El sector energético español ha dado pasos significativos hacia la descarbonización, liderado por un crecimiento sin precedentes en energías renovables. En Catalunya, aunque los avances han sido más limitados, existen oportunidades claras para acelerar esta transición mediante políticas estratégicas e inversiones sostenibles.
El sector energético ha experimentado en España transformaciones significativas en 2024, consolidándose como un referente en la transición hacia fuentes renovables. Se ha aumentado la producción de energías renovables hasta tener una presencia de más de un 50% en la composición total de la energía consumida en España, lo que es sin duda una buena noticia y un gran paso, pero se debe seguir en esta línea para contribuir a la descarbonización del planeta y a la independencia de otros países que componen el panorama geopolítico mundial.
En concreto, en 2024 las energías renovables representaron el 56% del mix eléctrico español, marcando un récord histórico. La producción aumentó un 11% respecto al año anterior alcanzando los 149 TWh. La eólica lideró el mix (23%), seguida por la nuclear (19%) y la solar fotovoltaica (17%), que superó al ciclo combinado por primera vez. La hidráulica ocupó el quinto lugar representando un 13% del total. La cuota de generación libre de emisiones alcanzó el 77%, mientras que las emisiones de CO₂ derivadas de la producción eléctrica cayeron un 16,4% respecto a 2023. Además, España mantuvo su saldo exportador por tercer año consecutivo, con aproximadamente 10 TWh exportados. Aun con estos avances, el sector energético español enfrenta importantes desafíos y tiene marcados unos objetivos en su transición hacia un modelo más sostenible, eficiente y competitivo. Estos son: la disminución de la dependencia de combustibles fósiles, la mejora del almacenamiento y el aumento de la eficiencia energética, la mejora de la infraestructura eléctrica, la moderación de unos costes energéticos elevados, la creación de una regulación completa para mercados emergentes y la promoción del hidrógeno verde.
La dependencia de los combustibles fósiles
Aunque España ha reducido su dependencia energética, todavía importa una parte significativa de los combustibles fósiles. En 2024 esta dependencia se situó en torno al 70% y el objetivo es reducirla al 50% para 2030. La volatilidad de los precios del gas natural y el petróleo sigue siendo un problema crítico, especialmente tras las crisis energéticas recientes. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece que el 81% de la electricidad generada en España deberá provenir de fuentes renovables para 2030. Esto incluye instalar 62GW adicionales de energía eólica, alcanzar los 76GW de solar fotovoltaica e impulsar tecnologías como la solar termoeléctrica (4,8 GW) y el hidrógeno renovable (11 GW).
El almacenamiento y mejora en eficiencia
El aumento de la generación renovable requiere sistemas de almacenamiento robustos para garantizar la estabilidad del suministro. España planea instalar 22 GW de capacidad de almacenamiento para 2030, pero alcanzar esta meta implica superar barreras tecnológicas y económicas. Las baterías y acumuladores están en una fase inicial y todavía resultan caros y bastante ineficientes. En cuanto a la eficiencia energética, se espera lograr una mejora del 43% para 2030 mediante iniciativas como la rehabilitación energética en edificios y la promoción del autoconsumo, con la meta de instalar hasta 19 GW en esta última área.
La infraestructura eléctrica
La red eléctrica española necesita modernizarse para integrar la creciente capacidad renovable. Esto incluye la expansión de las interconexiones internacionales y la mejora de las redes locales para evitar cuellos de botella en la transmisión. La conexión de la Península Ibérica con el resto del continente europeo será clave en las próximas décadas para poder tener un suministro y exportación de energía acordes con la demanda. Además, hay que tener en cuenta también el vehículo eléctrico. Para reducir emisiones en el sector del transporte se planea alcanzar un parque vehicular eléctrico de al menos 5,5 millones de unidades en 2030, con una estructura de cargadores que sea suficiente.
Costes, normativa e hidrógeno verde
Los precios de la electricidad y el gas natural siguen siendo altos, lo que afecta tanto a los consumidores como a la competitividad industrial. En 2025 se prevé un aumento del 13% en la factura eléctrica debido a ajustes regulatorios. Por otro lado, España aún carece de una regulación completa para mercados emergentes como el almacenamiento energético o los mercados de flexibilidad, lo que dificulta su desarrollo pleno. En cuanto al hidrógeno verde, España lidera proyectos europeos relacionados con el hidrógeno renovable con el objetivo de convertirse en un hub estratégico para su producción y exportación hacia otros países europeos.
La dependencia de no renovables en Catalunya plantea riesgos a largo plazo, especialmente ante el desmantelamiento programado de las nucleares.
En definitiva, España se encuentra bien posicionada para liderar la transición energética en Europa gracias a unos recursos naturales favorables (sol y viento) y su compromiso con metas ambiciosas como las establecidas por el PNIEC. Sin embargo, alcanzar estos objetivos requerirá inversiones significativas, la colaboración público-privada y una innovación tecnológica continua. Y aunque los desafíos son considerables, las oportunidades estratégicas que ofrece esta transición pueden consolidar a España como un referente global en sostenibilidad energética.
La energía en Catalunya
Catalunya está posicionada como una de las comunidades autónomas líderes en producción eléctrica con 41.082 GWh generados en 2023. Sin embargo, su mix energético está dominado por fuentes no renovables, mientras que las renovables solo cubrieron el 17% del total.
En 2023 las energías renovables aportaron solo el 13,6% del consumo eléctrico en Catalunya, con un aumento del 6% respecto al año anterior. Este porcentaje está muy por debajo del objetivo del 50% establecido para 2030 por PROENCAT (Prospectiva Energètica de Catalunya 2050). En contrapartida, la energía nuclear fue mayoritaria y representó el 56,9%, de la producción total.
La energía eólica se ha convertido en la principal fuente renovable, aportando el 7% del total de la electricidad consumida, un 25% más que el año anterior; la hidráulica aportó el 5%, cayendo a niveles mínimos desde los años 90 debido a la sequía; y la energía solar fotovoltaica contribuyó con apenas el 1,3% del consumo eléctrico, sin contar el autoconsumo. Si nos centramos en el campo de la industria catalana, existe también una baja penetración de renovables: solo el 14% de la energía que utiliza proviene de fuentes renovables. Para cumplir con los objetivos europeos del 42,5% para 2030 será necesario instalar al menos 12.000 MW adicionales de capacidad renovable.
Como vemos el crecimiento de las energías renovables ha sido lento: entre 2020 y 2024, la capacidad instalada eólica ha aumentado solo en 130 MW (hasta los 1.406 MW), mientras que la solar fotovoltaica ha crecido en apenas 62 MW (351 MW totales). Además, la sequía ha afectado negativamente a la producción hidráulica, que ha caído un 17,7% en comparación con años anteriores. Estas cifras están lejos de los objetivos establecidos por PROENCAT para alcanzar un mix más sostenible y subraya la necesidad de diversificar las fuentes renovables y optimizar su gestión.
¿Qué medidas se están tomando para acelerar la transición energética? El Govern ha identificado varios obstáculos: la burocracia y la falta de infraestructura para conectar nuevas instalaciones a la red eléctrica. Para revertir esta situación se ha propuesto acelerar la aprobación del Pla Territorial Sectorial para la implantación de energías renovables (PLATER), impulsar tecnologías emergentes como la eólica marina y el biogás, mejorar la red de recarga eléctrica para vehículos y reducir la dependencia nuclear y fósil. La alta dependencia de fuentes no renovables plantea riesgos a largo plazo, especialmente ante el desmantelamiento programado de centrales nucleares. Esto podría generar problemas de suministro si no se acelera el desarrollo renovable.
Perspectivas futuras
Catalunya tiene un gran potencial para expandir su capacidad renovable gracias a sus recursos naturales y tecnológicos. Es una de las locomotoras del Estado, pero en el sector de las energías renovables no está siendo así. Será crucial implementar políticas efectivas que reduzcan los plazos administrativos y fomenten inversiones privadas para aumentar los parques de eólica y solar en línea con los compromisos europeos, y dejar de ser una de las comunidades más importadoras de energía renovable.