors destaca, por ejemplo, las aplicaciones satelitales para prevenir incendios forestales en zonas de distribución eléctrica o para detectar fugas en grandes conducciones de agua. “Además, hemos iniciado junto a la Agencia Espacial Europea un proyecto centrado en el estudio de la batimetría de las costas catalanas”, explica. Durante los temporales, los sedimentos marinos pueden alterar la geometría de playas y puertos, y la validación mediante satélite permite calcular a qué profundidad se encuentran, facilitando la toma de decisiones sobre posibles intervenciones para evitar accidentes.
Como ocurre con otras iniciativas, esta tecnología no se queda en el ámbito local: se ha empezado a exportar a países como Italia, reflejo de un sector altamente conectado a escala internacional. “Un elevado grado de validación de tecnologías en el ámbito local acaba exportándose a otros lugares”, puntualiza Sors.
Uno de los proyectos más destacados del NewSpace catalán es el visor Menut, ya mencionado. Se trata de una herramienta interactiva desarrollada por el ICGC que permite acceder y descargar las imágenes procesadas del satélite Menut, la segunda misión satelital impulsada por la Generalitat. El visor también integra imágenes de Sentinel-2, parte del programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea, y está disponible públicamente para empresas, centros de investigación y ciudadanía, abriendo nuevas posibilidades en la investigación y el desarrollo de aplicaciones espaciales.
Otro proyecto relevante es la transformación del Observatorio del Montsec en una infraestructura de referencia para el seguimiento y recepción de datos de nanosatélites catalanes. Además, se ha convertido en un espacio donde las empresas pueden desarrollar proyectos de innovación satelital, abarcando desde la construcción y el procesamiento de datos hasta la comercialización de servicios al usuario final.
Retos por delante
Un sector aún incipiente afronta numerosos retos. A nivel europeo, y según Cristina Protasio, manager de ESA BIC Barcelona, es necesario hacer frente a la creciente competencia internacional, atraer inversión privada especializada, acelerar los ciclos de desarrollo tecnológico y reforzar la autosoberanía tecnológica.
Aunque se desarrollan tecnologías avanzadas, Europa todavía no ha logrado reutilizar un cohete, “algo que llevan 15 o 20 años haciendo en Estados Unidos”, destaca Sors. Además, el continente carece de nivel suficiente en propulsión. La razón principal, según el experto, es la financiación: “No hemos encontrado millonarios como Jeff Bezos o Elon Musk dispuestos a invertir grandes sumas en el desarrollo de tecnologías extremadamente complejas, que requieren muchas pruebas, quemar numerosos motores y disponer de amplia infraestructura”.
El visor Menut permite a Catalunya procesar imágenes satelitales de alta resolución para aplicaciones científicas y empresariales.
Jaume Sanpera, CEO y cofundador de Sateliot, coincide en que, más allá de alcanzar la autonomía tecnológica y la soberanía estratégica, “es clave fortalecer la cohesión entre países y pensar como una Europa unida de manera real”. Para Sanpera, acelerar la innovación y trasladar las tecnologías al mercado con rapidez resulta fundamental, sobre todo en un contexto donde se compite con actores globales que avanzan con gran agilidad.
En Catalunya y España, además, sigue siendo fundamental consolidar la transferencia de conocimiento desde la investigación al mercado y reforzar la presencia de la industria local en las cadenas de suministro globales. Según Protasio, “tenemos una oportunidad única: el crecimiento del NewSpace nos permite participar en proyectos internacionales con tecnologías propias y abrir nuevos mercados con aplicaciones innovadoras, dándonos visibilidad en iniciativas de alto impacto tanto social como tecnológico”.
Aunque el impulso institucional crece, Sanpera señala que aún existen obstáculos para movilizar inversión privada en proyectos tecnológicos de gran envergadura. “Es una barrera que empieza a revertirse gracias a iniciativas como el PERTE Aeroespacial y a nuevos instrumentos de financiación pública y mixta”, apunta.
El sector está vivo y más necesario que nunca. Su papel en la lucha contra el cambio climático marca el presente: la ONU ha definido unas 100 variables de seguimiento ambiental, “de las que más de la mitad no se podrían monitorizar sin el sector espacial”, concluye Sors.
Las empresas catalanas: como un cohete
Antes, agencias como la NASA o la ESA eran las claras protagonistas del sector espacial. Hoy, el New Space está impulsado por empresas privadas y colaboraciones público-privadas que llevan la tecnología más allá de los límites tradicionales.
Sateliot ofrece servicios de conectividad global mediante una constelación de satélites en órbita baja (LEO) que operan bajo el estándar 5G. Su tecnología permitirá que cualquier dispositivo IoT estándar se conecte directamente a la red satelital, sin necesidad de modificar hardware ni cambiar de SIM, extendiendo la cobertura de los operadores móviles incluso a zonas sin infraestructura terrestre.
Pangea Propulsion, por su parte, ha captado una inversión de 23 millones de euros en su ronda Serie A, liderada por Hyperion Fund. La startup se dedica a la propulsión de satélites y ha desarrollado cohetes utilizando impresión 3D metálica, un logro que incluso la NASA no había conseguido replicar.
Open Cosmos se especializa en la fabricación de satélites y ofrece soluciones basadas en información espacial. Sus servicios permiten monitorear la producción agrícola, evaluar daños por derrames de petróleo o brindar herramientas de navegación precisas, adaptadas a las necesidades de cada cliente.
Aistech Space genera imágenes térmicas asequibles, recurrentes y de alta resolución del planeta. Al combinar estos datos con otras fuentes de información, la empresa facilita decisiones más inteligentes, apoyando la sostenibilidad y la gestión eficiente de los recursos naturales de la Tierra.
El conglomerado New Space
El sector espacial catalán despega gracias a la combinación de empresas privadas y entidades públicas. El Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) lleva 30 años impulsando actividades relacionadas con el espacio en la región. Su trabajo se apoya en grupos de investigación distribuidos entre las cuatro instituciones que forman su patronato: UAB, UB, UPC y CSIC.
El IEEC colabora activamente en la planificación, ejecución, difusión y transferencia de conocimiento, participando en iniciativas, estudios y proyectos vinculados, de una manera u otra, con la tecnología espacial, la investigación científica y la exploración del espacio.
Por su parte, ESA BIC Barcelona, el centro de incubación de empresas de la Agencia Espacial Europea en Catalunya, forma parte de la red europea de Business Incubation Centres. Su objetivo es convertir ideas innovadoras relacionadas con el espacio en proyectos viables con impacto real en el mercado. El programa está impulsado por el Departament d’Empresa i Treball de la Generalitat, la Universitat Politècnica de Catalunya – BarcelonaTech (UPC) y el Parc Mediterrani de la Tecnologia (PMT), con el apoyo adicional del Ayuntamiento de Barcelona, a través de Barcelona Activa.
El centro trabaja con startups que desarrollan tecnologías y soluciones en ámbitos como:
– Desarrollo y fabricación de pequeños satélites y sus componentes.
– Diseño de sistemas ópticos, sensores y antenas para aplicaciones espaciales.
– Procesamiento y análisis de datos de observación de la Tierra.
– Aplicaciones downstream que utilizan datos espaciales para optimizar procesos en sectores como energía, logística, seguridad o medio ambiente.
– Investigación e innovación en materiales avanzados, software e inteligencia artificial aplicada a datos espaciales.