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Burnout: el precio invisible del trabajo

Agotamiento, despersonalización, ineficacia, es el síndrome del trabajador quemado. ¿Cómo gestionarlo y superarlo en un mundo cada vez más exigente?

En los últimos años el entorno laboral ha impuesto objetivos cada vez más ambiciosos, a la vez que existe una mayor exposición a tecnologías que nos mantiene en constante conexión y unos contextos en los que todo parece avanzar demasiado rápido. Con estas circunstancias, el síndrome del trabajador quemado, conocido como burnout, ha adquirido una creciente relevancia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce este síndrome como un problema asociado al trabajo dentro de su Clasificación Internacional de Enfermedades. Este hecho que puede parecer meramente burocrático refleja el interés creciente y la urgente necesidad de poner remedio a esta pandemia silenciosa.

En 2022, la Asociación Americana de Psicología (APA) revisó en profundidad los niveles de estrés y burnout en el trabajo. Encontraron que el 79% de los empleados informaba que el estrés laboral crónico era un problema importante que afectada a su bienestar. En 2024, un estudio realizado por la consultora Boston Consulting Group en 8 países revela que, de media, el 48% de los trabajadores indicaron que estaban lidiando con el burnout. En España las cifras son similares y según el V Barómetro InfoJobs sobre preocupaciones de los españoles en relación con el empleo, la principal ya es el estrés laboral.

Sin duda, este es un tema de preocupación no sólo para el trabajador, sino también para las empresas. Además, es un fenómeno que no discrimina por edad, género, perfil profesional o sector, todos pueden llegar a sufrir sus consecuencias, aunque hay algunos factores que pueden marcar la predisposición.

¿Qué es el burnout?

Según la OMS, el síndrome del trabajador quemado o síndrome de desgaste profesional es un “estrés crónico en el entorno laboral que no ha sido gestionado con éxito”, y que se caracteriza por tres dimensiones principales:

– Agotamiento: sentimiento de falta de energía que va más allá del plano físico y que no mejora con el descanso.

– Despersonalización: sensación de distancia mental que aparece con respecto al trabajo, a los compañeros, a las responsabilidades y que conlleva también la aparición de sentimientos negativos o cínicos.

– Ineficacia: percepción personal de incompetencia o pérdida de eficacia, junto a la sensación de falta de realización.

Estas señales son los elementos diferenciadores respecto a otras condiciones y es habitual que se den en el orden mencionado a medida que la progresión del burnout avanza. Sin embargo, es esencial considerar que pueden progresar de manera diferente en cada persona, así como tener distinta representación e intensidad. Este es uno de los grandes retos de este síndrome: presenta diversas caras y desarrollos.

Aún existe un fuerte tabú en torno a la salud mental dentro de las organizaciones, con una gran carga de miedo y vergüenza.

En cuanto a los factores que pueden influir en su aparición o progresión, existen tanto factores individuales como organizativos y los datos no son muy claros. Con relación a estos últimos, algunos datos indican que los trabajadores presenciales tienen más probabilidades de quemarse que los híbridos o remotos, y que los empleados de grandes corporaciones son más propensos que los de empresas más pequeñas. Sin embargo, otras cifras indican que el teletrabajo también se asocia con niveles altos de estrés por el aislamiento, la ampliación de la jornada laboral o la sobrecarga digital.

Por otra parte, los jóvenes parecen tener más probabilidades de experimentar burnout que los mayores y las mujeres son más propensas a reportar dicho síndrome frente a sus compañeros hombres.

En relación con las profesiones, las que han demostrado tradicionalmente mayor propensión y que han sido más estudiadas son las asociadas al ámbito de los servicios (sanitarios, profesores, policías, etc.), pero todo trabajador puede acabar transitando un burnout en su experiencia laboral. De hecho, en un reciente estudio realizado por LinkedIn, se menciona que las personas en roles de gestión de proyectos tienen ya las mayores tasas de burnout superando a los profesionales de la salud.

Por otra parte, en este panorama de creciente preocupación por dicho síndrome, surge un nuevo factor que aún está por descifrar. El impacto de la Inteligencia Artificial (IA) sobre el bienestar laboral es una incógnita, ya que presenta un papel dual. Por un lado, puede ser una aliada en la prevención, ya que facilita tareas tediosas y favorece la productividad. Sin embargo, también puede presentarse como un factor estresante por la exigencia de la actualización constante o la incertidumbre respecto al futuro laboral, entre otros aspectos. El papel de la IA en este fenómeno sigue siendo aún un interrogante y son necesarios más estudios al respecto.

¿Cómo prevenirlo?

Tanto la prevención como la solución al burnout requieren un enfoque integral que combine ajustes en la organización con estrategias personales.

En el plano individual, debemos considerar acciones en los tres planos en los que tiene consecuencias el burnout: el físico, el psicológico y el conductual. En el plano físico, debemos prestar atención a la alimentación, el descanso, la desconexión, las relaciones, el nivel de actividad física, etc. En el plano psicológico, habrá que trabajar los aspectos emocionales, las creencias o el establecimiento de límites entre otros aspectos. Y en el plano conductual, será necesario desarrollar una serie de actuadores como el establecimiento de prioridades o el autocuidado para que los ingredientes previamente mencionados funcionen de forma efectiva.

A nivel organizativo, la intervención debe centrarse en favorecer una cultura de bienestar, detectar en etapas tempranas a los trabajadores quemados o en riesgo, y desarrollar estrategias para mitigar las consecuencias de este síndrome tan escurridizo. Un aspecto clave sería poner el foco en la capacitación de los líderes, ya que desempeñan un rol esencial dentro de las dinámicas de los equipos. Su papel es fundamental para la creación de un entorno saludable y la construcción de espacios donde las personas puedan expresar sus dificultades. Es indispensable que sepan identificar las primeras señales, hacer un buen diagnóstico de causas y factores de riesgo y así poder construir con el trabajador una solución efectiva de forma conjunta. Aún existe un fuerte tabú en torno a la salud mental dentro de las organizaciones, con una gran carga de miedo y vergüenza. Entre todos debemos ir derribando estas barreras para progresar hacia entornos de trabajo más saludables y sostenibles.

Como señala el Foro Económico Mundial “la salud de los empleados es una piedra angular estratégica para el éxito de las organizaciones”. No hay duda de que tenemos un gran desafío por delante para construir un futuro equilibrado para todos.

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