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El ascensor social en España

Tener una sociedad con un alto nivel de movilidad intergeneracional es fundamental por motivos de justicia social pero también en términos de eficiencia económica.

El enorme aumento de la desigualdad de la renta y de la riqueza durante las últimas décadas ha reavivado el debate público sobre la igualdad de oportunidades y motivado el interés de actores políticos y académicos por evaluar de manera más precisa el estado del ascensor social en las principales economías avanzadas. Uno de los indicadores más útiles para analizar la igualdad de oportunidades es la movilidad intergeneracional, ya que mide hasta qué punto las características socioeconómicas de los padres influyen en los resultados socioeconómicos de sus hijos cuando son adultos. Así, una sociedad con altos niveles de movilidad intergeneracional es aquella en la que el éxito económico de un individuo depende menos del estatus socioeconómico de sus padres y que, en consecuencia, ofrece más oportunidades a sus miembros. Tener una sociedad con un alto nivel de movilidad intergeneracional es fundamental no solo por motivos de justicia social y estabilidad política, piezas claves de una democracia moderna, sino también en términos de eficiencia económica, ya que la falta de oportunidades de los hijos de familias desfavorecidas nos impide aprovechar el máximo de talento posible, lo que perjudica en última instancia a nuestra capacidad innovadora y ralentiza el crecimiento económico.

En este policy brief de ESADE EcPol, “El ascensor social en España: un análisis sobre la movilidad intergeneracional de la renta”, se resumen los principales resultados que caracterizan el ascensor social en España a partir de mi investigación doctoral en la Paris School of Economics donde uso una nueva gran base de microdatos anonimizados de declaraciones fiscales que ligan a millones de padres e hijos y que permite obtener estimaciones más precisas sobre el estado de la movilidad social en nuestro país. En líneas generales, las conclusiones del citado estudio son las siguientes:

– En primer lugar, la renta de los padres influye significativamente en el éxito económico de los hijos cuando son jóvenes adultos de entre 30 y 36 años. En términos de ingresos, vemos que hay diferencias de hasta 23.000 euros entre el ingreso medio alcanzado por los hijos de las familias más ricas y las más pobres.

– En segundo lugar, la renta familiar influye, pero el territorio de origen también: hay una gran variación geográfica en las tasas de movilidad intergeneracional en nuestro país. Las zonas más móviles tienden a situarse en el norte/nordeste del país, mientras que las menos móviles se sitúan principalmente en el sur/suroeste. La región con mayor nivel de movilidad intergeneracionales es Catalunya mientras que Andalucía y Canarias se encuentran a la cola en este ránking regional.

– En tercer lugar, los datos muestran una asociación negativa entre la desigualdad de ingresos y las medidas de movilidad intergeneracional. Es decir, las provincias que tienen mayores niveles de desigualdad de ingresos tienden a ser menos móviles tanto en términos relativos como absolutos, confirmando la existencia de una Great Gatsby curve dentro de España.

– En cuarto lugar, se encuentra una substancial brecha de género a la hora de ascender socialmente. Las hijas que crecieron en hogares con ingresos medianos terminan, de media, en el percentil 46, mientras que los hijos de esas mismas familias alcanzan el percentil 52. Esto se corresponde con una brecha de ingresos por género de 2.796 euros, correspondiente a un 13% de la renta media nacional.

– La última gran contribución de este trabajo es el análisis de la migración interna, que revela una asociación positiva entre dejar la provincia de origen y los resultados económicos de esos hijos. Esto es cierto para todas las provincias de nuestro país menos Madrid y Barcelona, ya que, al ser los principales centros económicos, irse a otros lugares implica acceder a entornos de media más pobres y por lo tanto con menores oportunidades de ascenso. Además, se muestra que, independientemente de la renta de los padres, los hijos que se mudan a otra provincia acaban de media en un percentil más alto que los que se quedan, siendo esta brecha más grande en las zona media y baja de la distribución de la renta.

Una de las lecciones principales que emergen de este y otros estudios recientes sobre la movilidad intergeneracional es que la falta de oportunidades para los hijos de familias más desfavorecidas es un problema local. En este sentido, la literatura académica en la que se enmarca mi investigación documenta que, dentro de cada país, existe una gran variación regional en las probabilidades de ascenso social: hay territorios que favorecen sistemáticamente esta ascensión social mientras otros se caracterizan por una persistencia intergeneracional de la desigualdad económica. En cuanto a las soluciones de corto plazo a la baja movilidad intergeneracional, esta literatura ha encontrado efectos causales positivos de una serie de políticas que ayudan a las familias de bajos ingresos a superar las barreras (económicas, sociales, de información o psicológicas) que les impiden en muchos casos mudarse a áreas de alta movilidad intergeneracional y por lo tanto ofrecer mejores oportunidades de ascenso social a sus hijos.

A menudo, los policy-makers, sobre todo en Estados Unidos, usan esta evidencia para defender este tipo de medidas para incrementar las oportunidades de los niños de familias desfavorecidas. Sin embargo, concentrar toda la acción de las políticas públicas en aquellas que favorecen “mudarse a las oportunidades” ignora un problema básico: no se puede “enviar” a todo el mundo a los territorios de altas oportunidades. En el contexto español: no podemos pretender que la reactivación del ascensor económico pase simplemente por esperar que todo el mundo se mude a Madrid o Barcelona.

Transformar las áreas de bajas oportunidades en territorios que ayuden a ascender socialmente debe ser una prioridad de las políticas públicas.

Esto es problemático por dos motivos. Por un lado, existe un límite poblacional y geográfico a los efectos positivos de aglomeración en términos de movilidad intergeneracional de los que gozan las ciudades. Es decir, si las ciudades crecen de manera excesiva, las oportunidades que estas ofrecen disminuyen marginalmente para los nuevos habitantes de la ciudad debido, entre otros factores, a la mayor saturación del mercado laboral, los mayores tiempos de los desplazamientos a los centros de actividades económicas y los mayores precios de la vivienda. Por otro lado, este tipo de políticas favorecen el incremento de la desigualdad regional ignorando a aquellos territorios “olvidados” (a menudo rurales), los cuales muchos jóvenes abandonan para mudarse a lugares más prósperos. En este sentido, tal y como destaca este otro policy brief de ESADE EcPol, “Despoblación y políticas de lugar: un análisis de la brecha demográfica, económica y de actitudes”, mientras que algunas comunidades autónomas como Madrid o Catalunya han experimentado un crecimiento sostenido de la población desde 1996, otras como Asturias, Castilla y León, Galicia o Extremadura han sufrido una disminución neta de la población. Esto, entre otros motivos, ha contribuido a exarcebar la diferencia entre los territorios de alta y baja movilidad intergeneracional a través de la migración interna en busca de oportunidades laborales. De hecho, el citado brief, señala que la brecha de ingresos brutos entre las zonas urbanas y rurales parece ser un fuerte incentivo a la atracción de talento joven a los principales centros económicos del país. Según los autores, para los que se encuentran en percentil 20 de la distribución, la brecha es de 862 euros. Entre los que más renta ingresan, los del percentil 80 de la distribución, la brecha crece: los que están en las ciudades grandes ingresan casi 5.000 euros más al año que sus equivalentes en municipios pequeños.

Por lo tanto, transformar las áreas de bajas oportunidades en territorios que ayuden a ascender socialmente a los hijos de las familias más pobres debe ser el principal objetivo de las políticas públicas en contra de la alta desigualdad y la baja movilidad intergeneracional. Es por ello por lo que los esfuerzos en términos de investigación, diseño de políticas públicas y acción política deberían concentrarse en analizar qué caracteriza a los territorios de altas oportunidades en nuestro país. Así, el sector público podría invertir de manera eficiente en los factores que aumentan la movilidad intergeneracional en aquellos territorios para reactivar el ascensor social de manera cohesionada, equilibrando el desarrollo regional y manteniendo la estabilidad política.

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