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La vía hacia la revolución verde del automóvil

El sector del automóvil afronta con decisión un cambio estructural sin precedentes hacia la descarbonización y la digitalización.

Ante todo, debemos destacar la relevancia del sector de automóvil, que se evidencia por aportar un 10% del PIB nacional, por su capacidad de generar empleo estable directo e indirecto, por liderar la I+D+i y por destinar una gran parte de su producción a la exportación.

Si nos centramos en la producción de vehículos, las tendencias en la fabricación y diseño de los nuevos vehículos son básicamente la electrificación, la conducción autónoma (el sector clasifica por niveles el grado de autonomía, que va desde la asistencia para corregir errores en la conducción hasta el control total del vehículo), la reducción de las emisiones hasta alcanzar las cero emisiones y la conexión del vehículo a internet, lo que abre un amplio abanico de posibilidades, funcionalidades y oportunidades.

El futuro del sector se juega también en el nuevo marco regulador de automoción y movilidad. El programa europeo “Fit for 55” obliga a la matriculación de vehículos neutros en emisiones para el año 2035. El impacto en la industria europea es muy profundo y fuerza a una transformación de la industria europea sin precedentes, sobre todo si tenemos en cuenta que la fabricación de vehículos eléctricos la lideran competidores, concretamente la industria china.

La incertidumbre que genera la recarga es un freno que deben resolver las administraciones y las empresas suministradoras de energía.

En un mercado globalizado, adquiere relevancia la apuesta de Biden por atraer inversiones, destinando 433.000 millones de dólares al plan conocido con las siglas IRA. Este plan hace tambalear algunos proyectos europeos en estudio, entre los que destacamos la construcción de gigafactorías, porque los inversores valoran la conveniencia de obtener las ayudas americanas si se trasladan a territorio americano. La UE debe reaccionar y plantear un plan industrial o Green Deal para contrarrestar la oferta estadounidense.

El sector avanza hacia la descarbonización y se encuentra con un nuevo escollo que es la norma de emisiones Euro 7, prevista para el año 2025. Para alcanzar los nuevos límites de emisiones en los vehículos de combustión, las marcas deben invertir unos recursos adicionales a los asignados para alcanzar las emisiones neutras. O haces bien una cosa u otra, pero ambas a la vez es muy complicado.

Las marcas y su red de distribución han adaptado su contrato a los nuevos estándares marcados por la UE. Se trata de contratos de adhesión formulados por la marca con su red, lo que supone un cambio trascendente que dibuja un nuevo escenario con grandes incertidumbres pero al mismo tiempo grandes oportunidades. Consecuencia de este nuevo marco legal, los concesionarios españoles piden –como ocurre en países de nuestro entorno– una indemnización legal en el supuesto de cancelación del contrato por parte de la marca.

A nivel estatal, debemos destacar que parte de los fondos europeos se canalizan hacia el sector a través del PERTE, o proyecto estratégico para la recuperación y transformación del vehículo eléctrico, con el que el Gobierno español destina recursos públicos a incentivar el sector que se asignan casi íntegramente a las marcas. El PERTE se complementa con el Plan MOVES, con ayudas para la compra de vehículos eléctricos e infraestructuras de carga.

La sociedad está tomando conciencia del cambio climático y del problema que generan las emisiones ambientales. La gestión pública local de la nueva movilidad urbana contempla limitar la circulación a los vehículos más contaminantes y también rebajar la presencia de los vehículos en determinadas vías urbanas. Es una preocupación generalizada y en la que radica la diferencia es el enfoque. Una corriente ideológica se orienta a fomentar la movilidad pública y otros medios alternativos como la bicicleta o el VMP. Pero en el sector se apuesta por renovar el parque, reforzar el sector y posibilitar introducir unidades más eficientes y limpias.

Existe un interés creciente en el uso del vehículo con oferta de servicios de alquiler, suscripción o compartido. Nuevos operadores del mercado lo ofrecen y algunos obtienen mucha notoriedad captando la atención de muchos usuarios. Un modelo que ha venido para quedarse, pero también debe decirse que no todos los operadores se mantienen en el mercado, por falta de rentabilidad. Lo que es una realidad es que hay nuevos hábitos sociales que hay que atender para no quedarse atrás.

Desde el contexto macroeconómico, el sector está saliendo de las dificultades de la caída de la demanda por la pandemia, la crisis de los semiconductores, la subida de precios de la energía, las dificultades logísticas y de transportes de componentes y vehículos o la invasión de Ucrania por Rusia. La producción y la exportación española han recuperado empuje. En el primer trimestre, la producción roza un crecimiento del 20% anual, pero todavía se sitúa por debajo de los niveles prepandemia. Y la exportación aumenta un 25%. Las matriculaciones de turismos experimentan una subida importante por encima del 40%, si bien es cierto que en nuestro país venimos de abajo, pues las matriculaciones cayeron más en España que en la mayoría de países de nuestro entorno.

Las tendencias en la compra tienen un claro objetivo marcado por la UE, que es alcanzar las 0 emisiones en el año 2035. Pues bien, en la comparativa con el resto de países y regiones europeas nos quedamos en la cola de Europa, registrando una venta de turismos eléctricos baja. En estos momentos, la motorización más extendida es la gasolina. Los motores híbridos en sus distintas propuestas están ganando peso como opción de compra y el diésel ha perdido peso de forma continuada, pero también injustificada y es que los nuevos motores diésel son limpios y eficientes.

La compra de vehículos eléctricos sigue aumentando, pero es necesario un empuje. Las marcas ya disponen de modelos eléctricos, pero su precio es mayor y la incertidumbre que genera la recarga es un freno, que deben resolver las administraciones competentes y las empresas suministradoras de energía. Pero lo preocupante es la antigüedad del parque que, con una media de antigüedad de 14 años (casi dos de cada tres vehículos tienen más de diez años), crece en unidades por la falta de incentivos que tiene el ciudadano para la retirada.

De este análisis se desprende que el sector está construyendo su futuro con decisión y fuerza y se enfrenta a un escenario incierto. Lo hace colaborando con las administraciones públicas para minimizar el impacto ambiental y la siniestralidad y siendo consciente de su liderazgo como modo de transporte más popular en la sociedad; y es que el número de unidades en circulación y permisos de circulación sigue creciendo; y además lidera el número de desplazamientos estimados en cómputo anual en España. Estos últimos indicadores son un claro reflejo de la importancia social y económica del sector.

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