Revertir dicha situación es una necesidad y el uso de los fondos europeos debería servir para crear empleo y promover un mercado laboral juvenil inclusivo.
La pandemia ha acentuado las asimetrías que tensionan el Estado de Bienestar y ha puesto en evidencia que el contrato social no se ajusta a las necesidades actuales.
El coronavirus ha mermado nuestra economía hasta el punto de que gran parte de la población se ha visto obligada a recurrir a subvenciones y prestaciones sociales.