5 innovadores proyectos de cultivo sin suelo que exploran nuevas fronteras en la agricultura urbana y la producción sostenible de alimentos.
El cultivo sin suelo emerge como una innovadora solución para la agricultura urbana, transformando azoteas y espacios urbanos en desuso en productivos huertos. Esta técnica, que incluye la hidroponía y la acuaponía, no solo puede optimizar el uso del espacio en una ciudad densamente poblada como Barcelona, sino que también permite promover la sostenibilidad, la inclusión social y la producción local de alimentos frescos y nutritivos, tal como se expone a continuación. Desde hortalizas tradicionales hasta fresas gourmet y microbrotes, el cultivo sin suelo está revolucionando la forma en que las ciudades abordan la seguridad alimentaria y la agricultura urbana.
Horts al terrat
Revitalizar las azoteas con huertos urbanos. Este fue el punto de partida de Horts al Terrat, según Ferran Urgell y Núria Cardona, responsables de este proyecto auspiciado por el Institut Municipal de Persones amb Discapacitat de l’Ajuntament de Barcelona (IMPD). Una iniciativa que contó con tres actores fundamentales en sus inicios, hace ya ocho años: el IMPD como órgano coordinador y promotor, tres centros ocupacionales que atienden a personas con discapacidad intelectual de la ciudad y, finalmente, profesionales del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA).
Fue en 2016 cuando empezaron, instalando un huerto urbano en la azotea del IMPD, situado en la calle Valencia 344, en el que personas con discapacidad intelectual y mental, asesoradas por un experto, se han encargado desde entonces de plantar y cuidar las hortalizas. Son huertos que utilizan la hidroponía, una técnica de cultivo sin suelo que emplea soluciones nutritivas para las plantas. La hidroponía es ideal, ya que no se añade un peso significativo a las estructuras de los edificios, tal como señalan desde el IRTA.
El cultivo sin suelo, mediante hidroponía o acuaponía, optimiza el uso del agua y otros recursos en la producción de alimentos.
Horts al Terrat cuanta ya hoy día con 16 huertos urbanos en las azoteas de varios equipamientos municipales y edificios privados repartidos por toda Barcelona. Un total de 250 personas con discapacidad se encargan del riego, siembra, poda y cosecha de hasta 14 variedades de frutas y verduras como guisantes, tomates, calabacines, acelgas, lechugas, escarolas, espinacas, pepinos, pimientos, etc. Para acabar cosechando unos 11 kilos de hortalizas por metro cuadrado, una cantidad similar a la de un huerto convencional, y casi toto lo que se cosecha (hasta un80%) va destinado a comedores sociales y bancos de alimentos cercanos.
Más de una veintena de entidades de personas con discapacidad y trastorno mental colaboran en este proyecto que fomenta la inclusión social y la autonomía de dichos colectivos. Por un lado, se les forma en un oficio, el de horticultor; por otro lado, reciben formación emocional extra. En concreto, se fomentan valores positivos como el trabajo en equipo, la empatía y la solidaridad con otras personas beneficiarias del excedente de la cosecha. Horts al Terrat recibió el premio European Public Sector Award en el año 2019 a la práctica más innovadora y eficiente del sector público. Un galardón por el que competía con 160 candidaturas de 18 países. Sin olvidar su dimensión social y relacional que mejora la calidad de vida de colectivos vulnerables.
Algas gourmet
Hace unos años, investigadores del IRTA de Sant Carles de la Ràpita (Tarragona) lograron cultivar una planta tolerante a la salinidad: la salicornia, conocida también como espárrago de mar. Un alga suculenta, de intenso sabor salado, muy apreciada en la alta cocina, que en la primera mitad del siglo XX fue una fuente valiosísima de alimento para las poblaciones costeras y contribuyó a reducir el hambre en esas zonas. Una planta que, además, tiene la particularidad de poder aprovechas suelos infértiles y con poca agua dulce. Y otra particularidad: el hecho de vivir en agua salada hace que la salicornia genere compuestos como polifenoles y flavonoides con propiedades antiinflamatorias.
“Un grupo de médicos de Sevilla está estudiando el papel protector de los compuestos derivados de la salicornia sobre los ictus cerebrales. En realidad, hemos enviado muestras de la salicornia a este grupo de investigadores y nos han confirmado la presencia de estos compuestos beneficiosos para la salud, aunque a niveles más bajos que la salicornia salvaje”, comenta Enric Gisbert, responsable del programa de acuicultura del IRTA de Sant Carles de la Ràpita. La razón principal es que la salicornia salvaje está sometida a más estrés hídrico y, en consecuencia, genera más compuestos como los mencionados. Asimismo, es rica en yodo, por lo que es un condimento recomendado para hipertensos. “También hemos cedido nuestra salicornia a diferentes restauradores locales y en este caso nos han dicho que es más tierna que la salvaje”, añade.
La salicornia está considerada una especie protegida en el Delta del Ebro. Con el propósito de explorar nuevas técnicas de cultivo, los investigadores del IRTA de Sant Carles de la Ràpita probaron con la acuaponía. Un sistema en que los nutrientes del agua provienen de peces que viven en tanques de agua salada. Sus heces y restos de pienso que no aprovechan, una vez filtrados y transformados en nitratos, van a parar al compartimento donde las plantas los asimilan para crecer. El llissal cabeçut, un pez omnívoro del Delta del Ebro, ha sido la especie elegida para este proyecto.
En una primera fase, este sistema por acuaponía se puso a prueba cultivando lechugas. En enero de 2021, y en menos de tres meses, se cosecharon 90 kilos de lechugas en agua fría y con un clima invernal. En una segunda fase, y después de asegurar el buen funcionamiento del sistema, se empezó a cultivar la salicornia. Se llegaron a cosechar 250 kilos de algas en solo 18 metros cuadrados en un invierno.
El proyecto continúa, tal y como nos explica Gisbert: “Este año hemos obtenido una producción de 7,4 kilos por metro cuadrado de lechugas, comparable con los sistemas tradicionales hortícolas y superior al de otros trabajos similares en sistemas acuapónicos. Respecto a la salicornia, estamos superando las cosechas anteriores hasta casi prácticamente duplicarlas”.
La fresa oku berry
En julio del año 2022 nació Aloalto, compañía especializada en indoor vertical farming de la mano de Carlos Vallhonrat. El nombre Aloalto alude precisamente al cultivo vertical, destinado en un principio a hierbas aromáticas y finalmente “a un producto con más valor añadido”. “En Japón descubrimos la fresa Oku Berry, considerada la mejor del mundo, y nos enamoró por su sabor, textura, aroma y aspecto únicos”.
A base de prueba y error, el equipo logró adaptar el cultivo vertical interior a la fresa japonesa, contando con la ayuda de agricultores japoneses y españoles. “Nos hemos visto obligados a crecer sobre la marcha, ya que no existe mucha información sobre el cultivo de fresas con esta tecnología”, explica. Aloalto dio sus primeros pasos a partir de un prototipo con una superficie de dos metros cuadrados, después para cultivar la Oku Berry empezaron con una superficie de 25 metros cuadrados y en la actualidad son ya 75 metros cuadrados de esta especialidad de cultivo a diferentes niveles del suelo, implantando las mejoras asimiladas en el último año. Además, se plantean poner en marcha una entrega de edición limitada de esta peculiar fresa, pero de venta al público. Hasta ahora, solo se puede probar en restaurantes de primer nivel de Barcelona, como Cinc Sentits, premiado con dos Estrellas Michelin.
Aromáticas en el punto de venta
En diciembre de 2018 nació Groots como empresa en unos inicios puramente tecnológica que ha evolucionado hacia al sector de la alimentación. Sus fundadores querían emprender un proyecto que fusionara economía circular, tecnología e innovación, tal como explica Joaquim Bass su fundador y actual director de operaciones de Groots: “Detectamos la necesidad de una transición agrícola hacia modelos más sostenibles, y nos llamó la atención el vertical farming, presente en países europeos, asiáticos y americanos. Basándonos en el modelo de negocio de una empresa pionera estadounidense, decidimos diseñar nuestro propio sistema de cultivo”.
“La primera impresión siempre ha sido muy positiva en las tiendas. La combinación de luz y plantas en disposición vertical es muy atractiva. Además, el componente tecnológico captaba el interés del público más especializado. A quienes inicialmente mostraban escepticismo, los invitábamos a conocer nuestros sistemas a través de cosechas en directo en los establecimientos. Esto nos permitía ganar su confianza y demostrar la sostenibilidad inherente en el sistema”, comenta Bass.
La firma se apoya en tres pilares: cultivo hidropónico sin tierra; cultivo vertical en torres para optimizar el espacio de cultivo y acercar la producción; y entorno controlado de todos los factores que afectan a las plantas (temperatura, luz, agua, CO2 y ventilación), mediante sensores con inteligencia artificial. “En estos momentos, tenemos presencia en más de 500 puntos de venta en toda España. Las hierbas aromáticas como la albahaca, el cilantro, la menta, el cebollino y el perejil son las más demandadas. Su sensibilidad al cambio climático y su alto valor añadido las hacen ideales para este tipo de cultivo”. Y acaban de lanzar una nueva línea de snacks saludables que esperan ampliar en breve. “La diversificación es clave para rentabilizar la logística en el gran consumo y diferenciarse como marca. En los próximos meses, inauguraremos un nuevo centro de producción que nos permitirá cultivar más variedades”, puntualiza Bass.
Granja vertical de microbrotes
En plena pandemia de la Covid-19, abrió sus puertas la primera granja vertical en el centro de Barcelona, concretamente en la calle Rocafort. La idea, según Óscar Valls, surgió de una necesidad urgente de cambio personal. “Quería emprender un proyecto que fuera más que un negocio, debía de aportar algo positivo a la sociedad, una propuesta sostenible y eficiente para contribuir a luchar contra el desafío global”, rememora Valls. Así nació Farmbrots, con la visión de ofrecer soluciones más sostenibles y eficientes para la producción de alimentos en entornos urbanos. Para ello, se basó en modelos de agricultura urbana que ya funcionan en ciudades pioneras como Nueva York y Singapur, pero adaptándolos a la cultura y las necesidades locales de Barcelona.
“Abrir una granja vertical en el corazón de Barcelona, supone un cambio radical en la manera en que los ciudadanos interactúan con los alimentos. Significa llevar la agricultura directamente a la ciudad, acercando la producción de alimentos a los consumidores. Por supuesto, implica reducir la huella ecológica asociada al transporte y la logística tradicional”, sintetiza. Este proyecto es una apuesta por un modelo más sostenible, donde la eficiencia en el uso del agua, la energía y el espacio son claves, en opinión de su cofundador.
La agricultura urbana abarca desde hortalizas tradicionales a microbrotes y algas, transformando espacios urbanos en productivos huertos.
Para Óscar Valls, el cultivo hidropónico de microbrotes representa una solución sostenible y eficiente para producir alimentos muy nutritivos en un espacio reducido. Los microbrotes, aunque pequeños, contienen una concentración excepcional de nutrientes y antioxidantes hasta 40 veces más que las mismas verduras adultas, convirtiéndolos en una opción para la alimentación saludable en grandes ciudades.
En la actualidad, Farmbrots cultiva y comercializa 14 microbrotes (guisante, nasturtium, rabanito rosa, mostaza verde, rabanito daikon, mostaza mizuna, rabanito songo, shiso verde, cilantro, shiso rojo, girasol, remolacha, albahaca amaranto y albahaca morada). Recientemente, han empezado a ofrecer setas como la variedad Melena de León. “El cultivo de esta seta ha sido un paso emocionante, pero también desafiante para Farmbrots. La Melena de León es una seta conocida por sus propiedades medicinales y nutricionales. Destaca su capacidad para apoyar la salud cognitiva y neuronal, mejorar la memoria y la concentración y fortalecer el sistema inmunológico. Además, su textura única y su sabor suave, la convierten en un ingrediente versátil en la cocina. Sin embargo, algunos chefs aún no la conocen, ni saben cómo cocinarla”. Entre sus próximos proyectos, Valls cita la apertura de una nueva nave y consolidar su presencia en el mercado, colaborando con más cadenas de distribución, como Ametller Origen.
La producción a gran escala
Todos los entrevistados coinciden: el cultivo sin suelo, mediante hidroponía o acuaponía, supone una optimización relevante de agua y otros recursos. En el caso de Farmbrots, se constata un ahorro de agua superior al 90% respecto de la agricultura tradicional. Y puede producir más alimentos y de forma más sostenible. ¿Podría ser plausible la producción a gran escala con el objetivo de producir alimento para una población cada vez más creciente a nivel global (9.100 millones en 2050, según la FAO)? Enric Gisbert, responsable del programa de acuicultura del IRTA de Sant Carles de la Ràpita, opina: “No estamos lejos de lograrlo. La acuaponía es una realidad importante en países como los Estados Unidos. La tecnología existe y se halla validada y operativa. La producción a gran escala también. En el fondo, solo hay que tener la voluntad suficiente para implementar estos modelos de producción combinados”.
Gisbert cree que es una cuestión de tiempo que la acuaponía tenga una implementación más extensa. En nuestro país, solo existen dos empresas que cultivan así hortalizas a partir de esta técnica: Green in Blue, en Vilassar de Dalt, y Tilamur, en Murcia. “Queda mucho por hacer, incluso en superficie destinada a producción. Para hacernos una idea, las cinco principales empresas europeas que se dedican a la acuaponía cuentan con una capacidad que oscila entre los 750 y los 10.000 metros cuadrados”.