Cataluña Económica

Edit Content

Revista

Suscripciones

La aportación de la mujer a la economía

Es preciso revisar los sistemas de cálculo de manera que ofrezcan una visión más real de la actividad económica que llevan a cabo las mujeres.

Hay pocos datos segregados por sexo en el ámbito económico, pero los existentes indican que, en las últimas décadas, las mujeres hemos hecho importantes avances en la participación en la actividad económica, laboral y empresarial.

Sin embargo, siguen existiendo discriminaciones que hay que erradicar para conseguir la igualdad efectiva entre hombres y mujeres: menor participación de las mujeres en la actividad emprendedora y por cuenta propia; menor presencia de mujeres en puestos de responsabilidad; mayor temporalidad y parcialidad que incide en los salarios y bases de cotización y, por tanto, en las prestaciones futuras de jubilación que es donde se da la mayor brecha retributiva entre hombres y mujeres (del 46%).

La base de estas desigualdades tiene su origen en dos características de la actividad productiva: la primera, la discriminación sectorial, que indica que las mujeres predominan en las actividades de servicios mientras que los hombres lo hacen en las industriales que son las consideradas tractoras de la economía y las que, por tanto, concentran las ayudas a la reactivación económica (como son los Fondos Next Generation); la segunda, el desigual reparto del trabajo no remunerado que da una cifra clave: sumando trabajo remunerado y no remunerado, las mujeres trabajamos, cada semana, una jornada laboral más que los hombres.

Ambas características convergen a la hora de computar la aportación de las mujeres a la actividad económica, dado que los sistemas oficiales de contabilización computan exclusivamente la actividad productiva. En este sentido, las actividades que tienen menor contribución al valor de la producción, como es el caso de los servicios, tienen menor consideración en el cómputo de actividad total. Paralelamente, los sistemas de cómputo ignoran el valor de las actividades de trabajo no remunerado, por lo que se invisibiliza un trabajo realizado mayoritariamente por mujeres. Estas actividades no controladas ni monetizadas suponen un importante coste oculto de la actividad de producción, sin el cual ésta no sería posible, y que es asumido principalmente por las mujeres.

El estudio realizado por la Comisión Mujer y Empresa de PIMEC y la Universidad de Santiago de Compostela constata que, si tenemos en cuenta estos costes ocultos, el PIB español aumenta un 40% y, de éste, las mujeres aportamos un 51, 8%. Hay que poner en valor esta cifra porque explica la importancia de la aportación de las mujeres a la economía y evidencia que la toma de decisiones macroeconómicas identifica aquellas actividades que se considera que tienen una mayor contribución a la actividad productiva total y un efecto tractor a la hora de priorizarlas en la concesión de ayudas. Esta práctica discrimina especialmente a las mujeres.

Es preciso revisar los sistemas cálculo o, al menos, complementarlos con otros que ofrezcan una visión más real de la actividad económica de unas y otros. En este sentido, proponemos avanzar en el enfoque dual en todos los programas de ayudas públicas y mejorar el diseño de las medidas de apoyo a todos los sectores: que incluyan financiación específica para la igualdad de género y requisitos explícitos para la integración de la perspectiva de género. Sin embargo, el reparto de los Fondos europeos Next Generation, que comprometen el futuro de las generaciones más jóvenes, seguirán ampliando las brechas existentes en lugar de reducirlas y no nos proporcionarán una economía más justa y equitativa.

Adicionalmente, es necesario también valorizar las tareas no remuneradas y avanzar hacia su corresponsabilidad: cuidados, dependencia, hogar y voluntariado son ámbitos donde los hombres deben participar en igualdad. Al mismo tiempo, es necesario repensar el enfoque para acercar a más mujeres a los sectores considerados tractores, como el industrial: las campañas de promoción de las formaciones STEM no han dado los frutos esperados, por tanto, sugerimos empezar a promover una búsqueda de talento no centrada en la formación especializada sino en las competencias personales, que permitan a más mujeres acceder a este sector para formarse posteriormente y de forma continua, como exige ya una economía en constante transformación.

Comparte este artículo