Xavier Ferras es doctor en Economía, profesor de Esade, autor de diversos libros y de un blog de innovación. Hablamos con él sobre el reto que supone salir de la crisis detonada por el coronavirus y de competir contra China, donde “progresan más rápidamente que todas las democracias occidentales juntas”. Ante este desafío, el economista apuesta por aprovechar los fondos europeos para impulsar las cuatro industrias catalanas con más potencial innovador: la biotecnología, la automoción, las tecnologías que orbitan el Mobile World Congress y la supercomputación, sector en el que cree que hay capacidad para desarrollar “un clúster entero de computación y semiconductores alrededor del Barcelona Supercomputing Center”.
¿Vamos a una crisis más profunda?
No. La recuperación será rápida y mucho más positiva de lo que imaginamos. Después de grandes crisis económicas han venido grandes recuperaciones, como el Renacimiento después de la peste negra. El espíritu emprendedor, las ganas, la energía acumulada… Todo esto se liberará. Y hemos tenido dos buenas noticias recientes: el tema de Biden, o sea, la recuperación de algo de estabilidad a nivel internacional; y la vacuna. Los mercados internacionales están razonablemente bien. Otra cosa es con qué fundamentos salimos en España, porque son débiles. Entrar en una dinámica de economía low cost en la que el tipo de empleo que se cree no sea el deseable. Hay una tarea de rehacer los fundamentos de la economía.
¿Le preocupa que pueda volver a haber una fuga de talento?
Es que está ahí. Es una fuga sangrante y es una fuga que no estamos trabajando.
¿Cómo se puede prevenir?
Estamos muy poco tecnificados. La I+D en España está en unos niveles que no nos merecemos, indignantes. España se situó en un nivel de economía industrial casi de primer nivel, pero estamos perdiendo la revolución del conocimiento. Estamos instalados en un modelo antiguo. No somos capaces de evolucionar hacia un modelo económico basado en I+D. Esto lo que hace es precarizar la economía. Todo lo que se creó se marchó a Asia. No se sustituyó por actividades de I+D. ¿Qué pasa con la gente que se está formando? Que tiene que marcharse al extranjero porque aquí no hay suficiente empleo. Estamos haciendo políticas muy buenas de generación de talento; no estamos haciendo políticas buenas industriales de absorción de este talento.
¿Los fondos europeos se invertirán o irán a tapar agujeros? De los 140.000 millones, España solo pedirá los 72.000 en ayudas directas. Pero el déficit acumulado este año hasta agosto es ya de más de 78.000 millones…
Los fondos de recuperación europeos no son solo de generosidad. Son para que Europa compita en la escala de China y Estados Unidos. Esta es la idea que Merkel y Macron tienen en mente. Aquí nos viene un flujo de dinero descomunal… Bueno, ya veremos si nos dejan tapar agujeros. Este dinero es para hacer tecnología de última generación que nos permita competir. Nadia Calviño [vicepresidenta económica] dijo, ‘los créditos, los olvidamos’. Claro, porque tecnologías de estas no se pagan con créditos. Todo lo que son instrumentos públicos de apoyo al desarrollo de intangibles en forma de créditos no ha funcionado nunca. De hecho, España, gran parte de su presupuesto de I+D lo da en formato de crédito y no se consume. Ahora no es momento de escatimar recursos en esto. El déficit crecerá, nos endeudaremos… pero si somos capaces de centrar estas ayudas en proyectos que tengan efecto multiplicador, que creen empleo de calidad… las cosas deberían ir bien.
La innovación abarata costes y los tipos de interés se mantienen bajos. ¿Entramos en un sistema deflacionario?
Yo no creo que vayamos a un modelo deflacionario. La lógica económica del futuro no será la misma que la del pasado, por el impacto de la tecnología. Cada vez tenemos más tecnología que está generando que los recursos que antes eran escasos ahora son abundantes. Hace 30 años la información era escasa y ahora tenemos información para todos prácticamente infinita, prácticamente gratis. Esto puede suceder con la energía, gracias al cambio tecnológico: se está llegando a límites en energía solar que eran considerados imposibles hasta hace poco. Esto puede suceder con la alimentación, gracias a las nuevas técnicas de ingeniería genética: la famosa carne o alimentación artificial. ¿Esto cómo se gestiona? ¿Cómo administramos las leyes de la oferta y la demanda? No está claro. Creo que es el principal reto que tendremos en los próximos años. Este tipo de sistemas económicos que son capaces de producir bienes infinitos prácticamente a coste cero tienden a una cierta dinámica monopolística. Quien tiene la tecnología se lo queda todo. Quien tiene la tecnología, tiene más mercado, más ingresos, más capacidad de I+D para hacer más tecnología… Lo estamos viendo con los googles, los amazons, los facebooks… Y esto puede ser un problema.
¿Cómo cambiará el modelo productivo y cuál debería ser el nuestro?
España se está quedando a la cola de los países desarrollados en inversión en I+D sobre el PIB. Estamos invirtiendo el 1,24. La agenda europea 2020 se planteó que los países europeos este año estén invirtiendo el 3% de su PIB. Estamos muy lejos de lo que nos tocaría. Alemania, Austria, Suecia, Dinamarca… han cumplido objetivos. Francia ha apretado el acelerador. Reino Unido se va pero también está apretando el acelerador. Y España no. Tampoco Catalunya, ¿eh? Estamos en un modelo en el que no nos preocupa demasiado la inversión en I+D. Esta inversión se hace básicamente en universidades; no estamos haciendo política industrial para que las empresas hagan investigación. Las empresas deben hacer investigación que se convierta en ventajas competitivas, exportaciones, empleos, etc. Debemos triplicar la inversión en I+D. No es tan complicado, estamos hablando de un déficit tecnológico en España de unos 20.000 millones de euros. Con los recursos que nos vienen de Europa y los presupuestos del Estado y las comunidades autónomas, se puede llegar perfectamente al nivel de Alemania. Porque además tenemos las bases: tenemos talento, empresas que tienen calidad… Se puede hacer. ¿Cuál es el modelo? Un modelo intensivo en I+D. De pequeñas y medianas empresas muy tecnificadas donde las administraciones ayuden. El nuestro debería ser un modelo como el alemán: pymes tecnificadas y muy exportadoras que generan puestos de trabajo estable que sustentan clases medias que sustentan democracias.
¿Y en qué debe consistir el nuevo contrato social?
En Finlandia, un empresario me hablaba del contrato social y me decía: “Aquí el gobierno nos dice, ‘vosotras, empresas, generad empleo, que nosotros os ayudaremos a generar vuestra I+D’”. Claro, cuando llega una crisis, lo primero que hace una empresa es cortar todo lo que es de medio plazo, especialmente la I+D. Por eso los países del Norte hacen políticas contracíclicas. “Continuad haciendo investigación que ya os financiaremos nosotros”. Este es el contrato social: financiación de la I+D contra creación de empleo de calidad.
Se habla mucho de industrias estratégicas que deberían volver a producir aquí.
La pandemia ha marcado un punto de inflexión en la globalización. Volvemos a pensar en la producción local en algunas industrias. Nos hemos dado cuenta de que hay sectores que es bueno que tengamos cerca. Por ejemplo, industrias biotecnológicas, de nuevos materiales, de impresión 3D… Hay sectores especialmente importantes, no sólo para la economía sino para la seguridad y la salud de las personas. Si por temas de eficiencia productiva llegáramos a la conclusión de que todo el sector agroalimentario de un país debe estar en el país de al lado, las ecuaciones de mercado nos dirían que es más barato, pero no puedes renunciar a tener producción agroalimentaria en casa. Por una razón estratégica. Asia está subiendo sus precios, está convirtiéndose en un continente desarrollado y gran parte de las industrias se están robotizando. Una industria robotizada es más independiente de la geografía, de la mano de obra. Y todo lo que fabricas de alto valor añadido también es independiente de la geografía. La nueva globalización será de atracción de actividades de alto valor añadido, talento y tecnología, que es bueno que estén cerca de los centros de I+D para que se acelere el ciclo de innovación. Los países competirán para desarrollar clústers innovadores.
“Si somos capaces de centrar las ayudas en proyectos que tengan efecto multiplicador, que creen empleo de calidad, las cosas deberían ir bien”
¿Esto implicará volver al proteccionismo?
No. Hay dos estrategias: una es el proteccionismo, que es jugar a la defensiva; y otra cosa es ir a la ofensiva. Decir: yo quiero ser el mejor en este campo. Y para ser el mejor debo hacer inversión en I+D para atraer actividades que libremente se pueden ir a otros lugares, pero que consideran que es más atractivo hacerlo aquí. No porque se impida nada, sino porque se crea el sistema de incentivos que hacen que sea más atractivo venir aquí. De esto irá la nueva globalización.
Se ha externalizado producción a países con bajos costes laborales que ahora van subiendo. ¿La globalización hará que en el resto del mundo bajen hasta igualarse?
Yo creo que no pasará. La economía no es un juego de suma cero. La teoría de la innovación disruptiva nos dice que podemos permanentemente crear nuevas fuentes de valor que generen riqueza agregada para todos. Internet no ha sustituido nada, es una tecnología disruptiva que ha creado millones de puestos de trabajo. Hay tecnologías que te abren grandes espacios de mercado que antes no estaban. Lo que tenemos que hacer es especializar cada país en diferentes clústers de alto valor añadido. Si en EEUU está Silicon Valley trabajando en Internet, la cuestión es qué se puede hacer en España. Podemos tener actividades muy sofisticadas.
¿En qué ámbitos tiene más potencial innovador la industria catalana?
Toda la industria catalana tiene potencial para innovar, porque ha sobrevivido sin un apoyo directo a las actividades de I+D industrial como hay en otros lugares. ¿Hay ámbitos en los que realmente tenemos capacidad de despuntar a nivel mundial? Hay una realidad consolidada que es la industria biotecnológica, sustentada en conocimiento. Hay excelencia, hay masa crítica, hay sensibilidad social… Cada vez hay más empresas biotecnológicas, capital riesgo… Incluso diría, con estos fondos de recuperación, de darle un impulso que digas, esta industria debe ser global y crear puestos de trabajo en masa. Otro ámbito es el de la supercomputación y los semiconductores. Tenemos el Barcelona Supercomputing Center, un gran centro de conocimiento integrado en la estrategia europea que ahora será dotado de más recursos porque Europa tiene que competir con China y EEUU en supercomputación. Sería bueno que se desarrollara un clúster entero de computación y semiconductores alrededor del BSC. Tenemos los embriones creados. La industria del automóvil aquí es crítica por la gente que ocupa. Ayudar a la reconversión de esta industria hacia formatos mucho más digitales y hacerlo converger con la Mobile World Capital. Que no se quede sólo en un evento, sino que se cree esta cadena de valor en torno a las tecnologías de la movilidad. Con todo esto, yo creo que tenemos un paquete bastante interesante por desarrollar.
Hemos pasado del modelo americano al chino, que lidera en ciencia y tecnología pero construido sobre una dictadura, el control de datos, la censura en las redes…
China tiene dos características: que es una dictadura y que es asiática. Ambas cosas han convertido a China en una potencia innovadora. Y esto irá a mucho más. Es el único país que está planificando a largo plazo. Tiene un plan estratégico 2020-2025 para ser líder mundial en un conjunto de sectores de la economía. Y en 2049 su plan es liderar todos los campos de la tecnología y de la economía. Todos. Además, se está impregnando en tecnología de datos: tomar decisiones informadas, prescindiendo de las libertades individuales, es mucho más rápido que en las democracias occidentales. Esto está cuestionando el modelo democrático, porque 1.200 millones de personas en China se dan cuenta de que ellos progresan más rápidamente que todas las democracias occidentales juntas. Han sacado más gente de la miseria ellos que nosotros. Las democracias se demuestran ahora menos eficientes en el combate de las pandemias o en el crecimiento económico. Además, China sigue el modelo asiático, que ha seguido antes Japón o Corea: partiendo de manufacturas muy básicas, atraer inversión extranjera por el bajo coste de la mano de obra, copiar producto, desarrollar tecnología propia y, finalmente, avanzan hacia el control de la ciencia. Nosotros vamos al revés: estamos desplegando política científica esperando que salgan actividades económicas. Y esto no está pasando. Nuestro sistema tiene defectos. China se está convirtiendo en la gran potencia industrial, tecnológica y científica del mundo. ¿Es su modelo mejor que el nuestro? La respuesta está en Europa. Si somos capaces de imitar el modelo de los países del Norte, socialdemocracias que son sistemas capitalistas mucho más equilibrados, si somos capaces de extenderlo a todo el continente, el mejor modelo sin duda es el europeo.