Catalunya cuenta con grandes trampolines para impulsar su liderazgo en la socioeconomía del hidrógeno.
A pesar de los muy ambiciosos objetivos climáticos internacionales, según el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, la actividad humana ha provocado que el clima se caliente a un ritmo sin precedentes y aún más preocupante, continuará haciéndolo a menos que se reduzcan drásticamente las emisiones de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero en las próximas décadas. En este contexto, la producción y uso de energía se ha convertido en una prioridad mundial. En todas las regiones se impulsan planes y políticas para el desarrollo de soluciones tecnológicas sostenibles que contribuyan a alcanzar la neutralidad climática, reducir el estrés urbano, mejorar el bienestar ciudadano y preservar los recursos naturales.
El hidrógeno, por su abundancia, contenido energético y no emisión de CO2, se sitúa como un término importante de la ecuación para abordar los desafíos energéticos. Es un vector versátil y el desarrollo tecnológico alcanzado para su explotación constituye una de las opciones prometedoras para producir y almacenar energía. Producido a partir de fuentes renovables, el hidrógeno verde ofrece formas de descarbonizar múltiples sectores, como el químico, el transporte, la metalurgia, las refinerías y muchos otros donde existen grandes posibilidades de reducir emisiones de manera significativa. Estas son razones que han llevado a establecer claros objetivos en la UE que sitúan al hidrógeno como esencial para alcanzar el compromiso de neutralidad de carbono para el año 2050, hoja de ruta del Hidrógeno.
En el pasado se han producido varios comienzos para el hidrógeno, aunque el impulso que se está dando actualmente mediante las políticas energéticas mundiales y el desarrollo tecnológico alcanzado, vislumbran que finalmente podría encaminarse hacia el cumplimiento de su gran potencial como una importante solución de energía limpia. Aun así, el despliegue de una economía basada en el hidrógeno verde debe superar importantes desafíos como por ejemplo el reducir el coste de producción a partir de energías renovables. El informe anual sobre el futuro del hidrógeno de 2019 de la Agencia Internacional de Energía señala que el coste podría caer un 30% para 2030, resultado de la disminución de los costos de las energías renovables, el aumento de la producción y la ampliación de las cadenas de suministros, lo cual anuncia un escenario prometedor.
En línea con las necesidades estratégicas para el desarrollo de una gestión energética sostenible limpia y circular, es fundamental posicionar a Catalunya, no solo como implantador de tecnología del hidrógeno verde sino también como un referente europeo en su desarrollo industrial y tecnológico. Para ello, es importante potenciar políticas e incentivos, ecosistema de actores, investigación aplicada, innovación y talento como pilares fundamentales de crecimiento socioeconómico sistémico de las cadenas de valor en la economía del hidrógeno.
Catalunya cuenta con grandes trampolines para impulsar su liderazgo en la socioeconomía del hidrógeno. Hacer del principal polo petroquímico del sur de Europa un tractor de transformación, reconvertir sus actuales polos de alta producción energética, impulsar la química verde, desarrollar sus puertos alrededor del hidrógeno limpio, transformar el transporte en sus grandes núcleos metropolitanos o expandir su uso a lo largo de importantes corredores como el mediterráneo o su enlace con el eje central son activos que no se pueden desaprovechar.
Centrarse en estos trampolines, soportados también en la capacidad de generación de renovables e importantes agentes científico-tecnológicos, podría contribuir a alcanzar en Catalunya la escala necesaria para reducir los costos y minimizar los riesgos de despliegue. Para que se concreten estos pronósticos, el ecosistema de cooperación es vital. Iniciativas como el Vall de l’Hidrogen de Catalunya, donde administraciones, industria, ciudadanía y agentes científico-tecnológicos convergen en objetivos comunes, se presentan como una herramienta fundamental para canalizar inversiones que contribuyan a la escalabilidad e industrialización de soluciones innovadoras, promover nuevos modelos de negocio, desarrollar un nuevo tejido industrial y formar una fuerza de trabajo cualificada que acompañe este cambio de modelo energético y productivo en torno al hidrógeno verde.