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MIGUEL TORRES: “El sector del vino debe adaptarse al cambio climático”

Miguel Torres Maczassek es el director general de Bodega Familia Torres. Fundada en 1870, forma parte de la quinta generación. Su formación empresarial en ESADE y de Enología en la Universidad Rovira y Virgili es la base de su amplia experiencia en el sector vinícola. Un liderazgo que orienta hacia la sostenibilidad y la innovación promoviendo la viticultura regenerativa desde hace más de 15 años. Se trata de reducir las emisiones de CO2, plantar variedades más resistentes (como las ancestrales) y concienciar a otros (agricultores y bodegas) en el respeto al medio ambiente. Su involucración en la creación y funcionamiento de la IWCA (International Wineries for Climate Action) es el compromiso que encaja con la iniciativa de las Naciones Unidas “Race to Zero”.

La bodega Familia Torres se identifica con la frase “cuanto más cuidamos la tierra, mejor vino conseguimos”. ¿Hasta qué punto el origen como empresa familiar ha sido clave en su trayectoria profesional?

Crecí entre viñedos en Mas La Plana, en el Penedès. Cuando creces en un entorno así y lo vives desde pequeño, es fácil que te sientas atraído por el mundo del vino, aunque también debo decir que en ningún momento mi padre nos presionó para que siguiéramos su camino, fue una decisión de cada uno de nosotros. Mi hermana Mireia y yo decidimos entrar en el negocio familiar, en cambio mi hermana Ana se hizo médico.

Contando que la fundación de la bodega Familia Torres es de 1870 y que los antecedentes de la relación de la familia con el vino se remontan al siglo XVI, los esfuerzos de adaptación a las distintas circunstancias históricas son enormes.

Sí, sin duda. A veces me parece un milagro que hayamos cumplido 150 años. Hemos pasado por buenos momentos, pero también por momentos muy difíciles. Creo que la clave es que, aun manteniendo la esencia y la tradición, cada generación ha aportado algo nuevo y se ha sabido reinventar. Mi bisabuelo empezó a destilar vinos para hacer brandy, mi abuelo fue de los primeros en embotellar vinos en España y mi padre dio un salto cualitativo y empezó a elaborar vinos de viñedos propios como Mas La Plana. La quinta generación tenemos la responsabilidad de transmitir este legado y dar continuidad a este proyecto familiar.

Como director general de la firma desde 2012, ¿qué peso tiene en su actividad su formación y aprendizajes personales?

De cada experiencia vital y laboral se aprende, pero también es importante rodearte de buenos profesionales. Yo estudié económicas en ESADE y también enología en la Universidad Rovira y Virgili, y recientemente me he formado en manejo holístico para poder abanderar el movimiento regenerativo. He tenido la oportunidad de dirigir diferentes áreas de la empresa e impulsar proyectos fuera del Penedès, no solo en el Priorat y Costers del Segre, también en las principales regiones vitivinícolas españolas. He dirigido la bodega de Jean Leon, aunque la experiencia que más me ha marcado ha sido estar al frente de nuestra bodega chilena. Ahí contribuí a revalorizar la variedad país y destinarla a la elaboración de grandes vinos y orienté la bodega hacia el comercio justo tras el devastador terremoto de 2010. Cuando regresé al Penedès, junto con mi hermana, dimos un nuevo impulso al proyecto de recuperación de variedades ancestrales que había iniciado mi padre y también impulsé nuevos proyectos, como el de Purgatori, dando voz a la finca de les Garrigues, en Costers del Segre, o el espumoso Vardon Kennett. Es evidente que la experiencia pesa, y la formación también, pero es importante tener inquietud e intentar avanzar.

Hemos pasado de hacer el vino en la bodega a hacerlo en el viñedo, y eso es lo que realmente nos aporta riqueza, contrastes y diferencias entre zonas.

¿Cómo innova en Familia Torres?

Son muchos los ejemplos que podría mencionar de innovación y también de investigación aplicada a la viticultura, un área que dirige mi hermana. Destaca, por ejemplo, el proyecto de recuperación de variedades ancestrales que nos ha permitido identificar variedades antiguas adaptadas al cambio climático, que son las que ahora estamos plantando, también temas relacionados con la viticultura de precisión, por ejemplo instalando sensores en las cepas para calcular el estrés hídrico o aplicar tratamientos planta por planta en función de mapas de vigor o imágenes por satélite, todo ello de cara a adaptar nuestros viñedos al cambio climático. Mi hermana está implicada en proyectos que tienen como objetivo buscar alternativas al cobre, que es el tratamiento permitido en los viñedos ecológicos, o determinar qué cubiertas vegetales pueden almacenar más CO2. Otro ejemplo de innovación en viticultura es, por supuesto, la implementación del modelo regenerativo, ya que es un cambio de paradigma en la gestión de los viñedos, y tiene el objetivo de recuperar la fertilidad de los suelos y la biodiversidad y además de hacer que los viñedos tengan más capacidad para captar y almacenar CO2, como lo harían los bosques, lo que es clave para frenar el cambio climático.

¿En qué medida está afectando el cambio climático a la calidad del producto y en términos generales al vino como industria?

Es evidente que los viñedos están sufriendo muchísimo las consecuencias del aumento de temperaturas. La vendimia se adelanta en todas las regiones vinícolas. Este año, en algunas de ellas, ya se empezaba a vendimiar en el mes de julio. Las cosechas se reducen como consecuencia de las temperaturas tan elevadas… Cada año las viñas se ven afectadas por granizadas cada vez más frecuentes, golpes de calor, se secan las hojas e incluso los racimos, heladas de primavera, etc., pero este año se han batido todos los récords y la viticultura se va haciendo cada vez más difícil. El avance de la vendimia puede conllevar un desequilibrio en la maduración de los diferentes componentes de la uva, y esto puede afectar la calidad de los vinos. El sector del vino debe adaptarse, buscando variedades que puedan adaptarse mejor a las temperaturas elevadas o plantando viñedos en zonas más elevadas, y esto, inevitablemente, alterará el mapa de las denominaciones de origen.

Su empresa está muy comprometida con la sostenibilidad, como dice, promoviendo la viticultura regenerativa y desarrollando el Torres & Earth desde 2008. ¿Cuáles son los rasgos más importes de ambos?

En 2008 decidimos poner en marcha el programa ambiental Torres & Earth que se basa en tres pilares: el primero es la reducción de emisiones de CO2 directas e indirectas; en 2022 redujimos el 35% nuestra huella de carbono con respecto al 2008 gracias sobre todo al uso de energías renovables, medidas de eficiencia energética, movilidad sostenible… y el objetivo es reducir un 60% las emisiones en 2030 y convertirnos en una bodega de emisiones cero netas en 2040. El segundo pilar es la adaptación para poder continuar con la elaboración de grandes vinos y esto pasa por plantar variedades más resistentes a las altas temperaturas y a la sequía (incluyendo las ancestrales) y plantando viñedos a mayor altitud o latitud (en nuestro caso tenemos un viñedo en el prepirineo, a 950 metros). Y el tercer pilar es la concienciación para tratar de influir a otras bodegas de la necesidad de actuar frente a la emergencia climática. La viticultura regenerativa contribuye en nuestro objetivo de reducción de emisiones ya que es el único modelo que tiene en cuenta las emisiones y es capaz, como decía antes, de capturar y fijar CO2 en el suelo como lo haría un bosque. Y en este sentido, también estamos intentando influenciar a otros para que se sumen a este movimiento a través de la Asociación de Viticultura Regenerativa que cofundamos hace unos años, junto con otras bodegas.

En cuanto a la recuperación de variedades ancestrales, ¿cómo se evoluciona de un proyecto en origen filantrópico a un proyecto de mejora del clima? ¿Puede ser rentable?

En este caso lo importante no es que sea rentable (y no lo es) sino que nos aporte soluciones para afrontar el futuro para garantizar la continuidad del negocio. Mi padre inició el proyecto a principios de los ochenta influenciado por el profesor Boubals, de la universidad de Montpellier, y con la idea de poder contribuir a recuperar el patrimonio vitícola catalán de antes de la filoxera. Con el paso los años, y a medida que íbamos localizando cepas perdidas, nos dimos cuenta de que algunas de ellas, además de tener un gran potencial enológico, tenían unas características que las hacían interesantes de cara al cambio climático, por ejemplo, maduraban tarde, resistían bien las altas temperaturas, requerían poca agua… Lo que mi padre empezó de manera filantrópica, mi hermana y yo decidimos dar un impulso al proyecto y orientarlo para buscar soluciones al cambio climático con la producción de vinos que recuperen al mismo tiempo nuestro origen. En estos momentos, de las sesenta variedades recuperadas, utilizamos cinco de ellas en vinos que comercializamos, ya sea como parte de un cupaje o como monovarietal. Son los vinos Grans Muralles (que incluye la querol y la garró), Clos Ancestral (que incluye la moneu), y los monovarietales Forcada y Pirene.

¿Qué papel juega Familia Torres en la International Wineries for Climate Action y cuáles son sus fines y actividades?

Somos cofundadores de la asociación, junto con la bodega californiana Jackson Family Wines. Esta fue una iniciativa de mi padre para crear un grupo de trabajo colaborativo que agrupara las bodegas con un compromiso real de reducción de emisiones. Mi prima Cristina, que conocía bien a la familia Jackson y su compromiso ambiental, nos puso en contacto y decidimos unir esfuerzos. Así nació IWCA en 2019 con el objetivo de acelerar la descarbonización del sector a nivel global. Ahora son unas 40 bodegas de todo el mundo las que forman parte de la asociación, a las que se les exige que auditen su huella de carbono y reduzcan sus emisiones para alcanzar la neutralidad en 2050, a la vez que se comparten soluciones y conocimientos para avanzar más rápido en la reducción de emisiones. Comentar también que IWCA forma parte de la iniciativa Race to Zero de las Naciones Unidas.

¿Qué falta por hacer en el mercado español para crecer?

Desde el punto de vista de producción, creo que el sector del vino está en un buen momento porque cada vez miramos más hacia el viñedo: hemos pasado de hacer el vino en la bodega a hacerlo en el viñedo, y eso es lo que realmente nos aporta riqueza, contrastes, diferencias entre zonas… Desde el punto de vista de consumo, diría que la percepción del vino español ha mejorado durante las últimas décadas, pero falta abordar conjuntamente el incremento de valor de una categoría como España. Es necesario un esfuerzo colectivo desde todos los ámbitos para conseguir una mayor percepción de valor de nuestra cultura en general en el mundo. El número de restaurantes españoles en el extranjero es muy bajo en comparación con Italia o Francia y cada restaurante es una embajada de los productos de su país. La alta gastronomía y el reconocimiento internacional de muchos de nuestros chefs nos está ayudando, pero deberíamos conseguir que llegara a más personas.

¿Qué papel juega la distribución especializada, la gran distribución y la restauración en Familia Torres?

La restauración y tienda especializada tiene un peso importante para las marcas que están bajo el paraguas Familia Torres, que son sobre todo vinos de pequeñas producciones, procedentes de viñedos singulares o fincas históricas, elaborados de manera artesanal. Por otro lado, las marcas clásicas de la casa como Sangre de Toro, Viña Sol o Viña Esmeralda están enfocadas a la gran distribución. Actualmente, la restauración y tienda especializada representa un 50% de la facturación. Creemos que es importante diferenciar los dos canales y tener marcas específicas para cada uno.

¿Qué papel tiene la exportación en Torres?

La bodega nació con vocación exportadora y seguramente por este motivo, la exportación ha tenido siempre un peso relevante. Actualmente representa cerca de un 70% de la producción y nuestros principales mercados son Canadá, Reino Unido, Alemania, China y Países Nórdicos.

¿Han notado cambios por parte de los consumidores con respecto a alguno de sus productos y marcas en los últimos meses post-covid?

Hay una parte de consumidores que están más sensibilizados con el medio ambiente y la salud y vemos una demanda creciente de vinos ecológicos o con un menor grado de alcohol, o incluso desalcoholizados. Desde Familia Torres defendemos la viticultura ecológica, aunque creemos que es necesario dar un paso más hacia la regenerativa, especialmente en el contexto actual de cambio climático, ya que es el único modelo que tiene en cuenta las emisiones de CO2.

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