Unos creen que 2021 será el año de la recuperación económica, y tienen sus razones. Otros piensan que esto va para largo, y también tienen sus razones.
¿Cuándo llegará la recuperación? ¿De qué depende? ¿Cómo será? ¿Cuántas cosas cambiarán? ¿Volverá todo o perderemos algo? Los economistas no somos adivinos. Nuestros análisis se basan en datos, conocimientos y experiencias. Los análisis son la base de las previsiones que, en momentos como el actual, indagan sobre la respuesta a una situación que se ha ido alargando en el tiempo. Pero la sociedad está bastante cansada de esta crisis y busca con esperanza respuestas para fijar las expectativas. Las empresas privadas y públicas, los servicios públicos y privados, las instituciones también publicas y privadas, la ciudadanía; todos creamos expectativas basadas en las percepciones sobre los hechos que afectan a la economía.
Sabido es que la percepción sobre la evolución de cualquier variable acaba afectando al comportamiento de los agentes y a la evolución de la economía. Hay una frase que se utiliza en las clases iniciales de marketing con intención de impactar en los estudiantes: “la percepción es la realidad”, o también “la realidad no existe, todo es percepción”. El enfoque interesado de la frase puede aplicarse en muchos momentos de comunicación, tanto en el ámbito privado como en el público. Lo vemos en las campañas electorales y en los anuncios de la televisión o en las redes sociales. Todos tenemos nuestra realidad que, aunque se parece a la que tiene el del lado, es única e irrepetible.
Estamos ahora frente a un escenario en el que predomina la incertidumbre. Algunos perciben que 2021 será el año de la recuperación económica. Tienen sus razones: el éxito de la vacuna, la enorme tasa de ahorro de los consumidores que no han gastado durante la pandemia (31% de la renta disponible) y las ayudas de Europa a la economía en los sectores críticos (actividades para la protección del cambio climático, la inclusión social, la participación ciudadana, la era digital, la promoción de valores europeos y la promoción del liderazgo europeo). Otros piensan que esto va para largo y tienen también sus razones. Las pocas ayudas a fondo perdido a las empresas son un ejemplo: mientras en Alemania son del 7,7% del PIB y en Francia del 4,6%, en España solo han sido del 3% en 2020. Y sobre todo la mala gestión política de los fondos europeos.
España puede acceder a 140.000 millones en el periodo 2021-2026 del Fondo Next Generation EU dotado con 750.000 millones de euros. Los dos grandes destinos de los fondos son: 1) la transición ecológica (37% ), y 2) la transformación digital (33%). La igualdad de género y la cohesión social y territorial se incluyen como ejes transversales clave. El Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia también desarrolla 10 políticas palanca que integran 30 líneas de actuación. De los 140.000 millones, 72.700 millones serán vía transferencias o ayudas directas hasta el año 2023 y, el resto, en préstamos. A lo largo de 2021, se espera recibir alrededor de 34.000 millones de euros. 26.634 millones están en los Presupuestos Generales del Estado. El resto va directamente a las comunidades autónomas (Fondo React EU). Además hay casi 80.000 millones de euros previstos por los fondos estructurales y por la Política Agrícola Común para el periodo 2021-2027.
Se han dispuesto fondos para que todo vaya mejor en la salida de la crisis y algunos ya sueñan con volver a encontrar el dorado. Percepción y realidad…