El Palau de Marianao, edificio señorial de finales del siglo XIX en el barrio de Sant Boi de Llobregat del mismo nombre, alberga el primero y único clúster de salud mental del mundo. Un clúster formado por 95 asociados que pretenden representar a uno de los sectores de actividad más potentes de la economía catalana. En concreto, Catalunya cuenta con 772 empresas del ámbito de la salud mental y la autonomía personal que aportan casi un 4% del PIB, según el último informe sectorial de Acció, Agencia para la Competitividad de la Empresa de la Generalitat, elaborado con la colaboración del Clúster Salut Mental Catalunya. Las compañías catalanas dedicadas a la salud mental y la autonomía personal (un 82% son pymes) facturan 9.244 millones de euros y cuentan con más de 62.000 trabajadores.
La salud mental está considerada la hermana pobre de la medicina, por lo que ha sido complicado involucrar a todos en este proyecto.
El Clúster de Salut Mental Catalunya (CSMC) afronta las últimas semanas del año con varios proyectos de envergadura en marcha. De cara a 2024 pasará a llamarse We Mind Cluster, dándole más protagonismo a las neurociencias y el envejecimiento, sobre todo al deterioro cognitivo. Hablamos con Marta Sánchez Bret, directora del Clúster Salut Mental Catalunya, sobre lo que le espera a este proyecto “humanista” que ya ha cumplido 10 años de andadura.
Usted forma parte del Clúster Salut Mental Catalunya (CSMC) prácticamente desde el principio. Como química industrial, ¿qué le enganchó de este proyecto?
Soy química industrial pero yo diría que la curiosidad y la innovación también forman parte de mi ADN. Nunca le digo no a un proyecto nuevo, con potencial, aunque suponga un reto para mí. El sector de la salud mental tiene una gran relevancia humanística en sí mismo. Así, cuando en Acció me hablaron de este clúster, nueve años atrás, no me lo pensé dos veces. Un año antes, Jaume Bosch, ex alcalde de Sant Boi de Llobregat, puso en marcha una primera asociación que representaba al sector de la salud mental samboyano. El ayuntamiento tenía claro que era necesario trabajar para hacer competitivo este sector. Además, bajo una perspectiva de promoción económica, había que potenciar el talento, la calidad y la viabilidad de los profesionales de la salud mental local. Por mi parte, cuando asumí el cargo pretendía transformar esta asociación en un clúster de pleno derecho. Ahora lo somos dentro del programa Catalunya Clúster.
Hagamos balance de estos últimos 10 años. ¿Cómo ha evolucionado el CSMC? ¿Con qué se queda de esta década?
En general, ha sido un proceso difícil. Comparado con otros clústeres, el CSMC pone en el centro de la cadena de valor a la persona. Nuestra misión es dotarla del mejor entorno biopsicosocial para que sea feliz y autónoma. Que se valga por ella misma, tal y como dice la Organización Mundial de la Salud (OMS). Todas las iniciativas que emprendemos –prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación– tienen lugar en un marco de cronicidad. Es decir, desde la infancia hasta la vejez. Incluso, puede que en alguna etapa la persona se rehabilite y vuelva a recaer. Reconozco que nos hemos topado con muchas dificultades. Incluso en alguna ocasión he pensado que no lograríamos avanzar. El de la salud mental es un sector muy estigmatizado, todo el mundo evita hablar de enfermedades mentales. La sociedad suele ver la salud mental como la hermana pobre de la medicina. Es un sector pequeño, con pocos recursos, si bien actualmente entre un 4 y un 10% de la población se debe tratar de alguna patología mental. Sí, ha sido complicado involucrar a todos en este proyecto.
De hecho, son el primero y único clúster de salud mental del mundo. Un proyecto que ha ido evolucionando con el tiempo.
En efecto, durante este año hemos redactado nuestro segundo plan estratégico dentro del programa Catalonia Clusters, del departamento de Economía y Empresa de la Generalitat de Catalunya. En el primero, elaborado seis años atrás, solo contabilizamos el mercado de la salud mental. Un mercado limitado al área psiquiátrica –hospitales, centros de día y residencias–, y cuya facturación se estimaba en 647 millones de euros. Por lo tanto, un 90% de nuestros socios potenciales eran públicos. Pero un clúster no puede hacer su trabajo cuando solo se involucran agentes públicos. En general, no hay suficientes partidas presupuestarias ni tampoco un retorno de la inversión en forma de beneficios. Y es imprescindible caminar en pos del desarrollo del servicio, de la eficiencia y los costes.
Entonces, ¿qué cambios añaden al plan estratégico de este año?
Actualmente, el sector de la salud mental catalán mueve una facturación agregada de 9.244 millones de euros, seis veces superior a la de seis años atrás. De esa cifra, las empresas de salud mental generan 1.494 millones, un 16%, mientras que las especializadas en autonomía personal facturan 7.750 millones, un 84% del total. Aunque se ha triplicado el número de empresas que operan en el sector, también se ha ampliado el perímetro de actuación del clúster. Hemos añadido agentes relacionados con la autonomía de las personas, como marca la OMS. Es una visión holística de la salud, porque buscamos un self management del usuario. Es decir, que cada uno se autogestione y recupere su autonomía física y económica. Un abordaje en clave clúster afianza relaciones entre actores de la cadena de valor, aunque sean muy distintos entre sí. Y aquí está la gracia: incorporar visiones diferentes a problemáticas del mismo sector o mercado. De esta manera, somos capaces de crear innovación, especialmente ahora con la irrupción de la digital health.
La mayoría de las empresas del sector son pymes. ¿Cómo lo valoran desde el clúster?
Actualmente, y así lo hemos hecho constar en nuestro último plan estratégico, el mercado de la salud mental catalán posee 772 sociedades, de las que un 82% son pequeñas y medianas empresas. Por lo tanto, es un sector joven, en plena expansión, sobre todo tras la Covid-19. La mitad de las compañías se constituyeron durante el periodo 2000-2020. Nuestro clúster representa a toda la cadena de valor de la salud mental. Contamos con 95 socios, de los que un 40% de ellos son empresas, otro 40% son asociaciones y fundaciones, un 12% son administraciones, y el resto universidades y centros de transferencia. Entre las empresas, la mayor parte son pymes, pero también figuran startups y spin-off de menos de cinco años de creación, y en menor medida grandes compañías, básicamente farmacéuticas y grupos residenciales y geriátricos de gran envergadura.
Entre los principales objetivos de todo clúster podemos citar la transferencia de conocimiento y la captación de talento. ¿Cómo lo consiguen desde el CSMC?
Hace tres años pusimos en marcha la plataforma de intercambio de conocimiento Mind Excellence. Una herramienta muy valiosa para nosotros que hemos dividido en dos: capacitación profesional y repositorio de contenido sobre riesgos psicosociales y salud mental laboral. A través de la plataforma, intentamos crear un módulo formativo que dé a conocer ese nuevo contenido generado al sector y sus profesionales. Contenido que publicamos en formatos como cursos, seminarios y jornadas. Últimamente, hemos elaborado seis módulos básicos acerca de gestión del manejo de la depresión y el suicidio, destinado a todo tipo de profesionales: médicos, terapeutas ocupacionales, asistentes sociales, profesores de centros escolares, etcétera, con profesionales que informan acerca de cómo detectar y evitar, en la medida de lo posible, el intento de suicidio y la soledad no querida.
¿Qué acogida tienen estos módulos?
Depende de la temática. Los módulos sobre manejo de la depresión y el suicido han tenido muy buenas acogida. Hasta ahora, se han inscrito 700 personas en toda la Península. Otros contenidos han tenido menos impacto, especialmente si los editamos en catalán. En este aspecto necesitaríamos más apoyo para dar a conocer estos contenidos. Sin embargo, en el momento en el que tienes más difusión, también precisas de más recursos propios. Si tienes 700 alumnos inscritos, necesitas dos docentes durante un periodo mínimo de cinco semanas. Eso implica un desarrollo de producto propio que dé respuesta a esa necesidad. ¡Bienvenidos todos aquellos que nos ayuden a mantener la plataforma viva, dándole más empuje informativo!
A finales de año, coincidiendo con la gala de su décimo aniversario, el Clúster Salut Mental Catalunya pasará a llamarse We Mind Cluster. Este va a ser el cambio más importante que experimentará el clúster en el 2024. ¿Cómo lo piensan afrontar?
A raíz del mayor perímetro del que hablábamos, necesitamos segmentar aún más los ámbitos en los que trabajamos: salud mental, neurociencias, neurodiversidad y envejecimiento. En este sentido, trabajaremos tres submarcas –We Mind Mental Health, We Mind Neuro y We Mind Senior– para dar respuesta a proyectos específicos. Por ejemplo, en el campo del envejecimiento ya hemos llevado a cabo varias actividades. El año pasado organizamos un Living up Day Envejecer en el Siglo XXI, del que extrajimos 10 retos sociales, tecnológicos y sanitarios.
La cuestión no es llegar a centenario, sino vivir una vida plena. Desde el clúster, creemos que esa vida plena solo será posible si envejeces de forma saludable. Hay que hacer responsable a la población antes de que sea demasiado tarde. No sirve de nada empezar a cuidarse a los 80 años. De hecho, existen diferentes categorías a lo largo del proceso de envejecimiento y no se puede meter a todo el mundo en el mismo saco. Un envejecimiento activo entre los 55 y los 65 años, un envejecimiento vulnerable entre los 65 y los 75 años, y un envejecimiento dependiente a partir de los 75 años. Según cada etapa, se darán a conocer unos proyectos u otros. Y así, se puede hablar sobre la necesidad de hacer deporte e incorporar una alimentación adecuada. O también dar pautas acerca de cómo trabajar el sistema cognitivo. E incluso potenciar la parte relacional evitando la soledad no querida. Finalmente, en casos de vulnerabilidad y dependencia, intentaremos introducir tecnologías mínimamente invasivas. Aquí hemos llevado a cabo proyectos de robótica asistencial que van más allá de monitorizar medicamentos o llevar cosas de un lugar a otro. De cara al año que viene, nuestras expectativas pasan por consolidar el área de envejecimiento incrementando el número de socios y adaptando nuestras soluciones tecnológicas de salud mental a casos de deterioro cognitivo, alzhéimer y parkinson.