Las actuales condiciones del mercado energético están haciendo tomar consciencia a empresas y a ciudadanos de la necesidad del uso racional de la energía.
Recuentemente se ha alcanzado la cifra de 8.000 millones de personas en nuestro planeta, cada una de ellas haciendo un uso diferente de la energía con el propósito de solventar sus necesidades y hacer la vida más fácil. Este uso que se hace de la energía implica un gasto económico que está sufriendo grandes cambios y que ha de ser asumido por empresarios y ciudadanos.
La energía es uno de los elementos necesarios para generar el crecimiento industrial y económico requerido para mantener el equilibrio social. La industria necesita energía para generar valor agregado y ofrecer bienes de consumo o servicios que van a satisfacer las necesidades de las personas. A partir de este concepto, se puede ver cómo la cantidad de energía requerida está directamente relacionada con las necesidades de las personas y cómo el crecimiento de la población es un aspecto que afecta a la energía.
Según la Agencia Internacional de la Energía, el coste de producir energía se ha incrementado en Europa en el año 2022 en un 40%.
En los últimos años, se ha experimentado un aumento en el precio de la energía eléctrica, que se ha visto drásticamente afectado en el último año como consecuencia de las restricciones a Rusia originadas por la invasión a Ucrania. La dificultad de acceder al gas de origen ruso ha generado escasez en Europa y, por consiguiente, un aumento en el coste de este recurso natural. Este escenario afecta directamente el costo de la energía eléctrica, ya que la metodología actual para calcular y fijar el valor del megavatio-hora está basada en función del precio del gas. Se han impulsado algunas medidas legales y temporales para limitar al precio del gas y alguna medida económica de reducción de impuestos, pero al parecer no terminan de dar buen resultado, puesto que las empresas y los ciudadanos siguen pagando un alto costo por la energía consumida.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el coste de producir energía se ha incrementado en Europa en el año 2022 en un 40%, a consecuencia no solo del incremento de los precios de los combustibles, sino que también por la reducción de producción de energía a partir de fuentes nucleares e hídricas, esta última por los episodios de sequía en el pasado verano. Además del incremento del coste de producción de la energía, el aumento de los precios de la energía eléctrica mayorista, que se triplicaron este último año, hace ver la necesidad de revisar el sistema actual y desligar el precio de la energía eléctrica del valor del gas.
La búsqueda y adopción de soluciones para alcanzar una reducción en el consumo de la energía ha de ser la posición de empresas y ciudadanos, mientras se discute la mejor metodología para fijar el precio de la energía eléctrica. La mejor manera de conseguir esta reducción del consumo es mediante el uso racional y eficiente de la energía, buscando aprovechar de forma inteligente los recursos energéticos que se tienen, ya sean provenientes del sistema energético convencional o de un sistema de generación propio para autoconsumo. En paralelo, una segunda herramienta para reducir el costo de la energía es la implementación y utilización de sistemas de generación de energía basados en fuentes renovables.
Continuando con el concepto de eficiencia energética, este es visto como el “primer combustible” en la transición energética, según la AIE, ya que propone esta metodología como la mejor forma para: descarbonizar (reducción de CO2), reducir la factura de la energía y fortalecer la seguridad energética. La eficiencia energética es considerada como una de las rutas para alcanzar los objetivos de cero emisiones propuesta para el año 2050, un aspecto que está recogido en diferentes documentos de ámbito europeo, estatal y nacional [European Green Deal for the European Union and it Citizens; Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC); Prospectiva Energética de Cataluña 2050 (PROENCAT 2050)].
La metodología utilizada para activar la eficiencia energética como herramienta para reducir el consumo está basada en la adopción de estrategias que permitan hacer el análisis, evaluación y diagnóstico de cómo se hace uso de la energía, con la idea de sugerir mejoras y/o recomendaciones para resolver posibles fallos o anomalías que estén generando perdidas o desaprovechamiento de la energía.
De manera general, se puede establecer que a nivel industrial o empresarial se han de revisar diferentes aspectos como pueden ser el proceso de fabricación, la maquinaria involucrada en la manufactura, el tipo de energía requerido, el perfil de consumo de energía, la cantidad de producto generado, los materiales empleados, las características técnicas del producto y el tipo de residuo generado, entre algunos otros parámetros. Mientras que, a nivel de usuario particular o ciudadano, se han de considerar aspectos como los equipos y electrodomésticos que se cuentan en casa, el tipo de energía utilizada y los hábitos de uso de las diferentes tecnologías, entre otros aspectos.
Después del diagnóstico, se proponen diferentes tipos de soluciones que pueden estar relacionadas con un cambio de tecnología que favorezca el uso de energía, una modificación en el proceso de fabricación donde se pueda reaprovechar una energía residual de proceso o modificaciones en el producto final basadas en recomendaciones de ecodiseño para conseguir un producto que requiera menor energía en su proceso de manufactura.
Junto a lo anteriormente descrito, es valioso generar consciencia en el ciudadano, para que se responsabilice de hacer un uso correcto de la energía en su vida cotidiana, adecuando los espacios donde habita, recurriendo al uso de medios de transporte colectivos que hacen un mejor uso de la energía, empleando tecnologías energéticas eficientes, entre algunas otras medidas que reducen la demanda de energía y eliminan el uso de combustibles de origen fósil contribuyendo a la descarbonización.
Además de integrar el concepto de eficiencia energética como principal herramienta para conseguir los objetivos propuestos para 2050, existen otras maneras para contribuir a alcanzar el propósito de cero emisiones. Una de ellas es la transformación energética en donde las empresas y los ciudadanos han de actuar de manera participativa como protagonistas del cambio que se requiere. Esta transformación implica darle la vuelta a la manera de hacer y de desarrollar las actividades diarias de las personas.
Las actuales condiciones del mercado energético están haciendo tomar consciencia a empresas y a ciudadanos de la necesidad de implementar soluciones para reducir el costo de la factura de la energía, pero no solo el factor económico ha de ser lo que impulse el cambio en la manera de usar la energía en la sociedad. El calentamiento global, el impacto medioambiental generado por la sobreexplotación de los recursos o su uso inadecuado y el desaprovechamiento de los residuos son aspectos tan negativos como lo es el alto costo de la energía eléctrica y de los combustibles. Estos aspectos han de ser tenidos en cuenta para generar un cambio de mentalidad en la sociedad, promoviendo una manera de hacer las cosas diferente, donde la eficiencia energética prevalezca como una máxima en todas las actividades que implican consumir energía. De esta forma, se logra el objetivo final con un menor uso de los recursos y se da la posibilidad de hacer una mejor distribución de la energía desde el enfoque de “energía asequible y no contaminante”, objetivo No 7 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).