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JOSÉ MARÍA BONMATÍ: “Fabricantes, distribuidores y empresas trabajamos para encontrar soluciones compartidas”

José María Bonmatí es director general de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), una de las mayores asociaciones empresariales del país. Agrupan a más de 34.500 compañías de sectores tan diversos como la alimentación, el textil, la salud o la hostelería. Es por ello que, más que empresarial, se refieren a ellos mismos como una asociación intersectorial. Desde su fundación en 1977 –cuando introdujo el código de barras en España– la entidad ha trabajado como punto de encuentro entre fabricantes y distribuidores, impulsando estándares comunes, digitalización y sostenibilidad. Todo ello lo logran con una plantilla de 130 trabajadores. Conversamos con Bonmatí sobre el presente y futuro de la asociación, así como sobre los desafíos de sostenibilidad, digitalización y geopolítica que afrontan las empresas.

AECOC implantó el del código de barras a finales de los años setenta, todo un hito en aquel momento.

Efectivamente. Para nosotros es un orgullo que se reconozca a AECOC como el artífice de la introducción en España del código de barras a finales de los años setenta. Ese hito no solo marcó un antes y un después en la forma de gestionar la información de los productos, sino que también simboliza el espíritu de nuestra asociación: impulsar la colaboración entre sectores para desarrollar soluciones que mejoren la eficiencia y aporten valor a toda la cadena.

El código de barras fue, en su momento, una innovación disruptiva y hoy sigue siendo una herramienta universal y, por tanto, es un claro ejemplo de nuestra vocación de estar siempre al servicio de las empresas, anticipándonos a los cambios y promoviendo estándares que faciliten su competitividad.

Para quién no lo tenga claro, ¿para qué sirve y qué hace AECOC exactamente?

La asociación nació en 1977 para introducir en España el código de barras que hoy acompaña a casi todos los productos de gran consumo. Ese proyecto, que requería de la colaboración entre los fabricantes y los distribuidores de productos, reveló que había muchas otras áreas en las que ese modelo de colaboración era esencial para mejorar el servicio y la propuesta de valor al consumidor (logística y transporte, seguridad alimentaria, intercambio de información…).

Así, AECOC fue desarrollando toda una batería de servicios (plataformas para el intercambio de información, guías y recomendaciones, formación, puntos de encuentro…) para ayudar a mejorar la eficiencia y competitividad de la cadena de valor de todos los sectores a los que representa.

¿Cuántas empresas forman parte de la entidad, en estos momentos?

Actualmente, AECOC integra a casi 35.000 empresas –desde grandes compañías hasta pymes– de sectores tan diferentes como las bebidas, el textil, la electrónica, la ferretería y el bricolaje, la salud o la hostelería, entre muchos otros. Además, la facturación de sus empresas asociadas supone cerca del 25% del PIB nacional.

Sin código de barras no hay producto que se pueda comercializar. ¿Habrá otra revolución tecnológica de tales dimensiones en un futuro cercano?

Sin código de barras no se puede comercializar ni en la gran distribución ni en las plataformas online, porque es un sistema de identificación universal de productos esencial para la gestión comercial y logística. A diferencia de la etiqueta física, las etiquetas electrónicas desarrolladas por nuestro equipo son inteligentes, por lo que se puede actualizar el contenido todas las veces que sea necesario, de una manera muy ágil y sencilla.

En estos momentos estamos impulsando un código QR estándar que permitirá ampliar la información que ofrece el código de barras tradicional y que además permite ofrecer contenido de texto y multimedia de forma ilimitada, lo que mejora la experiencia del consumidor. Estas etiquetas electrónicas inteligentes permiten disponer de información en productos de peso variable (como carnes o frutas envasadas). Entre ellos, podrá incluir la fecha de caducidad del producto, el número de lote, el precio por quilo o incluso será posible hacer un seguimiento de la trazabilidad de cualquier producto, permitiendo así comprobar que el lote no presenta ninguna alerta alimentaria o está caducado. Todo ello se traduce en una mayor seguridad alimentaria y menos desperdicio alimentario.

Hemos diseñado y definido este sistema para que pueda utilizarse en cualquier tipo de empresa, ya que ofrece información ilimitada del producto. De hecho, ya estamos viendo compañías como Mercadona, BonÀrea o Mango que están probando sus beneficios y ampliando así el potencial del código de barras tradicional.

¿Cómo consiguen aportar valor y competitividad a las 34.500 empresas que agrupan? Pertenecen además a sectores completamente diferentes, en muchos casos…

Esa diversidad es precisamente uno de nuestros grandes valores. Integramos compañías de la industria y la distribución de alimentación y bebidas, cuidado personal y del hogar, ferretería y bricolaje, salud, bienes tecnológicos de consumo, hostelería y restauración… Nuestro objetivo es aportarles valor generando estándares comunes para el intercambio de información, compartiendo conocimiento y creando espacios de colaboración en los que puedan encontrar soluciones conjuntas a retos compartidos. Todo ello lo hacemos a través de la organización de congresos, comités sectoriales, talleres y cursos de formación, estudios de mercado y proyectos de innovación. Así, ayudamos a las empresas a anticipar tendencias, mejorar procesos y cumplir con las crecientes exigencias regulatorias y sociales.

Es decir, un gran ecosistema colaborativo donde las empresas pueden sacar beneficios mutuos.

En efecto. Todo ello permite a las empresas, ya sean grandes o pequeñas, ganar competitividad y afrontar con más garantías los desafíos que presenta el mercado.

Desde fuera, da la sensación de que no es nada fácil poner de acuerdo a fabricantes y distribuidores. ¿Cómo lo logran?

Tenemos un consejo de dirección formado por unos 20 directivos de compañías líderes de la industria y la distribución y, en este órgano de gobierno, las empresas representadas aparcan sus problemas particulares para buscar soluciones e implementar iniciativas de consenso. Especialmente en aquellos temas que son de interés y beneficio común para toda la cadena de valor.

El código de barras simboliza el espíritu de AECOC: impulsar la colaboración entre sectores para desarrollar soluciones que mejoren la eficiencia y aporten valor a toda la cadena.

Somos un punto de encuentro, un lugar donde se fraguan alianzas, en el que todos los actores se sienten representados y pueden trabajar en proyectos colaborativos. Para ello creamos grupos de trabajo, comités sectoriales, congresos y espacios de diálogo en los que se analizan los retos de cada sector y se buscan soluciones conjuntas.

En una entrevista mencionaba el código de barras como un ejemplo de ello. ¿Por qué?

El código de barras es un gran ejemplo de cómo conseguimos aunar esfuerzos entre fabricantes y distribuidores en beneficio de toda la cadena, pero no es el único caso. Contamos con un modelo de trabajo que da, como resultado, enormes mejoras en las relaciones comerciales, las operaciones de logística y transporte, la seguridad alimentaria o el cumplimiento de las exigencias tanto normativas como del consumidor, especialmente en materia de sostenibilidad e información.

¿Ha tomado la esfera de la sostenibilidad un papel fundamental en el ideario de AECOC?

Sí, por supuesto. Hemos integrado la sostenibilidad como uno de los pilares de su plan estratégico, respondiendo a la relevancia que este tema presenta para las compañías de los sectores que integramos. Desde el área de sostenibilidad de AECOC trabajamos para identificar y promover entre las empresas asociadas buenas prácticas que les permitan ser más sostenibles y eficientes, desde un punto de vista medioambiental, social y económico, con el objetivo de que puedan cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por la ONU. También ofrecemos plataformas para el intercambio de información y reporte de datos en áreas como las emisiones de dióxido de carbono, el desperdicio alimentario o el packaging.

¿Cuáles son las nuevas estrategias de digitalización y sostenibilidad de la entidad?

Buena parte de los servicios que ofrecemos son plataformas digitales para el intercambio de datos e imágenes esenciales para la venta (tanto física como en línea). Además, en AECOC contamos con formaciones especializadas para ayudar a las empresas asociadas (especialmente las pequeñas y medianas) a reducir las curvas de aprendizaje en la transformación digital, compartiendo conocimiento sobre como vender en marketplaces o las oportunidades de tecnologías exponenciales como la inteligencia artificial, por poner algunos ejemplos. En cuanto a la sostenibilidad, también trabajamos tanto en el asesoramiento y seguimiento normativo como en la gestión del conocimiento.

¿Cómo afecta la actual situación geopolítica a los intereses de la entidad? Parece que hay un cierto miedo que se cronifica, entre algunas empresas, viniendo de las crisis de las que venimos. ¿Lo ve así?

La situación geopolítica actual, sin duda, añade un nivel de incertidumbre que afecta a todas las empresas, también a las que forman parte de AECOC. Venimos de varias crisis sucesivas –logística, energética e inflacionaria– que han dejado huella en los sectores económicos y han generado una cierta sensación de miedo o cautela que todavía persiste en muchas compañías.

Lo que vemos es que esa incertidumbre se está cronificando y obliga a las empresas a trabajar en un entorno donde la planificación a largo plazo resulta más compleja. En este contexto, lo que nosotros hacemos es acompañarlas, ya sea proporcionando información, anticipando tendencias o creando espacios de diálogo en los que se compartan soluciones. Nuestro objetivo es que, más allá del contexto, las empresas puedan encontrar herramientas y alianzas que les permitan ser más resilientes y competitivas. La incertidumbre está ahí, pero también lo está la oportunidad de trabajar de forma conjunta para poder afrontarla del mejor modo posible.

¿Puede quedar relegada, como ha pasado en multitud de ocasiones ante las grandes crisis y conflictos, la lucha contra la crisis climática por una nueva situación de incertidumbre económica?

Nuestra experiencia nos demuestra que las empresas cada vez son más conscientes de que la sostenibilidad no es una opción, sino una necesidad estratégica. En AECOC vemos que muchas compañías han integrado ya los criterios ESG en su manera de operar, no solo por sentido de la responsabilidad, sino porque entienden que la eficiencia energética, la reducción de emisiones, la apuesta por la diversidad o la optimización de recursos son también factores de competitividad.

Nuestro papel es seguir asesorando a las empresas y ayudarlas en ese camino, impulsando proyectos colaborativos y ofreciendo marcos de trabajo que faciliten avanzar incluso en contextos muy adversos. La sostenibilidad debe mantenerse como una prioridad, porque no habrá competitividad ni crecimiento a largo plazo si no resolvemos el reto climático.

La asociación cumplirá 50 años en 2027. ¿Cómo se imagina a la AECOC del futuro? Pongamos, por ejemplo, dentro de otro medio siglo.

En 2027 cumpliremos 50 años, y eso nos invita no solo a mirar hacia atrás y valorar todo lo conseguido, sino también a proyectarnos hacia el futuro. Dentro de otros 50 años, me imagino un proyecto que sigue siendo fiel a su esencia de ofrecer un punto de encuentro en el que fabricantes, distribuidores y empresas de muy distintos sectores trabajen juntos para encontrar soluciones compartidas.

Espero que podamos seguir siendo de ayuda a nuestras empresas para avanzar con éxito en áreas como la innovación, la sostenibilidad y la digitalización, entre muchas otras. Pero estoy seguro de que, además, vamos a tener nuevos desafíos que probablemente a fecha de hoy ni siquiera seamos capaces de identificar.

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