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Directivos a la fuga

Podemos afirmar que ningún profesional en activo ha experimentado un momento de mayor cambio e incertidumbre que en el actual con el coronavirus.

Según diferentes estudios, entre un 40% y un 60% de los directivos y mandos intermedios deja su nuevo puesto de trabajo antes de que transcurran 18 meses desde su incorporación. Estas cifras pueden parecer exageradas pero lo cierto es que se repiten de manera consistente en diferentes países y sectores con independencia de los ciclos económicos. De hecho, cuando empiezas a pensar en compañías y personas cercanas, la realidad normalmente encaja con estos datos.

Son muchos los motivos que están detrás de estas decisiones de salida, en algunos casos voluntarias y en otros no, y todos concluyen en un único punto: la falta de alineamiento cultural entre la persona y la organización.

Estamos en marzo de 2021 y empezamos a tener la sensación del “día de la marmota”. Vivimos una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes que sin duda está marcando un antes y un después en el mercado laboral y en los modelos de trabajo. Podemos afirmar que ningún profesional en activo ha experimentado un momento de mayor cambio e incertidumbre que en el actual. Y surgen muchas preguntas: ¿es en medio de una pandemia el momento adecuado para hablar de atracción de talento?; ¿están los directivos españoles pensando en cambiar de empresa o “agarrándose a la silla”?; ¿por qué fracasa un porcentaje tan alto de directiv@s que se incorporan a una nueva posición?; ¿en que medida la cultura de una compañía es un aliado a una barrera para la integración de un mando intermedio en su nuevo rol?

La curiosidad por responder estas preguntas llevó a Smart Culture a realizar el primer Estudio de Experiencia Candidat@ Directiv@ en España, denominado “Talento Directivo en momentos de alta incertidumbre” [disponible en www.smartculture.es/smarttalent/]. Sus resultados nos muestran al colectivo de directivos y directivas en un momento de profunda reflexión sobre sus carreras, ya que un 77% declara estar valorando seriamente un cambio de proyecto profesional. Los dos impulsores más relevantes son la búsqueda de autonomía (mayor libertad en la toma de decisiones) y la necesidad de reducir la incertidumbre asociada a su posición y/o empresa actual.

Este dato puede suponer una gran ventaja competitiva para todos aquellos sectores interesados en atraer y/o fidelizar talento. Ahora bien, para poder transformar esta situación en una verdadera oportunidad, debemos asegurar un perfecto alineamiento entre estrategia, cultura y talento.

Tendemos a pensar que en esos momentos las personas optan por la prudencia profesional y evitan asumir riesgos. Sin embargo, el mercado laboral siempre está activo para el talento que añade un valor diferencial.

Y es que los directivos españoles tienen las cosas muy claras: desean ser parte de organizaciones de alto rendimiento que confían en ellos para tomar las decisiones adecuadas. Y muchas empresas han adoptado posturas muy conservadoras y cortoplacistas con la intención de sobrevivir sin darse cuenta de que estaban haciendo exactamente lo contrario. Han perdido posicionamiento y oportunidades porque su competencia ha sido mas proactiva y/o disruptiva y/o responsable con sus empleados. Eso ha tenido un efecto “repelente” para todos aquellos profesionales de alto rendimiento y potencial que no están dispuestos a poner en riesgo ni su empleabilidad ni su carrera profesional porque la empresa en la que trabajan se ha rendido ante las circunstancias.

No debemos olvidar que los directivos de alto rendimiento siempre pueden elegir proyectos y van a optar por empresas que no renuncian a crecer y a construir un futuro atractivo para sus accionistas, clientes y empleados. Y estas empresas también existen, y están aprovechando el momento para atraer talento que en otro momento no hubiera estado tan disponible.

2021 es un año que plantea una gran oportunidad en términos de talento para las compañías capaces de modelar una cultura y una experiencia de empleado alineada con las expectativas del colectivo directivo: empresas con propósito, proyectos retadores, autonomía en la toma de decisiones, agilidad organizativa y orientación a las personas.

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