La transición energética tendrá un considerable impacto en el sector industrial, especialmente por la reducción de emisiones.
La situación de emergencia climática que como sociedad estamos padeciendo, y la crisis energética derivada del previsible agotamiento de los combustibles fósiles en un plazo de no más de cincuenta años, nos pone en la tesitura de tener que actuar de forma urgente e inmediata para eliminar, o cuanto menos reducir, de forma drástica la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) y adoptar un modelo energético basado principalmente en la utilización de fuentes renovables de energía.
Si bien todas estas actuaciones van a afectar al conjunto de la sociedad, quizás sean los sectores industriales y del transporte los que van a experimentar una mayor transformación a corto y medio plazo.
En este sentido, por encargo de la Dirección General de Industria de la Generalitat de Catalunya elaboramos desde la Universitat Politècnica de Catalunya – BarcelonaTech (UPC) el estudio Transició Energètica i industria, que fue presentado a finales del pasado mes de septiembre, y del que aquí presentamos sus principales conclusiones en relación con el sector industrial.
Energía y sector industrial
Según datos de Idescat, el consumo final de energía en Catalunya durante el año 2019 fue de 14.446,70 miles de Toneladas equivalentes de petróleo (Tep), es decir 168,015 TWh, de los que el 45% corresponde al sector del transporte, el 25% al industrial, el 15% al doméstico, el 13% al de servicios y el 2% restante al sector primario.
Por el origen de la energía, el mayor consumo de fuel oil, gases licuados y gasoil correspondió al transporte, mientras que el mayor consumo de gas natural (el 46%, con 1.695 kTep), de electricidad (el 38%, con 1.382 kTep) y de productos petrolíferos (el 9%, con de 347,5 kTep) fue para el sector industrial, el cual tan solo consumió el 4% (132,5 kTep) de energía de fuentes renovables.
Por subsectores, el mayor consumo de carbón se produce en la siderurgia y la fundición y, en menor medida, en la fabricación de cemento artificial, aunque éste es también el mayor consumidor de productos petrolíferos, seguido de las extractivas no energéticas y de los productos minerales no metálicos. El consumo de gas natural se produce principalmente en el vidrio, la metalúrgica no férrica, el papel, la alimentación, el textil, el cuero y el sector químico. Las energías renovables tienen una mayor presencia en la madera y el cemento artificial. Éste último es casi el consumidor exclusivo de la energía de residuos industriales no renovables. La energía eléctrica se consume en casi todos los sectores industriales y, mayoritariamente, en transformados plásticos y metálicos, artes gráficas, madera, siderurgia y fundición y transformación del caucho.
Gases de efecto invernadero
Los datos de la Oficina de Cambio Climático de la Generalitat de Catalunya indican que, en 2019, se emitieron un total de 43.990,79 kilotoneladas (kt) de emisiones de CO2, de las que fueron responsables, en un 30% cada uno de ellos, el sector industrial y del transporte, seguidos por el energético (con un 26%), el agrícola (con un 9%) y el del tratamiento de residuos (con el 5%).
Por subsectores industriales, la mayor emisión de GEI se produce en las industrias manufactureras (7.563,94 kt), en el sector de los productos minerales (2.345,9 kt) –de los que 2.033,29 kt corresponden a la fabricación de cemento artificial– y en el químico (2.155,0 kt), entre otros.
En la industria el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no son magnitudes necesariamente proporcionales. Por ejemplo, la producción de cemento artificial tiene un consumo energético reducido, pero genera un gran volumen de emisiones.
Cabe esperar que la sustitución de la energía de origen fósil por renovables en los sectores industriales de mayor consumo reduzca de forma drástica las emisiones de GEI. Aun así, en otros ámbitos habría que modificar los procesos de fabricación de algunos componentes, como por ejemplo el amoníaco, utilizando hidrógeno verde en vez de gas natural, para evitar la emisión de CO2 en el proceso químico de fabricación.
Propuesta de actuaciones
A tenor de los anteriores resultados, las propuestas para descarbonizar el sector industrial en Catalunya se pueden plantear en tres escenarios: a corto, medio y largo plazo.
A 10 años vista, una parte de las actuaciones deberían centrarse en mejorar la eficiencia energética y en desplegar las energías renovables, priorizando los proyectos a pequeña escala en ámbitos residenciales y productivos. También se debería abordar la electrificación masiva de la industria y, en especial, del transporte, así como sustituir los combustibles fósiles en todo tipo de consumos eléctricos (calefacciones, agua caliente, vehículos ligeros y de uso personal, etc.) mediante un mejor aprovechamiento térmico de la energía solar, la biomasa y los gases renovables obtenidos a partir de materia orgánica. También debería impulsarse la Industria 4.0 y el uso de técnicas de inteligencia artificial (IA) y otras tecnologías disruptivas orientadas a la gestión eficaz de la demanda y la detección precoz de anomalías. Y todo ello, acompañado por una mayor concienciación social de la emergencia climática y del cambio de rol de consumidor al de prosumidor.
Entre 10 y 20 años vista, las actuaciones deberán consistir en instalar grandes parques fotovoltaicos y eólicos, capaces de producir la energía eléctrica necesaria para cubrir la demanda energética de las industrias intensivas y del transporte pesado y de largo alcance, así como de los grandes equipamientos. Otro factor clave de este período ha de ser la creación de grandes centros de almacenamiento energético, el despliegue de sistemas y tecnologías de captura, el almacenaje y/o reutilización de CO2 y la utilización del hidrógeno en quemadores industriales de muy alta temperatura.
Más allá de los 20 años, las energías renovables deberían constituir el núcleo del sistema energético, con un consumo residual de combustibles fósiles. Un proceso que debe ir acompañado de un cambio radical en el modelo económico industrial y empresarial, basado en un sistema energético colaborativo, estructurado en una red eléctrica bidireccional, distribuida y con inteligencia de red capaz de gestionar eficazmente a múltiples productores y consumidores de energía interconectados entre sí.
Para entonces, la industria tendrá que haber descarbonizado sus procesos industriales, haciéndolos más eficientes, y haber adoptado el hidrógeno como combustible en la producción de electricidad y en los procesos de combustión térmica. También deberá haber promocionado el autoconsumo energético (por ejemplo, aprovechando las cubiertas de los polígonos industriales para instalar paneles fotovoltaicos) y adoptado la economía circular y el concepto de Industria 4.0.
Y todo ello contando siempre con el apoyo de universidades y centros de investigación que aporten el conocimiento tecnológico necesario para innovar y lograr un sector industrial energéticamente más eficiente.
El impacto en la ocupación
La instalación de nuevas fuentes de energía renovable y la transición energética en la industria van a suponer la creación de un gran número de puestos de trabajo y la afectación de muchos de los existentes. Para ello se ha hecho una estimación evaluando 506 perfiles profesionales descritos en la Clasificación Catalana de Ocupaciones (CCO-2011), que ocupan a 1.671.179 personas. De ellas, 187.913 personas de 104 perfiles relacionados con la gestión, la enseñanza, el diseño de productos, servicios o procesos, la instalación de nuevos sistemas, el mantenimiento, la eficiencia energética, la investigación y desarrollo tecnológico, el desmantelamiento y el tratamiento de materiales y residuos, se van a ver afectados por la transición energética.
La transición energética en la industria va a suponer la creación de un gran número de puestos de trabajo y la afectación de muchos de los existentes.
Más del 80% de las personas ocupadas de estos 104 perfiles experimentaran un aumento en la demanda. De éstas, alrededor del 50% tendrá un cierto grado de temporalidad al estar relacionadas con la construcción de nuevas infraestructuras. Sin embargo, el incremento de la demanda ocupacional se origina al introducir nuevos subsectores en el sistema energético, así como nuevas tecnologías que permiten la exploración de nuevos modelos de negocio.
Todos los subgrupos evaluados requerirán formación complementaria (50% de los ocupados) y/o sufrirán algún tipo de cambio en sus tareas (34%) para actualizarse a las nuevas demandas de la transición energética. La inversión en enseñanza y formación será crucial, así como la introducción de cambios en los modelos educativos y de enseñanza dedicados al nuevo paradigma energético y socioeconómico.
Los nuevos puestos de trabajo creados requerirán niveles formativos superiores, pero dado que el nivel formativo del 80% de los perfiles analizados es básico, se requerirá formación complementaria para garantizar la rotación laboral de estos trabajadores. La formación complementaria en contenidos de re-skilling (adquisición de nuevas competencias) y up-skilling (evolución de las competencias necesarias dentro de un mismo puesto o perfil) en los que, de nuevo, las universidades pueden colaborar, especialmente en los niveles formativos correspondientes al nivel 4 (conocimientos fácticos y teóricos en amplios contextos en un campo de trabajo concreto) y 5 (amplios conocimientos especializados, fácticos y teóricos, en un campo de trabajo concreto, con conciencia de sus limitaciones) del Marco Europeo de Calificaciones es decir en el intermedio entre los Ciclos Formativos de Grado Superior y el Grado universitario, va a ser la principal herramienta para actualizar puestos de trabajo obsoletos y, por tanto, evitar su destrucción.
A modo de conclusión
La transición energética tendrá un considerable impacto en el sector industrial, especialmente por la reducción de emisiones. Un impacto que vendrá acompañado de un cambio en el sistema energético y en algunos de los procesos industriales que más emisiones generan. Esta transformación requerirá de inversiones a corto y largo plazo, que deberán venir acompañadas de políticas industriales estables y coherentes con la transición energética y que proporcionen seguridad jurídica y confianza a los inversores. El cambio vendrá acompañado de nuevos perfiles profesionales obtenidos a partir del reaprendizaje de nuevas técnicas por parte de personas con experiencia, o bien formando a jóvenes con nuevos conocimientos adaptados a la transición energética. Y también se nutrirá de la transferencia al sector industrial de los resultados de la investigación relativos a los efectos adversos del cambio climático y que permitan adoptar un nuevo modelo energético sostenible e inocuo para el medio ambiente.