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Comunicar con mascarilla

Las marcas deben favorecer los nuevos hábitos de vida y consumo, estar más cerca de los compradores, con empatía y también con humor.

Vuelvo a estas páginas con ganas de seguir transmitiendo un poco de optimismo en unos momentos tan difíciles y duros. Estos días, hablando con un amigo que está trabajando en China, me decía que allí el covid está controlado (bueno, él decía ‘superado’, como buen italiano, pero siendo honestos lo vamos a dejar en ‘controlado’). Mi amigo hacía una reflexión sobre cómo lo han conseguido. Daba a entender que el problema es el enfoque: si centras la solución a través de la salud (personas) o si lo pones en la economía (mercados). La conversación derivó hacia los modelos de sociedad, el suyo basado en un solo líder, en un solo partido que aglutina todo el poder de una de las grandes potencias. Y el de Occidente, en una guerra política constante, en la que las decisiones provocan cambios de líderes cada 4 años, y donde los países cada vez están más fragmentados con muchas voces y partidos para poder tomar decisiones. Así que estábamos comparando dos sociedades, una restrictiva, acostumbrada al control y con una única voz versus una expansiva, sin mucho control estatal y con muchas voces. En el segundo modelo parece que el freno de la pandemia ha paralizado toda expansión. Este podría ser uno de los motivos por los que cuesta controlar el virus en Occidente, demasiadas voces para poder tomar una única dirección.

Necesitamos un stop, entender que el virus ha venido para quedarse durante gran parte de esta década. En su forma vírica o en el cambio de la sociedad, la economía y la educación. Hay quien dice que para recuperar la situación económica de este final de 2020 se tardarán 5 años; hasta mediados de esta década no recuperaremos la economía como la entendemos ahora. Para entonces el virus habrá provocado un cambio total en la forma en la que nos comunicamos, trabajamos y estudiamos. Y evidentemente esto generará cambios hasta en nuestras relaciones del día a día; familiares y amistosas.

Esta nueva normalidad pasa por menos interacciones: sin ferias, congresos o eventos, viajes de negocios los justos y mucho turismo local en sustitución a los grandes viajes. Es decir, movilidad reducida. De esta forma vamos hacia una economía más digital, lo que en muchos casos significa más distante y menos empática. Es aquí donde las marcas encuentran su gran oportunidad. Deben acercarse a las personas, añadiendo valor y ofreciendo soluciones para hacer más fácil esta nueva normalidad. Lo resumo en cuatro humildes ideas:

1. Compro lo que necesito en cada momento: no hace falta bajar para hacer la compra planificada. Consultas, comparas y compras online, este nuevo modelo permite el control del gasto. Las marcas deben estar allí para ofrecer lo que cada uno necesita, infiltrándose a través de las redes sociales.

2. Las marcas comprometidas tienen futuro: el futuro es de todos y todos esperamos que este futuro sea compartido. Se buscan marcas comprometidas con el medioambiente, con la sociedad y con las personas. Somos parte de un todo y es importante que las marcas apuesten por un compromiso real, tangible.

3. Local vs Global: vivimos en un mundo globalizado, pero a la vez, para poder ser más sostenibles necesitamos comprar localmente. Esta tendencia está en alza, el impacto en el medio ambiente se controla con un proceso industrial y de desarrollo más local.

4. Empatía: encerrados en casa la mayoría del tiempo, por la noche descansando, durante el día trabajando, por las tardes con los críos, los fines de semana confinados. Las marcas deberían aprovechar esta situación para ser más empáticas. Acercándose a la gente con una sonrisa, sin prometer nada y ofreciendo aquello que necesita la gente.

En conclusión, el virus –en alguna de sus formas– ha venido para quedarse, y ha cambiado nuestro día a día. Así que, como marcas, solo nos queda favorecer estos nuevos hábitos de vida y consumo. La mejor manera de ser parte de sus vidas es estar más cerca de ellos, con empatía y también con humor. Básicamente, cuidando de nuestros fieles compradores.

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