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Barcelona quiere atraer la fuga de talento americano

Estados Unidos reduce su inversión en muchos proyectos de investigación clave, y Europa se postula como la principal candidata para atraer a los mejores profesionales y científicos.

El sueño americano de viajar a Estados Unidos para forjar una carrera profesional en los ámbitos digital, de investigación y desarrollo podría estar llegando a su fin. La primera administración de Donald Trump (2016-2020) ya impuso un gravamen a los fondos universitarios, recaudando hasta un 1,4% de las ganancias de inversión, y todo indica que podría volver a aplicarse en breve. De hecho, algunas instituciones ya han denunciado la congelación de fondos. “Muchas de las grandes becas están en pausa. Las universidades no saben si podrán disponer de esos recursos, y eso podría llevar al desmantelamiento de equipos de investigación”, explica Mar Reguant, profesora en el CSIC-IAE de Barcelona y catedrática en Northwestern University (Chicago).

Reguant, especialista en economía de la energía y crisis climática, está viviendo esta situación en primera persona. Mientras algunos de sus colegas han optado por regresar a Europa y otros se han trasladado a Toronto (Canadá), ella y su marido decidieron volver a Barcelona en 2020. Aun así, continúa vinculada a Northwestern como profesora a tiempo parcial. “Cuando decidimos regresar, Trump ya estaba recortando gran parte de los fondos destinados a la investigación ambiental y climática. Lo hicimos antes de que Biden fuera elegido, motivados también por razones personales, pero no habríamos soportado otro mandato [de Trump]”, añade. “El impacto real se sentirá el próximo curso, cuando se reorganicen los grupos de investigación”.

Si bien sería un fenómeno muy extraño que ocurriera una diáspora sin precedentes de profesionales estadounidenses que se establecieran en Europa, sí que puede haber un frenazo a la emigración de trabajadores e investigadores de alta cualificación hacia el país americano. Según un análisis de la revista Nature, las solicitudes de científicos de los Estados Unidos que buscan trabajo en Europa han aumentado un 32% en marzo de 2025 (respecto al mismo mes de 2024), y las aplicaciones de investigadores europeos para buscar trabajo allí se han reducido un 41%, casi a la mitad. China, por su parte, también quiere quedarse con esa parte del pastel. Durante el primer trimestre de 2025, las solicitudes de científicos estadounidenses que quiere trasladarse al país asiático han aumentado un 20%.

Ante este panorama, Europa presentó recientemente el programa Choose Europe for Science, una iniciativa claramente destinada a atraer a investigadores y científicos a la Unión Europea (UE). Según explicó la propia Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se trata de un programa destinado a afrontar el desafío al que se enfrenta la ciencia universal, y supondrá una inversión de 500 millones de euros y el compromiso de incrementar el presupuesto destinado a proyectos de Investigación y Desarrollo (I+D+i) hasta alcanzar el 3% del producto interior bruto (PIB) en el año 2030. Catalunya ha hecho lo mismo con el Catalonia Talent Bridge, que busca incorporar a más de 70 científicos procedentes de otros países.

Existe un ecosistema sólido de empresas que se retroalimentan entre ellas y que llaman la atención de trabajadores altamente cualificados.

Esta salida de profesionales no solo afecta a los investigadores y científicos, sino que también puede ser una oportunidad para captar talento digital, un sector en el que la capital catalana se erige como uno de los principales candidatos del continente. “Barcelona tenía hasta ahora 144 hubs de desarrollo tecnológico. En el contexto actual, no sería nada extraño que aumentasen a ritmo exponencial en los próximos años”. Jordi Damià es el director general de la consultora Setesca. La empresa impulsó la comunidad de directores de informática más grande de España (más de 1.300), que les sirve para lanzar estudios a través de muestras estadísticas representativas. “Europa se dirige a un proceso de reindustrialización e innovación tecnológica en terreno propio ya desde el inicio de la guerra de Ucrania. Y el delicado contexto geoeconómico propiciado por la administración Trump todavía fomenta más esta apuesta”.

Según Damià, este año ya han recibido más de cuatro peticiones de grandes multinacionales para establecer hubs en la ciudad condal. “Muchos de los centros de desarrollo que hasta ahora estaban en Asia están volviendo aquí. Esto se produce porque se consigue, de este modo, una mayor flexibilidad, agilidad y control del trabajo, que acaban repercutiendo en un ahorro de costes. Estamos, probablemente, ante el nacimiento de un nacionalismo europeo subyacente para que vuelvan muchas de las externalizaciones que hasta ahora suponían un ahorro de dinero”.

El teniente de alcaldía de Economía, Hacienda, Promoción Económica y Turismo del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Valls, expresó a esta revista que “en un contexto geopolítico como el actual, nuestra ciudad quiere ser un lugar de acogida del conocimiento, del saber, de la investigación y la innovación. Ante la inestabilidad política que hay a nivel mundial, lanzamos el mensaje de que estamos preparados para acoger todo el talento que quiera buscar un sitio seguro y libre para trabajar y desarrollar su carrera investigadora”.

En un momento en que 1.900 científicos de alto nivel (miembros de las academias científicas estadounidenses) ya han alertado públicamente del peligro real que representa la administración Trump para la ciencia, Valls asegura que “necesitamos la ciencia más que nunca y necesitamos protegerla: ante los recortes salvajes y la censura, Barcelona tiende la mano a todos aquellos científicos que hoy se sienten amenazados”.

Uno de los mayores retos de esta atracción de talento es el sueldo. “Las condiciones continúan siendo poco atractivas para algunos profesionales, pero el hecho de ser punteros en algunos campos de investigación, como la biomedicina o la farmacia, suple el atractivo de desplazarse hasta aquí”, detalla la catedrática de Northwestern en una entrevista telefónica desde Chicago, donde el año que viene ya no impartirá clases. La comunidad internacional que se está formando en Barcelona y alrededores ya es prueba de ello. Además del clima y las buenas condiciones de vida, que han sido el principal estandarte para vender la ciudad al resto del mundo, ahora ya existe un ecosistema sólido de empresas que se retroalimentan entre ellas y que llaman la atención de trabajadores altamente cualificados.

Según el informe Decoding Global Talent 2024, publicado por Boston Consulting Group, Barcelona ya es la octava ciudad europea que recibe más inversión tecnológica, además de ser la octava ciudad más atractiva del mundo para vivir y trabajar. “Estamos en un escenario muy positivo. Se trata de una tendencia que ya había empezado antes de la guerra arancelaria, y que debemos aprovechar para acabar de posicionarnos como la mejor de todas las opciones posibles”, resalta Miguel Vicente, presidente de Tech Barcelona y fundador de Antai Ventures. “Una de las mejores noticias, en este sentido, es que el Barcelona Supercomputing Center (BSC) será el escenario de una de las siete primeras fábricas de inteligencia artificial en Europa”.

El apoyo institucional, ante esta coyuntura, es un elemento clave para ganar la batalla. Si bien a nivel europeo parece que ya está ocurriendo, las administraciones locales de Barcelona y Catalunya también están impulsando iniciativas en esta dirección. “Las instituciones públicas están facilitando los visados nómadas, la creación de nuevas empresas y la inversión extranjera”, cuenta a Cataluña Económica Marta de Llauder, directora general de Jobinplanet, plataforma especializada en talento junior internacional. Eso sí, para ser plenamente competitivos, prosigue, “hay que mejorar, entre otros aspectos, las competencias lingüísticas. Debemos hablar más y mejor inglés”. Habrá que ver si en los próximos meses, especialmente a partir de septiembre, si se confirma este cambio de rumbo en el mercado de trabajo internacional.

Si en Estados Unidos las inversiones y las becas siguen congeladas, o finalmente acaban siendo bruscamente reducidas, habrá muchos grupos de investigación y profesionales que deberán buscar nuevas oportunidades fuera del país. El problema es que, si esto ocurre, y el país gobernado por Trump deja de ser un socio fiable para Europa, las consecuencias podrían tener un impacto negativo a escala global. “Gran parte del dinero de investigación e innovación, como es el caso de la medicina, está allí. Sin maquinaria y herramientas, algunas de las cuales son extremadamente caras, no podremos seguir avanzando. Con la protesta de las universidades no va a ser suficiente. Esperemos que las empresas privadas también se declaren en rebeldía contra esta situación. Hay mucho en juego: no solo allí, sino en el mundo entero”, concluye la profesora Mar Reguant.

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