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La nueva movilidad acelera en modo eléctrico

El sector de la movilidad saldrá adelante de la nueva revolución de la descarbonización si somos capaces de sumar innovación, inversión y talento.

Autonomía y recarga son los pilares fundamentales en los que se basa la evolución tecnológica y el negocio de los coches eléctricos, junto con el precio de compra, por supuesto. Su comercialización comenzó en 1852 y su historia ha ido siempre ligada a la innovación tecnológica. Las baterías, por ejemplo, han sido un componente clave en la evolución del sector, especialmente en estos últimos años. Debido a sus limitaciones de autonomía y a la necesidad de recarga, los coches eléctricos se empezaron a utilizar sobre todo en las ciudades. Sin embargo, con la llegada de los coches con motor de combustión a finales del siglo XIX se solucionó el problema de la autonomía y también de la recarga y, por ello, gozaron de gran aceptación y desbancaron al eléctrico.

La aparición en 2003 de la compañía Tesla Motors despertó, no obstante, de nuevo el interés por los coches eléctricos y se fabricaron los primeros vehículos en serie con batería de iones de litio. A partir de aquí, llegó una clara apuesta del mercado, que se ha visto reforzada con las recientes normativas anticontaminación en China y en Europa para la descarbonización del automóvil. En paralelo, se ha producido un creciente desarrollo de las infraestructuras de carga en las ciudades y la evolución de las baterías ha llevado a su optimización en capacidades, tamaños y pesos, lo que ha revertido en mejores autonomías, a la vez que el coche eléctrico ha alcanzado precios de compra más competitivos.

Si examinamos las tendencias de los consumidores a la hora de comprar un coche nuevo en España, vemos que en 2020 el reparto de las nuevas matriculaciones por tipo de energía es todavía poco electrificado, con un porcentaje del 50 por ciento de gasolina, un 28 por ciento, diésel y 22 por ciento integrado por el resto de energías (electrificados, gas, hidrogeno). En Europa la tendencia es la misma con porcentajes muy similares.

Asimismo, vemos que en España el líder dentro de los coches no-diésel y no-gasolina es el híbrido no-enchufable, con un peso de 16 por ciento del total de las nuevas matriculaciones en 2020, seguido de los híbridos enchufables (2,7 por ciento del total) y los eléctricos de batería BEV (2,1 por ciento del total). Si miramos el crecimiento respecto al 2019, las cifras son esperanzadoras, ya que la compra de vehículos electrificados ha aumentado un 42 por ciento, con el despegue con gran éxito de los híbridos enchufables, que han triplicado sus ventas respecto al 2019. En contrapartida, los coches con tecnologías de gas han caído un 50 por ciento en ventas. Por último, se han empezado a vender en 2020 las primeras unidades de coches propulsados por hidrógeno, tecnología por la que el sector y los centros tecnológicos como Eurecat apuestan fuertemente, sobre todo para vehículos más pesados y para demandas elevadas de autonomía.

Dada la visión clara y contundente de descarbonizar la movilidad y hacerla más verde y sostenible, en los próximos años veremos un aumento lento, pero progresivo, del porcentaje de electrificados y de hidrógeno. Hay que tener en cuenta que la edad media del parque de vehículos en España está alrededor de los 12 años y que, por lo tanto, en el supuesto de que desde hoy mismo solo se vendieran coches nuevos electrificados, tardaríamos 12 años en renovar hasta el último de los coches con combustibles hidrocarburos. Por ello, nos esperan años de convivencia y, por supuesto, de mejoras en los desarrollos tecnológicos de los coches, de sus baterías y de las infraestructuras de carga, para los que los centros tecnológicos como Eurecat nos capacitamos y apostamos estratégicamente, a fin de poder dar apoyo a toda la cadena de valor. El sector de la movilidad ha pasado durante su larga historia de vida por varias revoluciones de las que siempre ha salido airoso, por lo que podemos confiar en que también saldrá adelante y reforzado de la nueva revolución de la descarbonización, si somos capaces de sumar innovación, inversión y talento.

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