Dos tendencias conviven en el sector: la ineludible necesidad de hacerlo sostenible y una nueva forma de entender la movilidad como servicio gracias a la conectividad.
Trasladarse de un punto a otro no es nuevo, lo nuevo es la manera de hacerlo y el abanico de posibilidades que se abre gracias a la tecnología. Los grandes conglomerados de la automoción han transformado su modelo de negocio convirtiéndose en proveedores de servicios de movilidad. Así, es la utilidad de sus productos lo que se ha convertido en un verdadero motor de innovación tecnológica, económica y social, con el objetivo de lograr la descarbonización, pero no únicamente.
El vehículo eléctrico lidera la transición hacia el cambio de paradigma de la automoción, siendo además el principal inductor hacia una economía neutra en carbono. A esto lo llamamos electromovilidad. Sin embargo, existen otras innovaciones que están construyendo una nueva manera de entender la movilidad, dejando atrás la idea de adquirir un bien que, independientemente de su uso, se deprecia desde el momento de matriculación. El coche compartido, el renting, las motos eléctricas en áreas urbanas, las e-bikes, son servicios de transporte que forman parte del sector de la movilidad.
Por tanto, la disrupción del sector va mucho más lejos; nuevos actores, como empresas de software, empresas de energía o nuevos productos financieros, irrumpen en un sector que necesita adaptarse a las necesidades de transporte y a los cambios de mentalidad de la población más joven. En paralelo, otros sectores tradicionales como las compañías de alquiler de coches o las aseguradoras necesitan ofrecer alternativas que se acerquen al negocio de la movilidad como servicio y no a los vehículos como productos físicos adquiridos por unos cuantos años.
Cataluña Económica ha hablado con Josep Maria Vall, presidente del Clúster de la Indústria d’Automoció de Catalunya (CIAC), quien reconoce que “vamos a comprar kilómetros porque es la forma de ser rentables y sostenibles”. En este contexto, manifiesta que “la tecnología nos hace repensar cómo podemos movernos”.
Nuevos modelos de negocio
Los proveedores de servicios de movilidad tienen que ofrecer soluciones que cubran las necesidades de todo tipo de clientes. Así, los conglomerados automotrices tradicionales que poseen una gran capacidad de inversión ofrecen soluciones de movilidad a través de alianzas creadas para la transformación que demanda el mercado. Mientras, nuevas startups emergen como consecuencia de la propia transformación, lo que les proporciona una gran capacidad de adaptación. Tal ha sido el caso de empresas ya consolidadas de movilidad compartida como BlaBlaCar.
Actualmente, se están desarrollando otras estructuras de negocio generadas desde la propia transformación del sector. Es el caso del modelo de suscripción, en el que el usuario no tiene la propiedad del vehículo sino el derecho de uso. La diferencia respecto al renting destaca por la flexibilidad en la permanencia, lo cual permite adaptarse a las necesidades del cliente. Algunas empresas ofrecen incluso la suscripción a parte del proceso del servicio, como la utilización de baterías, lo que da la posibilidad de adquirir el vehículo sin batería a menor coste y obtenerla bajo suscripción. Este modelo reduce el riesgo de obsolescencia y permite tener disponible una batería cargada en todo momento.
Por otro lado, y según marca el ODS 17 de la Agenda 2030, es necesario establecer asociaciones inclusivas que permitan alcanzar los objetivos hacia el desarrollo sostenible. Como parte fundamental en la transición hacia un nuevo modelo económico, la movilidad no está ajena a estas alianzas. Según indica Josep Maria Vall del CIAC, las alianzas son necesarias, no solo entre las grandes empresas del sector, sino entre sectores, como el energético y el tecnológico. Las empresas energéticas han de establecer acuerdos con los fabricantes para acelerar el desarrollo de la electromovilidad. Al mismo tiempo, la conectividad de la nueva movilidad requiere la participación en el sector de las empresas de software como Google y Apple.
Los proveedores de servicios de movilidad tienen que ofrecer soluciones que cubran las necesidades de todo tipo de clientes.
El presidente del CIAC también apunta que, en Catalunya, estas alianzas jugarán un papel importante como dinamizador del sector. Así, se espera que el PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado (PERTE VEC) suponga una oportunidad por el efecto arrastre para las pymes, como las fabricantes de componentes, que también requieren una transformación para adaptarse al nuevo sector de la electromovilidad. En este sentido, proyectos como el Future: Fast Forward liderado por Seat y Volkswagen y formado por un total de 62 empresas nacionales, internacionales y referentes de distintos sectores, constituye la mayor agrupación empresarial de la historia de la automoción en España. Esta alianza abarca la totalidad de la cadena de valor del vehículo eléctrico, desde la extracción del litio para las baterías hasta los componentes y la electrificación de las fábricas.
Transporte pesado
Desde el CIAC apuntan que el objetivo de descarbonización no puede fijarse únicamente en los coches. El primer paso ha de centrarse en el transporte urbano. Un ejemplo de ello es el proyecto que está llevando a cabo Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) con la adquisición de autobuses propulsados por hidrógeno renovable, cuyo suministro se realiza en una hidrogenera construida y gestionada por Iberdrola en la Zona Franca.
De igual forma, en el transporte pesado por carretera, la aplicación de las tecnologías de hidrógeno ofrece grandes oportunidades para lograr el objetivo de descarbonización. El transporte de pila de hidrógeno es 100% eléctrico, habiendo logrado que la autonomía y tiempo de carga de un camión eléctrico con pilas de hidrógeno sean similares a los camiones movidos por gasolina o gasoil.
Algunas marcas como Hyundai o Toyota ya están probando algunos modelos de vehículos industriales propulsados por hidrógeno verde, y en las locomotoras del ferrocarril comienza a ser una realidad.
Infraestructuras
El principal reto al que se enfrenta la nueva movilidad es conseguir la descarbonización del sector, logrando que el vehículo eléctrico sea mucho más competitivo, de manera que no exista riesgo de que el usuario se quede sin batería.
Respecto a los puntos de carga para el vehículo eléctrico, es esencial extender la red de infraestructuras para que posibilite la opción de viajar a cualquier punto con autonomía suficiente y fomentar así el desarrollo del parque de vehículos eléctricos.
José López-Tafall, director general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones, ANFAC, señalaba recientemente que “al ritmo actual, para este año nos quedaremos muy lejos del hito de 120.000 turismos electrificados en 2022. El sector sigue empujando con una amplia oferta de vehículos, pero es muy necesario generar un contexto de mayor certidumbre al usuario mediante el impulso de las infraestructuras de recarga, una mayor eficiencia de los planes de ayuda y un marco fiscal favorable que haga del vehículo electrificado una primera opción de compra”.
La multinacional especializada en soluciones de carga de baterías de vehículos eléctricos, Juice Technology, ha realizado un estudio en el que analiza la prospectiva de los puntos de carga. La estimación en 2024 es que las estaciones de servicio de carretera europeas tendrán conexiones de carga rápida, lo que generará mayor inversión por operadores de electricidad, incrementándose su uso y surgiendo redes de fidelización de usuarios. Si bien, la estructura final del modelo dependerá de los precios de la electricidad de cada país.
Por otro lado, se ha de desarrollar la red de hidrogeneras en paralelo al desarrollo de vehículos que utilicen el hidrógeno como vector energético, de forma que este tipo de vehículos resulten atractivos al consumidor. Como comentábamos, esto es especialmente relevante en el caso del transporte pesado y de larga distancia, donde la electromovilidad con baterías no alcanza la potencia suficiente.
La hoja de ruta del hidrógeno verde, presentada por el Gobierno en octubre de 2020, pone el foco en la movilidad, incluyendo objetivos específicos para transporte pesado y para líneas ferroviarias. El componente 9 del Plan de Recuperación incluye financiación a inversiones como desarrollos tecnológicos, líneas de fabricación, líneas de ensayo, clústeres del sector, proyectos pioneros, etc.
Este gas requiere energía eléctrica de origen renovable en su proceso productivo, así como una red de transportes hasta el punto de carga de la pila de combustible. Actualmente, la producción de hidrógeno verde se encuentra ante el reto de reducir costes mediante economías de escala para que pueda desplegarse en los próximos años y alcanzar el punto de inflexión que necesita el sector.
Vehículo autónomo
El objetivo de la nueva movilidad no solo se centra en la descarbonización del sector, sino en una reorganización de la automoción en la prestación de servicios de transporte que implica la reorganización de toda la estructura. Como venimos diciendo, en esta transformación hay una parte que implica un cambio sociológico y otra que implica avances tecnológicos. El avance más disruptivo, el del vehículo autónomo, aún lo vemos lejos de las calles, aunque en realidad no lo está tanto.
El pasado mes de diciembre, Francia autorizaba el vehículo autónomo desarrollado por la empresa EasyMile para circular en vía pública dentro del campus de una universidad. Se espera que a partir del próximo mes de septiembre se amplíe esta autorización a otros espacios. No obstante, a pesar de que la tecnología del vehículo autónomo está muy avanzada, la legislación y el resto de sectores satélites, como el asegurador o la ciberseguridad, deberán estar alineados antes de la puesta en marcha de este tipo de vehículos.
La movilidad como servicio está llevando a cabo cambios estructurales tanto en la inclusión del acceso al transporte como en la adaptación de las ciudades, que se han de transformar y evolucionar para dar lugar a soluciones de movilidad prácticas y sostenibles.