El futuro de la competitividad de Catalunya, entre muchos otros factores, también dependerá de la capacidad de innovación del sector del agua.
Muchas veces medimos la importancia de los sectores económicos por su contribución al PIB, por el número de empleados o por la relevancia y evolución de algunas de las empresas líderes de ese sector. Ahora bien, cuando vivimos épocas de sequía como la actual, nos damos cuenta de la relevancia de sectores como el del agua. Los expertos calculan que más de 2 billones de personas ya padecen escasez hídrica en el mundo, y vaticinan años complicados para los habitantes del Mediterráneo. En este sentido, vivimos un período clave en el cual los recursos alternativos, de la desalación a la reutilización, tendrán mayor protagonismo y las decisiones que tomemos hoy sobre la gestión del agua afectarán al conjunto de la economía.
El sector del agua en Catalunya se acerca ya a los 30.000 trabajadores, y el PIB supera el 2%, siendo más del del doble del que solemos encontrar en la mayoría de las regiones europeas. Es muy poco común encontrar una región en Europa o en el mundo con la concentración de empresas del sector del agua que tenemos en Catalunya, especialmente tecnológicas, innovadoras y con presencia global. De hecho, España lidera en el ámbito del agua el retorno de fondos europeos en programas tan competitivos para el I+D en Europa como Horizon 2020 en el período 2014-2020, por encima de países con inversiones en I+D global que como país nos duplican. El papel de las universidades y centros tecnológicos sin duda contribuye a este posicionamiento innovador.
El clúster del agua de Catalunya, Catalan Water Partnership, fue creado en el año 2008 coincidiendo con una severa sequía.
Esta situación tan poco habitual configura, a mi entender, un relevante activo estratégico en clave de competitividad, ya que nos encontramos ante un reto global creciente en el mundo, y disponemos de empresas altamente innovadoras e internacionalizadas e investigadores de primer nivel. La inversión pública y privada del sector también genera un alto impacto positivo en el ámbito de la sostenibilidad. Las tecnologías de agua nos van a permitir reducir el consumo de agua, hacerlo más eficiente, garantizar la calidad del recurso o reutilizarlo, que bajo una perspectiva geoestratégica es clave en un país como el nuestro: con un estrés hídrico muy relevante, sequías frecuentes, y lluvias mal repartidas durante todo el año.
En el mundo apenas podríamos encontrar unos 10 clústeres tecnológicos y empresariales del sector del agua como el que tenemos aquí, por nombrar algunos: Singapur, Holanda, el sur de Francia, Milwaukee, Israel, California, la ciudad de Daegu en Corea del Sur o el estado de Victoria en Australia. Cada uno de ellos dispone de su propia idiosincrasia y particularidades. Ahora bien, hay algo que tienen en común algunos de estos países o regiones, y es que el agua, por su escasez, por el clima o demanda sofisticada e industrial, no es un sector económico más, es un factor clave de competitividad del conjunto del país y de su economía. La previsión a futuro, con el impacto del cambio climático no invita al optimismo, el agua es y será cada vez más relevante en una perspectiva de resiliencia y adaptación al cambio climático.
El clúster del agua de Catalunya, Catalan Water Partnership (CWP), fue creado en el año 2008 coincidiendo con una severa sequía, y es que las crisis pueden ser un aliciente para aglutinar al conjunto del sector. También permitió priorizar inversiones, en ese momento en las desaladoras, que con su capacidad adicional de generar agua han sido un alivio a la situación de penuria de nuestros embalses tan mermados este verano. Después de la última sequía, parece que la apuesta para la reutilización de agua va a incrementarse en los próximos años. Además, el PERTE para digitalizar el sector, con 3.000 millones de euros, va a dar una oportunidad para liderar la transformación digital, y aportar un mejor control y una mayor eficiencia para un recurso cada vez más valioso. Ahora bien, más allá de la sequía, la creación del CWP se explica en primer lugar desde el compromiso de las empresas y los centros de investigación del sector en colaborar para incrementar su competitividad. A posteriori se ha añadido la administración actuante, lo cual permite que todos los actores clave del sistema de innovación del sector del agua se encuentren en el clúster, que a día de hoy aglutina a más de 120 empresas de todo el ciclo del agua, empresas de servicios, laboratorios, ingenierías, constructoras, fabricantes de productos relacionados con el agua, fabricantes de piscinas y muchísimas empresas digitales y de tecnologías avanzadas para la gestión del agua, así como administraciones públicas y prácticamente toda la oferta tecnológica (universidades, centros de investigación) relacionados con el agua con el objetivo de hacer más competitivo, innovador e internacionalizado el sector del agua.
Es muy poco común encontrar una región en el mundo con la concentración de empresas del sector del agua que hay en Catalunya.
Un clúster aglutina una cadena de valor para facilitar que la innovación pueda llevarse a cabo. En mi opinión es una de las herramientas que mejor reproducen el concepto de innovación abierta que Henry Chesbrough etiquetó hace unos años. En un clúster hay una red de relaciones entre muchos actores, y se comparten oportunidades de negocio, de inteligencia de mercado y de nuevas tecnologías, a escala global ya que se colabora con clústeres de todas partes del mundo y que dan pie a numerosas iniciativas cooperativas entre entidades de todo el sector.
Recientemente desde el clúster del agua hemos sumado a toda la oferta digital tecnológica para promover encuentros con empresas de gestión del agua de toda España. Coordinamos anualmente cerca de 25 proyectos de I+D en temas clave para el futuro del sector como la reutilización de agua, el impulso de la economía circular o la transformación digital. Muchos de ellos gracias a fondos europeos, y es que en los últimos años hemos sido uno de los clústeres con más proyectos europeos, que han permitido movilizar más de 40 millones de euros. Así mismo, hemos ayudado a internacionalizar muchísimas pymes del sector del agua, participando en actividades en más de 30 países en la última década. Finalmente, hemos ayudado a sectores intensivos en agua como el turismo, la alimentación o la industria, a colaborar en proyectos de innovación intersectorial, y es que resulta difícil pensar en un sector económico que no dependa en gran medida del agua.
La cooperación entre sectores mediante clústeres permite trabajar en retos de gran envergadura, integrar soluciones de manera holística y establecer dinámicas de co-creación entre empresas que pueden aportar un know-how puntero. De la misma manera, el sector del agua vive un período de hibridación con el sector digital, donde ya es más común encontrar iniciativas de IA para identificar fugas, de Gemelos digitales de grandes infraestructuras de agua, de sistemas inteligentes con IOT para la gestión del agua en la industria, en la ciudad o en el regadío. El clúster ayuda a estructurar el sistema de innovación del agua para acompañarlo: desde la búsqueda de la oportunidad y la coordinación de proyectos hasta la diseminación de los resultados más prometedores de tecnologías que se pueden llegar a implementar en todo el mundo.
El futuro de la competitividad de Catalunya entre muchos otros factores también dependerá de la capacidad de innovación del sector del agua, y como aportamos soluciones para una mayor sostenibilidad en un contexto de cambio climático, y bajo esa perspectiva el Catalan Water Partnership se posiciona como un actor clave para conseguir este objetivo compartido.