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La alimentación de proximidad gana terreno

El producto agroalimentario local tiene una demanda con tendencia ascendente en Catalunya. ¿Cómo perciben este aumento desde el sector?

Cerca de la mitad de los consumidores catalanes priorizan el origen local en la cesta de la compra. Así lo manifiesta un estudio de 2022 de Prodeca, empresa pública de la Generalitat promotora de los productos agroalimentarios catalanes. “A raíz de la pandemia y la cada vez más elevada preocupación por los efectos del cambio climático, el consumidor tiene muy claro que debe apostar por un consumo responsable y sostenible”, comenta Carmel Mòdol, secretario de Alimentació del Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya.

Un consumo que va a más porque presenta una serie de valores añadidos. “Es una compra que genera una conciencia colectiva por los frutos con cadenas de valor más cortas y directas del productor”, argumenta Roger Catà, de Mas Montseny, en Tarragona. Su empresa familiar hace años que trabaja la venta local, alimentos “con mejor estado de maduración y sabor”. “Un melocotón sabroso recién cogido del árbol o un aceite hecho en casa son un auténtico placer a la hora de comer”, defiende.

Para no comprar hortalizas o frutas de otros países es preciso aplicar el sentido común, tal como afirma Salomó Torres, presidente de la cooperativa catalana Hortec, de carácter ecológico y formada por unos 60 productores. Con la crisis energética “es absurdo traer manzanas de Chile a Catalunya y exportar las nuestras a la China, cuando lo mejor es consumir las de aquí. La proximidad del producto alimentario es una cuestión de seny, más que de economía”.

Local es compromiso

A pesar de que cada vez se apuesta más por este tipo de consumo, el concepto de proximidad no está muy claro. En principio, podría decirse que es todo aquello que se produce en el entorno más próximo al comprador y consumidor final, y ofrece una serie de beneficios: fomenta la economía del territorio, da empleo en la zona y reduce gastos de energía. Según la encuesta de Prodeca, 7 de cada 10 consumidores lo relacionan con lo geográfico y un 8% con aquello que es catalán.

Pero ¿qué entendemos por local? ¿a cuántos kilómetros se considera próximo? En Mercabarna consideran un producto local el producido en Catalunya. “No hablamos de kilómetro 0 porque la producción del Baix Llobregat y El Maresme es pequeña, por la urbanización paulatina de las tierras agrícolas y la desaparición de muchos de los productores”.

Salomó Torres, de Hortec, lo aplica “a una distancia que tenga sentido”. “En el ámbito catalán, nosotros consideramos producto próximo a todo lo que se produce en Catalunya. Pero cada administración lo hace a su medida: en la Conca de Barberà lo atribuyen a la comarca, si me voy a la Diputació de Barcelona me hablan de que es provincial, y en la Generalitat es toda la comunidad”, comenta.

Una parte del sector agrario está trabajando para ir hacia un concepto más social. “Considero más cercano un tomate que venga de Almería en invierno, cuando aquí no hay, y producido por un pequeño agricultor o por una cooperativa de pequeños agricultores, que no un tomate que llega del Delta del Ebro o incluso del Parc Agrari del Baix Llobregat y esté en manos de un fondo buitre o de un fondo de inversión de origen desconocido”, apunta Torres. Por ello su cooperativa comercializa tanto productos de proximidad éticos como los que vienen de más lejos, y cree que el futuro del sector debe pasar por esta dualidad social y de compromiso.

Dificultades en el sector

Tanto distribuidores como agricultores ven claro que el producto local tiene una demanda con tendencia ascendente. Un 44% de los distribuidores minoristas consideran que la compra de producto local aumentará en los próximos tres años, alcanzando un aumento estimado del 13,4%, según Prodeca. Los responsables de las cadenas de gran distribución creen que esta tendencia ha llegado para quedarse y la sitúan en un primer plano en sus respectivos planes estratégicos.

Desde Mercabarna, donde se comercializa el 33% (unas 300.000 toneladas) del conjunto de frutas y hortalizas que se dedican al mercado interior en Catalunya, explican que el producto local se ha mantenido estable en los últimos años hasta 2022 como consecuencia del mal tiempo. “El año pasado, la producción disminuyó debido a las heladas de primavera, que hicieron que llegara muy poca fruta de verano procedente de Lleida, sobre todo melocotones y nectarinas, cuyo peso es importante en el conjunto de la producción de Catalunya”, puntualiza Jordi Valls, director general de Mercabarna.

Sobre ello, el presidente de Hortec incide que en Catalunya cada vez hay menos explotaciones agrarias y ello tiene sus consecuencias. “Con una helada en Lleida que destrozara el 70% de la cosecha, Catalunya sería deficitaria en fruta, de manera que el consumidor que quiere apostar por el producto local, no lo tendrá porque no lo habrá”.

Por tanto, para dar respuesta a la demanda creciente de productos locales hay que hacer frente a las dificultades del sector. Desde Mercabarna son conscientes de que la alta inflación que afecta a fertilizantes, carburantes y materias primas hacen peligrar la producción de este tipo de alimentos. Y los agricultores lo sufren. “La situación actual es de menos producto y más caro”, destaca Agustí García, productor y presidente de la CooperativaAgrícola del Prat. García prefiere vender la alcachofa que cultiva a menor precio pero con una producción más grande, porque “ahora el precio es desorbitado y hay menos ventas”.

Es absurdo traer manzanas de Chile a Catalunya y exportar las nuestras a la China, cuando lo mejor es consumir las de aquí.

Más piedras en el camino: la competencia del producto que viene de fuera a un precio muy inferior, si bien de peor calidad; el producto de fuera con muchos menos controles que los locales; o las grandes superficies que utilizan la proximidad como reclamo. Así lo ve Llorenç Llop, gerente de Veritfruit y presidente de la Federació de Productors de la Venda de Proximitat de Catalunya, porque“al final uno es libre de comprar lo que quiera, donde quiera, y con la calidad que desee”. El precio es un importante hándicap para este productor, “porque nunca sabes qué vas a cobrar”. “En la tienda fijamos el precio, pero con la venta a mayoristas u a otros lugares, no tenemos el control”, argumenta.

Desde el Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat responden que sólo se avanzará en este sector si se garantiza el equilibrio de la cadena que lleva desde el productor hasta el consumidor final, poniendo en valor “los productos que se han producido, transformado y distribuido de forma sostenible, a nivel medioambiental, social y económico”. De lo contrario, también peligrará el relevo generacional, ya que los jóvenes ven en la agricultura una profesión sin futuro.

Retos por delante

Para asegurar la venta, los productores quieren una mayor visibilidad de los productos. “Si la ayuda de la administración fuera más directa y explícita, el usuario los conocería más. Necesitamos divulgación y educación sobre el tipo de alimentación que se produce en Catalunya”, se queja Roger Catà, de Mas Montseny.

En la cooperativa catalana Hortec hace años que decidieron que el propio sector impulsara esta información al consumidor para saber qué está comprando. “Con una comunicación directa en la tienda a la que servimos para identificar de dónde viene el producto, quién hay detrás, el pueblo, la comarca, las personas que trabajan e intentar ser lo más transparentes posibles. No porque hayamos detectado un incremento de demanda, que también, sino porque el rumbo que llevamos nos obliga a promocionar cada vez más este concepto de proximidad, el social y el geográfico”, explica su presidente.

Esta identificación también pasa por eliminar actores entre producción y consumo. Es decir, fomentar la venta directa de productor a consumidor, ya sea de manera individual o a través de herramientas como el cooperativismo. Salomó Torres, de Hortec, cree que solo es posible sobrevivir en un mercado cada vez más salvaje con diferenciación. “Con ello identificamos activos en este tipo de producto para darle el valor que creemos que merece”, destaca.

Mercabarna también trabaja en un proyecto para promover el producto de proximidad. Su director general, Jordi Valls, señala que está muy avanzado y contempla desde el fomento de una marca para los productos de proximidad que comercializan; hasta la mejora de los espacios del centro destinados a productores de proximidad y cooperativas agrarias para darles una mayor visibilidad; y la creación de un área de atención a los agricultores que facilite información sobre cómo vender sus productos.

Con datos de 2022, la facturación de los productores con sello de venta de proximidad se estima en 1.470 millones de euros. Representa un 3,85% del volumen de negocio del total del sector agroalimentario.

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