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El nuevo empleo: híbrido e hiperdigitalizado

El mundo laboral está experimentando una transformación sin precedentes, con la hiperdigitalización y la irrupción de la inteligencia artificial como principales desafíos.

Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, dos reconocidos economistas del Massachussets Institute of Technology (MIT), afirmaron en su libro Race Against de Machine que la transformación del mercado de trabajo se debe, por encima de muchos otros factores, al surgimiento de la tecnología digital. No hablamos de un libro de reciente publicación: fue en 2011, hace ya más de 12 años, y parece que la predicción de estos dos académicos es perfectamente aplicable a la coyuntura de hoy. La digitalización, la última gran revolución de la especie humana después del surgimiento de internet, ha provocado un cambio radical. No solo en el mercado de trabajo, sino en el mundo entero. “Quién nos sustituirá no será la inteligencia artificial, sino todos aquellos que sepan utilizarla”, explica Albert Cañigueral, autor del exitoso El trabajo ya no es lo que era.

TV3 emitió a finales del pasado mes de abril el documental Ciutat en Beta. El treball d’avui, la ciutat de demà –una producción de Createl por Ouishare España con la colaboración de Barcelona Activa y la Fundació Mobile World Capital Barcelona– que comenzaba con un caso sorprendente. En un restaurante, el gerente anuncia la incorporación de dos nuevos empleados. El día de su presentación, los trabajadores del local no dan crédito a lo que tienen ante sus ojos: se trata de dos robots que formarán parte del equipo. Y no se trata de un caso aislado.

Según el último informe de la International Federation of Robotics, ya hay más de un millón de robots trabajando en la industria del automóvil alrededor del mundo. Un nuevo récord mundial que pone de manifiesto la velocidad de vértigo que ha alcanzado la automatización de procesos en los últimos años. En términos generales, aunque no se encuentra en el top diez internacional, España ocupa el lugar número 13 en el ránking de países con mayor densidad de robots en la industria manufacturera. Eso se traduce, según los datos de la IFR, en que actualmente hay 191 robots por cada 10.000 trabajadores. Con Singapur encabezando la lista, seguida de Corea del Sur y Japón, nuestro país se encuentra en el elenco de los 15 países más robotizados del mundo.

Estos avances tecnológicos, a pesar de todo, no repercuten en todas las esferas del trabajo. La robotización de ciertos sectores es solo la punta del iceberg de un cambio estructural que está modificando por completo el panorama laboral a marchas forzadas. “Al mismo tiempo que se destruyen algunos lugares de trabajo, la digitalización está creando nuevas oportunidades laborales en áreas como programación, análisis de datos, marketing digital o ciberseguridad. Estos puestos de trabajo requieren capacidades distintas a las de los trabajos tradicionales. Las personas que puedan adquirir estas capacidades seguramente se encontrarán con una alta demanda”, cuenta Eva Rimbau, profesora agregada de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Según Cañigueral, exdirector general de Datos Abiertos, Transparencia y Colaboración de la Secretaría de Gobierno Abierto en la Generalitat de Catalunya, y a pesar de los avances que se han hecho en el mercado español, todavía queda un largo camino por recorrer. “En España estamos todavía muy atrasados culturalmente para ser capaces de adaptarnos a la flexibilidad que exige el mercado laboral de hoy. En otros lugares como Dubai, EEUU e incluso Francia, las empresas están mucho más acostumbradas a modelos de plantilla híbridos: por ejemplo, a tener una parte del equipo integrado en plantilla fija y otra completamente externalizada. Algo que puede parecer muy simple, pero que resulta fundamental para el éxito empresarial y que está estrechamente relacionado con los cambios tecnológicos que vivimos a diario”.

Hacia un modelo híbrido

“La evolución pasa por el cambio en las condiciones y tipos de trabajo. Todo ello tiene que ver con la transición ecológica y la digitalización, y los empresarios deben saber ofrecer opciones de trabajo más flexibles, sobre todo para la gente más cualificada”, explica a Cataluña Económica Josep Lladós, profesor agregado de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del Digital Business Research Group (DigiBiz). Rimbau, por su parte, apunta también a que “a pesar de que la digitalización también hace que el teletrabajo remoto sea más factible, todo depende de si las capacidades del personal directivo y la resistencia al cambio acabarán permitiendo que alcance su máximo potencial”.

El teletrabajo forzado que se impuso durante la pandemia fue un acelerador indudable del rápido proceso de digitalización que vivía la sociedad en 2020 (de hecho, las primeras pruebas masivas ya se realizaron en 2011, cuando ocurrió la catástrofe nuclear de Fukushima, en Japón). Tres años más tarde de la irrupción del Covid-19, gran parte de las empresas han vuelto a centralizar sus plantillas en las oficinas. Aunque los datos ya no son los prepandémicos. Según el informe salarial de Hired, publicado a finales del tercer trimestre de 2022, las empresas que no ofrecen la posibilidad de trabajar desde casa tienen un 25% de posibilidades menos de encontrar trabajadores con talento.

“Teletrabajar no significa simplemente trabajar desde casa. Implica brindar una serie de recursos a los trabajadores, aplicar cambios en la organización del trabajo, ofrecer una mayor autonomía y capacidad de programación y cimentar un sistema de evaluación por objetivos”, cuenta Lladós. La consultora tecnológica Infosys señala en su informe Future of Work 2023: A Secure, Intelligent and Collaborative Digital Workplace que el teletrabajo ya no se contempla como una forma de ahorrar costes sino como una herramienta de retención de talento. El propio estudio ejemplifica que las compañías con menor rotación tienden a crecer casi un 20% más que las que tienen mayores ratios de entradas y salidas en su plantilla.

En el caso de España, según el informe Flash Datos de Teletrabajo 2022, publicado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), el 26,4% de los trabajadores por cuenta propia teletrabajan en España, frente a tan solo el 10% de los asalariados. Abril Roma es un ejemplo de los segundos. Con tan solo 26 años, se vio forzada, como en muchos otros casos, a desarrollar su primera carrera profesional fuera de España nada más salir de la facultad. Ahora, gracias al teletrabajo, ha logrado volver a casa. Lo primero que hace al levantarse por las mañanas es dar de comer a los caballos y regar el pequeño huerto que tiene cerca de su vivienda. Por las tardes, cuando acaba la jornada laboral, se va a escalar a alguno de los múltiples sectores de roca que tiene al alcance a pocos minutos en coche. Hace dos años que trabaja para Lymbus, una agencia de comunicación que desarrolla proyectos para marcas internacionales como Strava, Suunto o Atomic, y que representa a deportistas de élite mundial como Kilian Jornet. Todo esto logra hacerlo desde Santa Maria de Merlès, su pueblo natal, una pequeña localidad del interior de Barcelona que no supera los 200 habitantes.

La robotización de ciertos sectores es solo la punta del iceberg de un cambio estructural que está modificando por completo el panorama laboral.

La consultora norteamericana Gallup International reflejaba en un informe publicado el pasado mes de agosto de 2022 que el 94% de los trabajadores encuestados prefería un modelo de trabajo híbrido o completamente remoto. Según sus cálculos, si antes de 2019 el 60% de los trabajos exigían una total presencialidad, a finales de 2022 esta modalidad sólo representaba el 23% de los empleos. En cuanto al modelo híbrido (semi-presencial), los porcentajes habrían pasado del 32% en 2019 al 55% a finales del curso pasado.

Lymbus fue una de las empresas pioneras en implantar el trabajo 100% remoto en Catalunya. Ya lo hacían desde mucho antes de la pandemia (se creó en 2013), y se han ido desprendiendo de sus lugares de encuentro hasta no tener ningún lugar de encuentro oficial. “Desde que nacimos hace ya más de diez años siempre hemos tenido la conciliación y la flexibilidad laboral en nuestro centro. Desde el principio hacíamos al menos un día de teletrabajo. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, dimos el paso definitivo para convertirnos en una empresa remota al 100%. El camino no ha sido ni es fácil, puesto que hemos tenido que rediseñar toda nuestra forma de trabajar. Sin embargo, nuestra apuesta es clara, ya que queremos que las personas que forman parte de Lymbus vivan y trabajen desde donde quieran”, aclara Laura Font, directora de la empresa.

El trabajo a distancia es una de las muchas medidas de flexibilización laboral que ofrece la empresa: cuentan con horarios sincrónicos (durante cuatro horas al día tienen que estar todos conectados, mientras que el resto de horas pueden organizar como les convenga), adaptaciones por bajas laborales o paternales y períodos de vacaciones flexibles. El objetivo, según cuenta Font, siempre es el mismo: “que todos los que trabajemos en Lymbus nos sintamos cuidados y podamos organizarnos la vida como mejor nos convenga”.

A nivel legislativo, España se adelantó a la gran mayoría de sus socios europeos en algunos aspectos concretos. “Después de Francia, en España se establecieron las primeras leyes de desconexión digital. Lo hicimos en 2018, antes de la pandemia. A partir del año 2020 empezaron a seguir la tendencia el resto de países”, apunta Adrián Todolí, profesor titular de Derecho del Trabajo de la Universitat de València.

En este punto, el fundador del Future for Work Institute apunta que existen varias formas de garantizar ese derecho a la desconexión de los trabajadores. “Fijar días sin reuniones para ser más productivos, horarios de no trabajo y jornadas sincrónicas en las que haya unas horas concretas en las que todos trabajan a la vez puede ser una forma de limitar la cantidad de tiempo dedicado”.

Respecto a las nuevas formas de trabajo y a las fronteras de esta misma desconexión cuando no hay horarios fijos, el economista Josep Lladós señala hacia la necesidad de diseñar nuevos esquemas desde cero. “Da igual el lugar desde donde trabajamos o la cantidad exacta de días. Debemos romper los esquemas de la economía industrial y pensar en lo que está pasando hoy. Esta mentalidad anclada en sociedades caducas debe llegar a su fin. Y eso llegará sí o sí tarde o temprano”.

Uno de los puntos en los que coinciden la mayoría de los expertos entrevistados es que la reciente reforma laboral no contempla estos nuevos escenarios. “Ni la nueva reforma laboral ni muchas otras reformas que se han introducido en la normativa española hacen frente a este nuevo escenario. Ha pasado siempre: la norma va a remolque de los avances tecnológicos. Estos cambios tan acelerados dejan obsoletas ciertas normas relativamente recientes, como ya ocurrió con la ley Rider”, puntualiza Santiago García, cofundador del Future for Work Institute, un observatorio independiente sobre tendencias emergentes en el ámbito del trabajo.

“La reforma laboral 2021-2022 no estaba pensada para las cuestiones más ligadas a la digitalización. En su momento ya se anunció que todo lo relativo a las nuevas dinámicas de trabajo quedaría relegado al Estatuto del Trabajador del Siglo XXI, que todavía no ha visto la luz”, matiza Todolí.

Según Camil Ros, secretario general de la UGT en Catalunya, “ahora, con la nueva reforma y la anterior ley del Teletrabajo, se establecen una serie de reglas de juego concretas en favor de los trabajadores. El problema es que debe desarrollarse en cada caso y empresa en concreto, que es donde encontramos el principal frente de bloqueo para su aplicación”.

Trabajos con valor añadido

El debate sobre la capacidad humana de trabajo que pueden sustituir las máquinas en el trabajo ya cumple más de 200 años de historia. Desde las primeras grandes protestas encabezadas por el Ludismo, surgidas en 1811, parte de los trabajadores han visto los procesos de automatización y el desarrollo de nuevas tecnologías como una amenaza. Una vez más, ha ocurrido todo lo contrario. Si nos fijamos en los países que encabezan la lista de inversión en robots, coincide con los que tienen una menor tasa de paro: Japón (2,8%) y Corea del Sur (3,2%), según los datos del Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En el caso de Singapur, es de tan solo el 1,8%, según los datos facilitados por el Singapore Ministry of Manpower.

El informe Future of Work 2023, de nuevo, asegura que la integración de la IA y la automatización serán cada vez más profundas y crecerán más rápido de lo esperado. Las consecuencias, según el estudio, son claras: “los trabajadores contarán con nuevas herramientas y tecnologías que les permitirá trabajar de forma más inteligente y colaborativa”.

España, a pesar de tener la tasa de paro más alta de la Eurozona con un 13% de personas sin empleo, cuenta con vacantes que no pueden cubrirse por la falta de mano de obra especializada. “Estamos ante una paradoja: tenemos un paro elevado y, a la vez, muchas vacantes latentes y recurrentes sin cubrir. Hay trabajo, pero existe un desajuste importante entre los empleos que se ofertan y los que se demandan. Es verdad que muchos trabajos de bajo valor añadido ya no se cubren, pero también hay otros en que esto sucede por falta de adecuación de la oferta formativa. Sectores como el de las energías renovables, el tratamiento de aguas o la tecnología están en pleno auge”, explica Josep Ginesta, secretario general de PIMEC.

La brecha de género: un nuevo reto, mismos patrones

El informe de la ONTSI señala que las mujeres, aunque solo sea por una décima, teletrabajan más en España que los hombres: un 12,6% frente al 12,5%. Esa cifra, no obstante, es un simple espejismo. Los datos refuerzan que la hiperdigitalización está siguiendo los mismos patrones en materia de brecha de género que los empleos tradicionales.

Un claro ejemplo de ello son las plataformas. Según Todolí, además de precarizar un empleo ya existente (un reciente estudio de JP Morgan demostraba que muchos de los trabajadores de las nuevas empresas de transporte privado a demanda eran antiguos taxistas que ahora ganan hasta un 50% menos por culpa de las comisiones que se lleva la plataforma), continúan segmentando entre hombre y mujeres según el tipo de profesión. “Estas nuevas empresas replican los modelos clásicos, y la brecha salarial no queda exenta de ello. Por muy modernos que puedan parecer los nuevos negocios digitales, los patrones siguen siendo los mismos”. “Las mujeres están infrarrepresentadas en campos que requieren habilidades digitales, como la informática y la ingeniería. Esto puede limitar su acceso a puestos de trabajo de elevada retribución en la industria tecnológica”, remarca la economista Eva Rimbau. La revolución tecnológica ha provocado un fuerte aumento en la demanda de perfiles STEM. Es decir, todos aquellos perfiles técnicos que pueden ir desde la programación y las matemáticas puras hasta cualquier ingeniería. “Estos mercados continúan estando poblados, en su mayoría, por hombres. Tenemos que ser capaces de revertir esta situación desde abajo. Conseguir que las niñas quieran ser ingenieras, tecnólogas o diseñadoras de robots desde pequeñas. Los trabajos que van a desaparecer son aquellos de carácter más administrativo y de fácil automatización, que en estos momentos tienen a muchas más mujeres empleadas que hombres”, concluye Santiago García.

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